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EL ESCONDITE DE IVÁN

PINCELADA

PINCELADA Una vaca de madera atravesada por una servilleta de papel. Una casa de chocolate y gente de juguete. Candelabros, plantas por todas partes y cuadros robados del museo del terror… abnegación camuflada en paredes de diseño.
Tejados afilados como los niñatos que escuchan “Rave”. Madres atolondradas con pies de plomo y maridos con su cordón umbilical conectado a la cortadora de césped.
Críos que ya nacen con un casco fosforito soldado a la cabeza y una bicicleta bajo del culo. Señoras mayores con gafas, sombrero y bicicleta; bicicletas con señora mayor, sombrero y gafas; sombreros con gafas, bicicleta y señora mayor.
Hoy paseo bajo un cielo gris perenne, y me pregunto, antojadizo, si de verdad toda esta gente de rostros arrugados y sandalias con calcetines blancos, fueron jóvenes alguna vez. A mi no me engañan, sé que siempre fueron así, infinitamente aletargados en el tiempo que no transcurre para ellos en Alemania.
La ansiedad como un virus sin catalogar, molinillos de viento en el jardín y alfombras repartidas por el suelo como islotes en un verdoso pantano. Cerveza, cocodrilos y enanos insensatos. Lluvia de agua con gas, pan negro con mantequilla y una vaca que me mira siempre complaciente… una vaca de madera atravesada por una servilleta de papel

Iván Sáinz-Pardo
"El sendero de la oveja negra"
N 33042/1997
R.P.I: VA-1329

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