21 GRAMOS (Alejandro Gonzales de Inarritu, U.S.A, 2003)
¿Cuanto puede pesar un culebrón?
Supongo que depende del género. Hay culebrones genuinos y puros como los venezolanos. Hay culebrones sofisticados y moralizantes como los americanos. Hay culebrones estilizados y con clase como los de Almodóvar. Y hay culebrones pretenciosos y faltos de ingenio que pretenden pesar 21 gramos exactamente.
Es licito tratar de vender un producto. Es lícito la exaltación de la acción y la trama en los trailers. Es lícito provocar con un póster llamativo. Es muy lícito buscar un titulo atractivo. Pero es aconsejable esconder siempre un poco el plumero.
En Alemania asistí a la premiere de un corto de mi escuela que me llamó la atención sobretodo por su póster. Una fotografía bellísima, con unos colores verdes y rojos saturados aludiendo descaradamente al look de Amelie. Después, el corto, no incluía ese fotograma, ni ese estilo, ni siquiera el look que vendía aquel póster de la película. Encima era penoso.
Señores, aquí sucede lo mismo. Empezar a hablar de 21 gramos, del peso del alma y de todas esas cosas, es vender algo que perdonen ustedes, no tienen absolutamente nada que ver con este soporífero dramón.
21 gramos es como pasearse y rebozarse en un charco de sangre durante más de dos horas. Simplemente hay, a mí entender, tantas decisiones de dirección y de guión tan mal tomadas, que estas estorban inevitablemente en el camino para realizar unos propósitos que en un principio parecían honestos e interesantes:
Ritmo no significa únicamente desestructuración. Iñarritu ya acusaba de una evidente falta de control del ritmo en su interesante Amores Perros. Tras un comienzo espectacular y trepidante con historias cruzadas y escenas impactantes, nos abandonaba, así sin más, a la mitad del largísimo metraje, con una única y pesadísima historia de una modelo y su perrito, durante casi cuarenta y cinco minutos. A la vuelta, cuando el autor pretendía retomar de nuevo las otras historias y unirlas todas en un supuesto final magistral, habían pasado más de tres horas, y la gente, únicamente, pensaba ya en irse a mear, en las sobras de la nevera o en llamar a la novia.
En esta otra trata de darle misterio a una historia con menos misterio que una partida de críquet, volviendo loco al personal con una estructura al estilo puzzle. Una destructuración gratuita que no aporta nada a la dramaturgia y entorpece la narración.
También se dio a conocer por esa estética videoclipera de Amores Perros. Pero aquel look que se impregnaba de forma natural en los ambientes degradados de Mexico, las apuestas con perros y los vagabundos, aquí ya no funciona tan bien. Sin embargo parece querer repetir a toda costa la formula que ya le llevara a la nominación al Oscar, sin pensar honestamente en lo que la historia en realidad necesita. La fotografía de colores saturados y la cámara en mano resulta efectivamente muy cool pero no ayuda, a mi parecer, en la labor de aumentar el realismo y la credibilidadal a la historia. Y como esta no da para mucho más, pues se repite el lenguaje visual una y otra vez, y vemos como la viuda mira hacia el cuarto de los niños, y después las corbatas del marido, y ahora se sienta en el lugar del accidente, y entonces mira una foto de familia, y ahora escucha por decimocuarta vez el ultimo mensaje en el móvil. Y nos cansamos de ver sufrir a una siempre (y aquí especialmente) excelente Naomi Watts, que se merece el Oscar mucho más que de sobra. Y nos cansamos de ver sufrir al personaje interpretado por Sean Penn, que no puede caer bien al publico, engañando e ignorando de esa forma a su mujer, (parece mentira señores guionistas, en este caso, señor Iñarritu) autodestruyéndose y tambaleándose por ahí sin sentido. (Mira que me gusta Sean Penn, pero quizás me harté de verle flirtear de forma tan descarada con la sobreactuación.) Lo cierto es que me costó entender del todo su drama personal. Por que en esta peli, amigos míos, hasta el apuntador tiene un trauma infantil, un oscuro pasado y un drama con forma de losa de cemento cargada a la espalda. La mujer o novia de Sean se marcha con su drama a no se sabe donde, y la mujer de Becicio del Toro, limpia los restos de accidente del coche de su marido moviendo la banderita de su propio drama (que tampoco se entiende muy bien porque tampoco se la dedica la atención necesaria) tratando de aprovechar sus segunditos de fama, mientras Benicio (estupendo), pues actúa practicamente de Benicio que para eso se le da de miedo.
Y como esto no se sostiene ni con siete actores de Hollywood luchando despiadadamente por el Oscar, pues hay un embarazo que llega ya con desgana, y una venganza poco creíble con un desenlace aún menos creíble, para rematar en un final digno de un anuncio televisivo de seguro bancario donde se nos intenta vender, ya casi en los créditos del final, la dichosa teoría de los 21 gramos.
Con 21 kilos más de aburrimiento, tras otro estiradísimo metraje de más de 120 minutos, salimos resoplando y preguntándonos quien coños quiere ver una película sin un solo gramo de esperanza.
Si 21 gramos se lleva de mi parte un aprobado raspón es únicamente por el encomiable trabajo y el esfuerzo de sus actores.
Supongo que depende del género. Hay culebrones genuinos y puros como los venezolanos. Hay culebrones sofisticados y moralizantes como los americanos. Hay culebrones estilizados y con clase como los de Almodóvar. Y hay culebrones pretenciosos y faltos de ingenio que pretenden pesar 21 gramos exactamente.
Es licito tratar de vender un producto. Es lícito la exaltación de la acción y la trama en los trailers. Es lícito provocar con un póster llamativo. Es muy lícito buscar un titulo atractivo. Pero es aconsejable esconder siempre un poco el plumero.
En Alemania asistí a la premiere de un corto de mi escuela que me llamó la atención sobretodo por su póster. Una fotografía bellísima, con unos colores verdes y rojos saturados aludiendo descaradamente al look de Amelie. Después, el corto, no incluía ese fotograma, ni ese estilo, ni siquiera el look que vendía aquel póster de la película. Encima era penoso.
Señores, aquí sucede lo mismo. Empezar a hablar de 21 gramos, del peso del alma y de todas esas cosas, es vender algo que perdonen ustedes, no tienen absolutamente nada que ver con este soporífero dramón.
21 gramos es como pasearse y rebozarse en un charco de sangre durante más de dos horas. Simplemente hay, a mí entender, tantas decisiones de dirección y de guión tan mal tomadas, que estas estorban inevitablemente en el camino para realizar unos propósitos que en un principio parecían honestos e interesantes:
Ritmo no significa únicamente desestructuración. Iñarritu ya acusaba de una evidente falta de control del ritmo en su interesante Amores Perros. Tras un comienzo espectacular y trepidante con historias cruzadas y escenas impactantes, nos abandonaba, así sin más, a la mitad del largísimo metraje, con una única y pesadísima historia de una modelo y su perrito, durante casi cuarenta y cinco minutos. A la vuelta, cuando el autor pretendía retomar de nuevo las otras historias y unirlas todas en un supuesto final magistral, habían pasado más de tres horas, y la gente, únicamente, pensaba ya en irse a mear, en las sobras de la nevera o en llamar a la novia.
En esta otra trata de darle misterio a una historia con menos misterio que una partida de críquet, volviendo loco al personal con una estructura al estilo puzzle. Una destructuración gratuita que no aporta nada a la dramaturgia y entorpece la narración.
También se dio a conocer por esa estética videoclipera de Amores Perros. Pero aquel look que se impregnaba de forma natural en los ambientes degradados de Mexico, las apuestas con perros y los vagabundos, aquí ya no funciona tan bien. Sin embargo parece querer repetir a toda costa la formula que ya le llevara a la nominación al Oscar, sin pensar honestamente en lo que la historia en realidad necesita. La fotografía de colores saturados y la cámara en mano resulta efectivamente muy cool pero no ayuda, a mi parecer, en la labor de aumentar el realismo y la credibilidadal a la historia. Y como esta no da para mucho más, pues se repite el lenguaje visual una y otra vez, y vemos como la viuda mira hacia el cuarto de los niños, y después las corbatas del marido, y ahora se sienta en el lugar del accidente, y entonces mira una foto de familia, y ahora escucha por decimocuarta vez el ultimo mensaje en el móvil. Y nos cansamos de ver sufrir a una siempre (y aquí especialmente) excelente Naomi Watts, que se merece el Oscar mucho más que de sobra. Y nos cansamos de ver sufrir al personaje interpretado por Sean Penn, que no puede caer bien al publico, engañando e ignorando de esa forma a su mujer, (parece mentira señores guionistas, en este caso, señor Iñarritu) autodestruyéndose y tambaleándose por ahí sin sentido. (Mira que me gusta Sean Penn, pero quizás me harté de verle flirtear de forma tan descarada con la sobreactuación.) Lo cierto es que me costó entender del todo su drama personal. Por que en esta peli, amigos míos, hasta el apuntador tiene un trauma infantil, un oscuro pasado y un drama con forma de losa de cemento cargada a la espalda. La mujer o novia de Sean se marcha con su drama a no se sabe donde, y la mujer de Becicio del Toro, limpia los restos de accidente del coche de su marido moviendo la banderita de su propio drama (que tampoco se entiende muy bien porque tampoco se la dedica la atención necesaria) tratando de aprovechar sus segunditos de fama, mientras Benicio (estupendo), pues actúa practicamente de Benicio que para eso se le da de miedo.
Y como esto no se sostiene ni con siete actores de Hollywood luchando despiadadamente por el Oscar, pues hay un embarazo que llega ya con desgana, y una venganza poco creíble con un desenlace aún menos creíble, para rematar en un final digno de un anuncio televisivo de seguro bancario donde se nos intenta vender, ya casi en los créditos del final, la dichosa teoría de los 21 gramos.
Con 21 kilos más de aburrimiento, tras otro estiradísimo metraje de más de 120 minutos, salimos resoplando y preguntándonos quien coños quiere ver una película sin un solo gramo de esperanza.
Si 21 gramos se lleva de mi parte un aprobado raspón es únicamente por el encomiable trabajo y el esfuerzo de sus actores.
6 comentarios
Air Jordan shoes -
IVAN -
Gracias por tu visita y tu comentario. Bienvenido.
Sergio -
hector zambrano -
p.d. tengo 17 años me gustaria estudiar cine sime pudieran dar algun tip se los agradeceria soy de puebla, mexico
ÍO -
Yo corro a ver Sin City por 4ta vez. Saludos muy afectuosos.
Y ya, después del tercer intento ya no se me olvida que 2+2 son 4
cpunto -
saludos!
C.