LA GUERRA DE LAS OPERADORAS
Mañana 1 de Marzo entra el vigor la fríamente calculada e injustificada subida de las tarifas por segundos y de un 25% del establecimiento de las llamadas por movil de las empresas de telefonia.
Mañana se propone el DIA SIN MOVILES para protestar por el abuso de las operadoras.
Muchos se refugian en que individualmente no se puede evitar nada, pero lo cierto es que el poder esta en quienes consumen y controlan la demanda. Y las cosas estan asi:
Las operadoras de móviles ya tienen preparada la nueva tarificación por segundos. La desaparición del redondeo al alza será efectiva a partir del próximo 1 de marzo de este año, como exige la nueva Ley de Mejora de la Protección de los Consumidores y Usuarios aprobada por el pleno del Congreso de los Diputados el pasado 21 de Diciembre.
Las operadoras de telefonía móvil han puesto en marcha su maquinaria comercial y de marketing para ajustar en segundos a las distintas tarifas que en la actualidad aplican a cerca de 40 millones de clientes.
Para compensar la tarificación por segundos:
-Nos suben el establecimiento de llamada de 12 a 15 céntimos ni más ni menos que un 25%. Establecimiento que ni siguiera existe en otros países europeos.
-Suben el precio por minuto entre un 15 y un 20%.
Como acto de protesta se sugiere que el día 1 de marzo, día que entran en vigor las nuevas tarifas, no se utilice el móvil absolutamente para nada, a no ser que sea de extrema urgencia.
Se intenta dar un toque de atención a estas compañías y que sepan que no estamos de acuerdo con sus abusos.
Amigos, podemos continuar agilipollados en nuestro absurdo conformismo o tratar de hacer una demostración de poder para intentar, al menos, que nos dejen de dar por donde tanto le gusta a Chubaka.
26 comentarios
Xabier Aurtenetxe -
El problema es otro. Las dos parlanchinas que algo hiperbólicamente describía (o sus silenciosos homólogos masculinos que, al cruzarse, sólo se saludan, acompanando la voz con un movimiento de la mano que da vueltas en torno a la oreja: pobrecitos, se han olvidado ya que los móviles no tienen disco giratorio para marcar los números) no se dan cuenta de que, cuando se han encontrado, la conversación era gratis y no alimentaba tontamente a un montón de empresas de telefonía. Y aquí llego al meollo del problema: necesitamos teléfonos móviles para vivir?
Para mí la respuesta es difícil. Contrariamente a esos seis de cada diez ni~nos espanoles, yo no tengo ese artilugio. El teléfono fijo lo puse para evitar que Iván subiera hasta el quinto piso (sin ascensor) y se encontrará con que yo no estaba en casa. Si algo es importante, la persona que busca el contacto insistirá. De quien no tiene ese interés, esa perseverancia, puedo prescindir.
Todos estos aparatos fomentan una cultura de la inmediatez (lo quiero aquí y ahora) con la consiguiente depreciación de las relaciones y no digamos de las formas: blogs y correos electrónicos son una buena muestra de ello.
En la "Gran Manzana", el senador Carl Ruge ha propuesto imponer multas de hasta cien dólares para quienes utilicen dispositivos electrónicos tales que móviles y MP3 al cruzar las calles pues "cuando los peatones prestan atención a su iPod, a su Blackberry o a sus móviles, caminan contra autobuses y coches lo que está convirtiéndose en un problema nacional". No soy amigo de prohibiciones (tanto más que yo hago tres cuartos de lo mismo ensimismado en la lectura del periódico), pero sí me preocupa este autismo electrónico.
Más aún me inquietan empero los artículos sobre el "hombre biónico" (ya andan sueltos por ahí un par de pioneros que se han hecho implantar chips bajo la piel)en los que se adelanta que en un futuro no tan lejano llevaríamos el móvil implantado en el cuerpo. Espero que si un día ocurre, las operadoras no hagan una huelga para subir los precios y nos dejen sin servicios, pues entonces, pese a llevar el "móvil-inn", las operadoras nos dejarían el cuerpo inmóvil. Personas que paran móviles o móviles que paran personas? El mundo al revés...
Llegado a este punto me despierto: sólo ha sido una pesadilla. Ni tan siquiera tengo teléfono móvil.
Marina Khalo -
Del abuso de las operadoras, hemos llegado al exceso de los que operan con los móviles. Son dos cosas diferentes y de la última se aprovechan los primeros. Y lo saben.
Gila hubiera pagado mucho si sus humorísticas conversaciones se hubiesen realizado por móvil. Posiblemente, esto no le hubiera dado ninguna risa. Desde luego (estoy contigo, Xabier, el teléfono fijo le daba más glamour, encanto y evocación). Esos diseños de auricular estilo montera y la necesidad del cable, que en las películas y en escena, ni aparecían; ayudaban a la interpretación, cargándola de una literatura, si me apuras hasta poética. Sugerente, el recurso dramático del teléfono. Un oyente, fuera del plano, cuya voz en off podemos oír o no. Un hilo telefónico del que depende el destino de una vida, del planeta: Dennis te llama, Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú?
De momento, nos han subido la tarifa a todos, independientemente de lo que hablemos. Yo he desactivado mi buzón de voz, para que los que me llamen no sean estafados si no me encuentran.
Me alegro, de que estés bien, Xabier.
Corto y cambio.
PS. Se han sacado el invento de cortometrajes hechos exclusivamente para el formato 2:2, es decir, para las pantallitas de no más de cinco centímetros de alto por cinco centímetros de ancho de sus teléfonos móviles. Una forma de morir aplastado por un vehículo en un paso cebra, mientras se ve el cortísimometraje de Tu muerte en un suspiro.
humilde -
Xabier Aurtenetxe -
Quizás alguno recuerde aún, con todo lujo de detalles, cómo era esa vida; cuales fueron las primeras anécdotas de su uso, cómo antes estaba mal visto y todo el mundo intentaba justificarse y argumentar mil excusas por haberse hecho con uno (gratis, claro...).
De repente, en ese país (distanciación brechtiana, puesto que nunca volveré ahí), hay más teléfonos que habitantes (y según la consultora Deloitte, habrá en 2007 más líneas móviles que fijas.
Como siempre, el pasar de cero a cien, en tan poco tiempo, (actitud irredenta en nuestra "Pell dell brau"), supone una digestión complicada.
Si debiera recurrir a mis propios recuerdos, el teléfono era un aparato negro que estaba en el pasillo (de algunos). Cuando llegué a los trece, mi madre consideró que, estudiando yo en un colegio de jesuitas, donde todos eran hijos de empresarios, debía tener un teléfono por el que me pudieran llamar. Pensamiento inocente desde el amor maternal. Entonces se podía también elegir un teléfono, digamos que crema- si evoco a la saudade , diría hasta marfil-. En las películas del cine-forum los había visto hasta azul cielo y, sobre todo, rosa; pero eso era sólo para las actrices americanas (Ay, aquellos tiempos de "con Fraga hasta la braga". De ahí nació Norma Duval, la musa del PP y figura casi cotidiana de la página tres del AS (en esos tiempos en sepia. Os podéis imaginar un primer plano de su hemisferio meridional, así en sepia. Bueno, era el fin de los sesenta...)
No me puedo imaginar clases en el colegio con el móvil sonando por doquier. He escuchado a algunos enamorados, picoteándose (por teléfono!), y entre silencio y silencio de treinta segundos, decirse que se echan de menos y que dentro de una hora volverán a hablar. Los hay que se saludan, sin aparentemente mucho tiempo, y se dicen, acompanando la voz con la mano que da vueltas a un torno en una oreja, que luego se llamarán. Y se llaman, sin darse cuenta de que por la manana, cuando se han encontrado, la conversación era gratis y no alimentaba tontamente a un montón de empresas de telefonía.
Mi pesadilla pudiera tener lugar en el puente "Zubi-Zuri" de santiago Calatrava en Bilbao.
Con la máxima naturalidad puedes seguir a una viejecita con el carrito de la compra que le dice (por móvil) a su amiga:
-Dónde estás?
-Estoy llegando. Estoy al otro lado del semáforo. Me ves? Estoy con un traje gris y un jersey azul.
Siquen hablando por el móvil hasta que el semáforo se pone en verde. Se encuentran en la mitad del paso de cebra, y mientras se dan un par de besos de tú por aquí y tú por allá, siguen hablándose desde el móvil.
pequeñoIbán! -
IVAN -
Las operadoras niegan hoy el efecto de la protesta, como es lógico, y las cifras unicamente estan en sus manos, pero se sospecha que ha sido un exito. Yo soy el primero que piensa que este tipo de protesta no da solución al problema, pero consigue dos cosas muy importantes a mi modo de ver:
-Demuestra que no estamos conformes con el abuso y que somos conscientes de ello.
-Y lo más importante, nos damos cuenta de que somos nosotros quienes abusamos del movil en gran parte inutilmente. Y que podemos vivir sin abusar de el.
Si estan transformando el uso del movil en un lujo, tratemosló como tal y sigamos, pues, utilizandolo para emergencias o momentos realmente necesarios. ¿Cuantas llamadas realizamos al día que nos podríamos perfectamente ahorrar?
Traducir vuestra cuenta mensual de movil a pesetas y pensar en ello un segundo. Gran parte de ese gasto absurdo pudiera ser invertido en muchas otras cosas.
En esta Web estan analizando los resultados a espaldas de las operadoras:
http://www.womitv.net/usasteelmovil/
Saludos a todos.
Carmi, un beso para chema y mis lindas sobrinitas.
Carmina -
Sisterboy -
Budokan -
Valeria -
Pero sí, algo habrá que hacer ante el abuso.
Un saludo
ecléctica -
Sisterboy -
Femme -
iago -
Bezos.
IVAN -
Siento si te has sentido ofendida, como ves no es para nada la intención.
Un saludo.
ecléctica -
IVAN -
El gobierno debería actuar inmediatamente.
Pasiego -
Mientras que los ciudadanos de a pié sigamos ejerciendo de ovejas, el PODER que nos dirige y los políticos que nos ignoran, seguirán utilizándonos para su propia satisfacción.
No hace tanto tiempo, los móviles no existían; ¿tan dificil es intentar comunicarnos por otros medios?Este, por ejemplo, mientras nos dejen utilizarlo ... ¿gratis?.
Ruth -
ecléctica -
Sansara -
Lidia -
Como no lo uso mucho no será muy dicifil.
Hay mil cosas que hacer!
IVAN -
¿Xavi?
VUELVE, TE NECESITAMOS!!!
Sisterboy -
Aun asi haremos lo que podamos
Marina Khalo -
Te escucho, Iván. Un saludo
Capitán Pescanova -
Un saludo, Ivan.