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EL ESCONDITE DE IVÁN

DESCANSE EN PAZ

DESCANSE EN PAZ

Si quieres ver el cortometraje antes de leer el relato pulsa AQUÍ.

Desciende la bruma, lentamente, sobre un paraíso de ángeles caídos. Mar de espectros y sombras, cosecha de cipreses apuntando hacia un cielo gris plomizo, mientras el silencio se extiende, una vez más, adueñándose de todo.
El musgo cubre parcialmente las lápidas y las cruces en un húmedo abrazo. Y la mañana, quebrada, parece transcurrir a cámara lenta, como en una proyección lánguida y fatigada.
Poco a poco el ruido de los motores irrumpen en la espesa solemnidad de este cementerio abarrotado de nichos y flores. Una hilera de automóviles atraviesan la entrada, y un grupo de personas, cabizbajas y apesadumbradas, escoltan un ataúd de madera. Lentamente, desfilan dejando atrás la herrumbrosa puerta de la entrada.
Se han agolpado todos en torno a una zanja y dos jóvenes, ataviados con un mono azul, se preparan para introducir el ataúd. Un cura recita algunas palabras de una amarillenta Biblia, y un hombre mayor junto a la que parece ser su esposa, amagan con derrumbarse.
Las palabras se suspenden en el aire, como hojas desprendidas flotando entre los rostros grises. Y una joven de rostro desencajado deposita, tambaleante, una guitarra y una rosa roja sobre el ataúd.
Los hombres de mono azul comienzan a sepultar con sus paladas de tierra el féretro. Los visitantes continúan llorando en silencio y todo transcurre al margen de lo que ocurre debajo de ellos. Dentro del ataúd un joven abre los ojos.
¿Donde estoy?
El joven no entiende. Esta a oscuras. Solo recuerda que acudía con prisas al concierto. Él y su grupo tocaban anoche. ¿Anoche? Pero aquel automóvil apareció de la nada y catapultó su cuerpo por los aires.
Trata de moverse pero no siente su pierna derecha, está como dormida. Siente eso sí un agudo dolor. Algunas de sus costillas, sin ninguna duda fracturadas, parecen bailar a su antojo con el movimiento de su respiración. Y es entonces cuando realmente entiende donde se encuentra. Le llega a la cabeza el recuerdo de una vieja película en la que, erróneamente, enterraban vivo a un hombre. Pero no, él ni es un actor, ni lo que está ocurriendo es una película, y sabe que necesita urgentemente llamar la atención de los que le están enterrando antes de que la ceremonia termine o se le agote todo el aire.
¿Aire? ¡Dios mío, voy a morir asfixiado!

Y comienza a gritar durante varios minutos. Chillidos angustiosos y desesperados, golpes al ataúd y forcejeos. Pero decide calmarse, para así, en silencio, tratar de escuchar algo de lo que está ocurriendo allí afuera.
Silencio...
Su respiración y un pam, pam, pam... el ritmo frenético de su propio corazón. Silencio. Pero no, algo más produce esos golpes. De fondo, a duras penas, como un leve susurro, llantos de gente y una oración por su alma. Y reconoce entonces el ruido de la pala, imparable, clavándose en la tierra, y el ruido de las piedras, que sacuden de forma aterradora el ataúd.
La angustia y la desesperación le incitan a llorar y a golpear de nuevo las paredes de su prisión de madera. Con la voz ya desgarrada, vuelve a gritar con todas sus fuerzas. Pero la ceremonia está llegando a su fin y se abren algunos paraguas. Una repentina lluvia llega para apagar aún más los desafortunados intentos de aviso del joven.
Víctima de la fatiga, agotadas ya las fuerzas, sus chillidos se van desvaneciendo, y también sus golpes,. La gente comienza a marcharse y los enterradores echan la última palada de tierra. Los motores de los coches vuelven a encenderse, y uno de los enterradores que aún queda por allí, asienta el terreno con sus pies.
El joven parece haber perdido cualquier tipo de esperanza, aunque de forma prácticamente automática, continua aún dando algún grito y algún golpe con sus puños. Sabe que es demasiado tarde. Ya es irremediable. Va a morir.

El aire se vuelve pesado, insípido, está sudando. Comienza a notar una especie de mareo y como su mente sufre un silencioso schock. La locura se le acerca y le sonríe. No oye absolutamente nada.

El joven piensa en que por primera vez en su vida está completamente solo. Silencio. Únicamente le queda oírse así mismo, como quien se escucha balbucear bajo el agua, en el fondo de una piscina.
El joven vuelve a repetir el mismo grito y el mismo golpe de antes, una y otra vez, casi sin fuerzas, creando una especie de macabro ritmo.

¿Y por qué no?. Se dice.

Y claudicando ante la realidad de su inevitable destino, decide añadir una serie de golpecitos más con el nudillo y luego un nuevo compás. Va a morir, sin ninguna duda, pero a dos metros bajo tierra, el joven canta como otras veces su canción de apertura. Algo le impide ahora seguir llorando, algo extraño le incita a sonreír y sabe que este será, a pesar de todo, su último y su mejor concierto.
El cementerio lentamente va recobrando su silencio. La lluvia lame las lápidas y las coronas de flores. Los cipreses, insensibles al agua, apuntan al cielo con su rigidez natural. Cierto olor a tierra mojada acompaña al enterrador más demorado, que al alejarse, cree oír algo parecido a una música lejana, un ritmo incierto, prácticamente inapreciable. Por unos instantes, bajo la lluvia, cree estar escuchando a alguien cantar, aunque claro, en realidad, también pudiera tratarse de cualquier otra cosa.

Iván Sáinz-Pardo
"Al final del arco iris"
©-N333042/00

PD- Si os apetece ver el cortometraje de 9 minutos que realizé en video en el año 98 basandome en este relatito tan corto, clikea AQUÍ.

14 comentarios

klaudya -

es realmente bueno.. jaja el final es una joda pero es bueno, es simplemente lo que nos toca vivir en un mundo de encierro, hay que saber llevar el ritmo sino te asfixias rapidamente, en esos casos no te puedes dar ese gusto!... la lluvia no la vi por ningun lado, aunke en la historia escrita relata un poco de lluvia pero la lluvia de seguro le daria ese toke q a todos nos enkanta... dulce, fria, solitaria y enlokecida muerte..

Kefalegereta -

A mi me ha resultado un sinvivir el tramo final del corto, esperaba algún tipo de resultado positivo de la historia.

¿Porqué no seguiste la historia hasta que el enterrado deja de cantar? ¿Porqué cortaste en el subidón?

KlerdoyeT -

ummm.... el de el sueño del caracol me parece haberlo escuchado antes.... o leido, que se yo...... quizás leido en una cadena?... puede ser... que va!
y... el relato bastante bueno, el corto... bien tb... has leído ojos de perro azul de G.G Marquez?.. pues cuenta una historia algo parecida... un muerto en vida... muy bueno... seguire bajando algunos cortos... los que pueda... debo hacer uno y aun no se que relato seguir...

camila

Carlos -

estupendo el corto.
me ha recordado otro de Hitchcock en el que una chica presidiaria engaña al viejo enterrador de la prisión, y le putea y se cree más lista, hasta que se da cuenta que algo está fallando en el plan que entre los dos han urdido.

Algo sorprendente...

*

Zuriel -

Vaya, por fin entiendo el final, aunque me desagradaba un poquito ahora queda mejor complendido jijijijij.

Salu2 desde Oaxaca, Mexico

Sigue adelante compadre

JairoIglesias -

Impecable. La escena del ataúd la copió el sr. Tarantino para su Kill Bill 2...jeje.

Ahora que leo el texto entiendo mejor el final...que me disgustaba un poquito...enorabuena ivan.. ;)

IVAN -

Oido cocina. He añadido la opción de visionarlo antes de leerlo. Gracias Jimbo por la apreciación.

jim-box -

anda, que no contiene espoilers ese texto (para quien no lo sepa SPOILERS son frases que ayudan a desvelar el final de un corto, fastidiandolo para el espectador)
Avisa,COJONES!!!!

Jacko -

Yo soy el otro enterrador, jijij. Anda que... vaya arte tenemos con la pala, Iván!!

Anónimo -

Si, ja,ja,ja... soy el enterrador del final.
¿Y donde esta la lluvia?
Pues no teniamos dinero ni maquina de hacer lluvia así que nada. A pesar de todo fue divertido y me sentí satisfecho al conseguir recrear al menos esa angustia y esa sensación claustrobóbica. El resto de la gente son de Valladolid, amiguetes, actores de teatro y mis entrañables compañeros del curso de operador de cámara. ( Isabel, una de nuestras profesoras incluido) Toda una esperiencia. Fotos del rodaje las encontrais en Galeria de fotos en www.ivansainzpardo.com
Un abrazo a todos y gracias por vuestros comentarios.

Anónimo -

mmmm....no se que senti si miedo o reflexion....pero aprendi a vivir al maximo cada segundo de mi vida ...IMPECABLE LO QUE HE LEIDO Y VISTO un beso lenanis@hotmail.com ledis

raquel -

un besito con todo mi cariño

raquel
muaaaaaaaaaaaaa

Teresa -

Que angustía me dió la escena del ataud...Hasta me tuve que apartar del monitor porque sentía que me ahogaba!!!!

Hace poco descubrí El sueño del caracol y me encantó, la verdad es que me gusta lo que haces.
Con tu permiso voy a cotillear un poco también sobre lo que escribes.

ladesordenada -

¡Vaya! éste es uno de mis grandes miedos y una de las causas (entre otras muchas) de que sea donante de órganos y defensora de la incineración. El cementerio del corto es bonito, pero no soporto los nichos como agujeros en las paredes. Me ha gustado el relato y la película ¿Eras tú el enterrador que escucha la música? Me ha parecido que sí.
Un beso.