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EL ESCONDITE DE IVÁN

ESCONDITES

ESCONDITES

Aprendí a hacer lazadas en una de las pesadillas olvidadas de mi padre. En la grieta encontré el secreto. En el lenguaje táctil de las polillas, como jeroglíficos ancestrales de miedos muy recientes. Aprendí haciendo lazadas con el cordón umbilical del pasado y del futuro. Amistades de cartón piedra. Mecanismos oxidados por las lágrimas que no viste caer. Ecos, tsunamis hambrientos, ondas expansivas de palabras y pensamientos que tan solo cambian de dueño.
Hagamos planes juntos, cumplirlos o no es realmente lo de menos, créeme. ¿Recuerdas aquel sueño?, ¿El de aquel río cristalino y la ciudad de los elefantes? Pues bien, al despertar no te lo dije entonces, pero te lo digo ahora:

-Ya no quedan escondites.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

7 comentarios

Ros -

el espacio es simplemente el mejor escondite para el alma me agrado sinceramente y pues visitare seguido me esfumo ^^

Marina Khalo -

¡OS HE VISTO!

Por el capitán Pescanova, que estaaaaba escondiiiiido en el comentario de las 18:04. Por Speedro que está “enterraaaaado un poco más bajo de la maaaanta”. Por humilde, que se le vio escondido, entre dos comentarios y unos puntos suspeeeeeensivos sugerenteeeeeees.

Por Iván, que anda en la nieblaaaaaa buscando el camino.

…Y el siguiente, que no digo (ya que no lo leo) y espero rompa la olla, salvando a todos.


PS. ¿Dónde está Xaaaaaabier, Ybris, Xispita, Mata, Lucy, Jim-Box, Refo, Paulinche, Pasiego,gb, Ainoa,….y todos los demás?

Marina Khalo -

¡Caray, Speedro!… ¡qué precioso e interesante lo que has escrito! Gracias

humilde -

....yo creo que realmente el temor a esconderse, es que tampoco te encuentre quien tu quieres que lo haga.... o que lo haga quien tu no quieres ni que lo intente....

Speedro -

¿Ya no quedan escondites? Al contrario, todos estamos escondidos. Profunda y sórdidamente, nos ocultamos un poco mas cada día, un poco mas adentro, un poco mas oscuro, un poco mas fácil, un poco mas perdidos. Ansiamos la calidez, la placidez del equilibrio que sabemos nos pertenece, y nos enterramos mas y mas bajo capas de arena y barro. A veces, durante la noche, cuando todo esta oscuro y calmado y caminamos la cresta de la vigilia, sin darnos cuenta, nos asomamos fuera de nuestro escondite, por accidente o imprudencia, posamos la mirada fuera de nuestra profunda madriguera. Y entonces, durante un breve lapso de tiempo tomamos conciencia plena de la angustia que tiene clavada nuestra alma, el terror se aloja en nuestras cuencas y tatúa con brillo cegador la retina con paisajes ancestrales. Todo cristaliza en un instante: la vacuidad y el mañana. Nos negamos la vida que íntimamente ansiamos, tapamos la llamada con capas vacías, una tras otra, ahogando el grito desesperado que reclama. Se ahoga la piel en nuestras madrigueras, la sed de veredas ancestrales, que sabemos nuestras, taladra nuestras vidas. Si somos cautos, habremos retrocedido rápidamente, nos habremos enterrado un poco mas bajo las mantas o pegado a nuestra pareja si la tenemos cerca. Nuestra mente se esconde aterrada e irónicamente, nuestro cuerpo la sigue como un reflejo vago y cotidiano. Quedan los ecos de lo que hemos visto, y la sed, la sed que tratamos de apagar ocultando su causa. Pero esa sed no muere, no se extingue. Nos persigue donde estemos y nos visita siempre que dejamos una rendija abierta. Otras noches, si somos imprudentes y no nos ocultamos a tiempo escucharemos ecos de grillos, un manantial cercano, el viento en las ramas, el prado susurrando e incluso los mas insomnes han llegado a escuchar a su propia alma preguntar ¿Por que te escondes?

Capitán Pescanova -

El único escondite está en nuestro interior, al igual que el único paraíso posible.
Un saludo.

Marina Khalo -

-“Ya no quedan escondites”.

Si ya no quedan escondites cuando hay una amenaza real y nos persigue la tragedia (andando por un desierto, cruzando un río, navegando sin rumbo en una mar en calma, en los escombros sin refugio de ciudades tras los bombardeos y la guerra), estamos perdidos. Nos convertimos en un blanco perfecto. Aún así, la capacidad de supervivencia, buscará ansiosamente una última “guarida”, la posibilidad de disimular el miedo y mimetizarse con el entorno. Hundirse en el paisaje. Convertirse en piedra, en arena, en agua, en muro…Quiero pensar, que siempre habrá salida. Es la única manera de buscarla. Aunque en estos casos, preferiría que no fueran necesarios los escondites, los refugios. Mejor enseñar, mostrar, descubrirse.

Esconderse por reclamo, para llamar la atención, con el único objetivo de que te busquen, es manipulador y descorazonador. Pudiera ser que nadie te buscara. Un proceso lógico cuando alguien se ha aislado durante mucho tiempo, prescindiendo cada vez más de una vida social.
Distinto es jugar al escondite: “uno-cocodrilo, dos-cocodrilo…quien no se haya escondido, tiempo ha tenido”. ¡Cómo me gustaba este juego! ¡Qué seducción tan tremenda lo que se oculta pero se imagina!

Cuando alguien se esconde, con la intención de esfumarse temporalmente, es recomendable aprovisionarse del kit hilos (el carrete) como Ariadna o cuerdas. Sí, Iván, tus lazadas. No vaya a ser, que se agazape tan bien, que no sepa salir del escondrijo. Si no hay nada de eso, se puede recurrir a dejar la baba (buena o mala) a nuestro paso, como el caracol. La mala baba no es muy recomendable, si tiene algo que ver con el que te encuentra. En cualquier caso, es importante salir de la trinchera sin rasguños o de existir, sean pocos y leves.

Ves, Iván, algún escondite queda. Como tu rincón.

Un saludo