DERRIBADO
Sobrevuelo los tejados, los ríos, los campos y lugares que enseguida reconozco. Con el gesto desencajado, planeo por encima de mi pueblo. En mi retina se repiten, a la vez, las escenas imborrables de aquellas misiones imposibles, los fogonazos de las bombas de artillería, los recuerdos de noches infernales de metralla, desolación y muerte. Interminables meses de sangre y destrucción nos han deteriorado y nos han hecho envejecer a la avioneta que me prestó mi padre y a mí. La guerra ha terminado y los soldados supervivientes, después de cientos de incursiones sobre la zona aérea enemiga, regresamos a nuestras casas.
Finalmente logro aterrizar sobre el jardín de mi casa y mi padre me esta esperando allí, con el pelo alborotado y encanecido y dos brillantes lagrimas cayéndole por las mejillas cansadas.
Al verle, después de tanto tiempo, me emociono y corro a abrazarlo, sin embargo, mi padre me para con un:
-¿Sabes?, casualmente esta noche tuve un sueño muy extraño. Yo estaba en casa y preparaba un estofado en la cocina cuando, entonces, llamaban a la puerta. Un hombre de mirada turbia, disfrazado de cartero y sin pronunciar palabra, me entregó un paquete. Al abrirlo, encontré algo envuelto en papel de regalo. Dentro, descubrí una estatuilla de yeso con la forma de una virgen. Al principio, entretenido en buscar algún nombre o alguna dirección de procedencia, no me percaté pero, instantes después, no pude evitar soltar un grito de espanto al descubrir que el rostro de aquella estatuilla era el rostro de tu mismísima madre.
Hijo mío, desde su muerte sufro de pesadillas y alucinaciones y es por esto que, durante mi sueño, pensé que aquello se trataba tan solo de una alucinación más. Me entró rabia y miedo, la derribé de un manotazo y esta se partió en mil pedazos. Resulta que la estatuilla estaba hueca por dentro y en su interior encontré algo. Entre los trozos del suelo encontré una llave que no se que es lo que abre.
-Papá, ese es, sin duda, un extraño regalo para un extraño sueño. ¿Pero no vas a darme un abrazo?
Mi padre, señalando una pequeña y roñosa caja de madera que hay junto a sus pies, contesta:
-¿Sabes?, lo verdaderamente extraño de todo esto es que, esta mañana, al despertar, buscando esa llave por todos los sitios, encontré esta pequeña caja de madera cerrada con llave, enterrada aquí, en el jardín, al lado del ciruelo.
Ahora le podía observar mejor. Mi padre estaba notablemente envejecido y su mirada había perdido el brillo y la vitalidad de años atrás. Sus músculos, cansados, mostraban a un hombre más encorvado y achacoso.
-Papa, tengo que decirte algo. En todo este penoso tiempo de guerra tu avioneta se ha estropeado un poco.
Mi padre echa entonces un vistazo rápido a la avioneta.
-!Maldita sea, hijo!, ¿es que no vas a aprender nunca a cuidar las cosas?
Con los brazos en forma de jarra, mi padre se acerca unos pasos más hasta la avioneta, y tras examinarla por unos breves instantes, vuelve a echar de nuevo el grito en el cielo:
-!Oh! ¡Pero, dios mío!, si a mi avioneta le falta media ala derecha y, además, está repleta de balazos y metralla Por cierto, hijo, ¿cómo es que a ti te falta una pierna?
-Papá, la pierna la perdí junto con el trozo de ala hace ya casi dos años en una de las misiones.
-¿Lo ves? Siempre te he dicho que eres un desastre, un inmaduro y un verdadero despistado. Supongo que al menos habrás soñado historias interesantes durante todo este tiempo con las que poder entretener al viejo de tu padre.
-Pues sí, papá, precisamente esta noche tuve un sueño muy curioso: Llamaban a la puerta de casa y mamá recibía a un hombre del ejército que le entregaba una pequeña caja de madera. Después mamá lloraba desconsolada al ver las cenizas grises del interior, mientras tú, con una pala, cavabas un agujero en el jardín junto al ciruelo.
Mi padre se agacha a coger la caja de madera, se da la vuelta, marcha y abre la puerta de casa.
-Vamos hijo, estarás muy cansado y seguro que querrás darte una ducha y cenar algo.
Al pasar por delante de mi padre, este me agarra cariñosamente por el hombro.
-Hijo, estoy muy contento de que al fin estés en casa de nuevo. Como puedes ver, tu padre se ha convertido en un misero anciano, pero, ¿sabes? me he cuidado de reservar la suficiente fuerza y el tiempo necesario para que podamos reparar juntos nuestra avioneta y poder escuchar, mientras tanto, con detenimiento y uno a uno, el resto de tus sueños.
Iván Sáinz-Pardo
"El sendero de la oveja negra"
N 33042/1997
R.P.I: VA-1329
7 comentarios
REFO -
Hablamos.
Marina Khalo -
sus bielas de acero y se ha aplastado contra el techo, que ha abollado. Me enteraré también de que las nervaduras de ala se han despegado y que ciertos cables de comando están desgastados hasta el último fragmento.
Y sigo vaciándome. Ignoro cuándo me vendrá la indiferencia de las grandes fatigas y el fúnebre gusto del descanso. (*)
(*) Fuente: Saint-Exupéry, "El piloto y las potencias naturales", en Un sentido de la vida, Buenos Aires, Ed. Troquel, 1971.
Iago -
Bezos.
desahogandome -
Bonito, curioso, pero no sé si llegué a comprenderlo, salvo que los sueños sobrevivan a la muerte, que tal vez. Estaré espeso.
un saludo
Stultifer -
humilde -
Angel -