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EL ESCONDITE DE IVÁN

LA RUTA

LA RUTA

Amigos, gracias por vuestra paciencia. Intentaré como uno de los propósitos del 2017, esta vez sí, estrenar mi nuevo libro de relatos cortos "EN LA AVIONETA SOBRÓ UN SITIO". 
Pero los retrasos no son siempre malos, gracias a él, podré incluir este mi último texto que espero os guste. !Feliz año a todos!:

LA RUTA

La vibración le despertó. Enseguida supo que algo iba muy mal. 
Los paneles se desangraban en pulsaciones de alerta. Nuevos pitidos iban sumándose al resto en una sinfonía aterradora.
Dormían en literas separadas, en habitáculos separados, así que los espacios comunes también los transitaban separados por sus trajes espaciales. 
Él abrió la puerta de su cuarto, ella dormía. El líquido de neo-hibernación ya enturbiaba sus venas.

Observándola respirar profundamente, pensó en que todo lo bueno que le había sucedido en la vida había sido por accidente. 
Siempre había estado dispuesto a desgarrar el universo de una dentellada, a provocar el fin del mundo sin saber que detrás de las ruinas y el polvo de estrellas no había nada más que la nada más absoluta, sin saber que no necesitaba tener suerte, únicamente deseaba sobrevolar un abrazo sincero. 
Con ella cerca se sentía poderoso y vulnerable a la vez, como un dragón de papel escupiendo fuego por la boca.

La vibración comenzaba a mover todas las cosas. El cuerpo de ella temblaba. A través del hueco de la puerta entreabierta comenzaba a filtrarse una luz azulada y cegadora y sintió la punzada en el pecho de una revelación. Ambos compartían destino pero su ruta siempre había sido errónea.

Una lágrima le sorprendió gravitando caprichosamente dentro de su casco mientras, desde la consola central, programaba una sobredosis de neo-hibernación en ambas literas.

Tumbado con la mirada fija en el techo, comenzó a sentir un mareo y el líquido congelando la sangre a su paso. Los pitidos se apagaron, la vibración se detuvo, la luz azulada fue debilitándose, todo volvió a la normalidad. Silencio.
Quizás, en realidad la ruta era la correcta y nada iba mal. Quizás tampoco había programado la sobredosis de la que nunca más despertarían. Ya en realidad no importaba. Haber descubierto que ella era el antídoto para todos sus finales, significaba a su vez aceptar que él era el veneno para cualquiera de sus comienzos.

Iván Sáinz-Pardo© (En la avioneta sobró un sitio)
Pronto de venta en Amazón.

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