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EL ESCONDITE DE IVÁN

AL FINAL DEL ARCO IRIS

LA CONFESIÓN

LA CONFESIÓN Hoy voy a decir toda la verdad.
Cuando aprobaba por los pelos y ocupaba mi tiempo en clases particulares, cuando callaba como si no supiese de que hablabais, cuando hacia ver que perdía el tiempo con bobadas irrelevantes, cuando me paseaba con supuestas novias todas ellas guapísimas, cuando escuchabais mis comentarios de machote, era todo simulado.
EN REALIDAD SOY UN EMPOLLÓN GAFOTAS Y ADEMÁS SOY GAY.
Puedo demostrarlo. PULSA AQUI
Solo era cuestión de tiempo.

LA CONFESIÓN

LA CONFESIÓN Hoy voy a decir toda la verdad.
Cuando aprobaba por los pelos y ocupaba mi tiempo en clases particulares, cuando callaba como si no supiese de que hablabais, cuando hacia ver que perdía el tiempo con bobadas irrelevantes, cuando me paseaba con supuestas novias todas ellas guapísimas, cuando escuchabais mis comentarios de machote, era todo simulado.
EN REALIDAD SOY UN EMPOLLÓN GAFOTAS Y ADEMÁS SOY GAY.
Puedo demostrarlo. PULSA AQUI
Solo era cuestión de tiempo.

LA CONFESIÓN

LA CONFESIÓN Hoy voy a decir toda la verdad.
Cuando aprobaba por los pelos y ocupaba mi tiempo en clases particulares, cuando callaba como si no supiese de que hablabais, cuando hacia ver que perdía el tiempo con bobadas irrelevantes, cuando me paseaba con supuestas novias todas ellas guapísimas, cuando escuchabais mis comentarios de machote, era todo simulado.
EN REALIDAD SOY UN EMPOLLÓN GAFOTAS Y ADEMÁS SOY GAY.
Puedo demostrarlo. PULSA AQUI
Solo era cuestión de tiempo.

GOTAS NEGRAS

GOTAS NEGRAS

Llueve… ¿verdad?
Únicamente me alimento de películas y de conversaciones que bucean conmigo.
Hay nubes blancas. Hay luz y aire allí afuera pero, mientras quede algún resquicio de oxígeno en mis pulmones, prefiero seguir buceando aquí abajo, en el fondo, en la oscuridad de mi cuarto.
Quizá la tentación de abandonarlo todo sea mayor cuanto más jóvenes e inexpertos somos. Pero aún hay un interruptor incrustado en mi muñeca. Cierro mis ojos. Tus palabras:

-La gente hace daño y tú eres como un trozo de carne sin piel. Llegaras muy, muy lejos o serás un autentico desgraciado. Te lo digo yo, que te conozco mejor que nadie. Yo, que te alquilé mi útero durante casi un año y te vendí mi corazón para el resto de mi vida; te lo digo mientras esta se consume como las provisiones de un montañista. Anda cariño, se bueno y acércame las zapatillas... que aquí no hay montañas que subir con pies descalzos.

-No te vayas, no me dejes solo. No te mueras nunca.

Pero abro los ojos y ya no estas. Respiro el alma de otro de esos días grises y clónicos, uno de esos estúpidos días que parecen fotocopias aburridas de otros tantos y que parecen pesar toneladas asperas e invisibles. Y también estan esos días que son como las gotas de lluvia de una tormenta de verano. Esos días en que nos sentimos pletóricos, felices, dueños absolutos de una vida auténtica y apasionante. Dias de oasis en contraste con los dias de destierro en los que nuestra vida se presenta tan interesante y especial como la partida al busca minas en el ordenador de un tonto.

Cae la noche y me tumbo delante del televisor a ver de nuevo "The Doors", de Oliver Stone y, después, me duermo pensando en la figura de Jim Morrison.

-¿Conviven todos los dioses tan cercanos a la infelicidad?

Lo pregunto porque vuestro Dios está hoy también aquí abajo, en mi cuarto. Vuestro Dios bucea conmigo, aunque él hace trampa. Él es un pez, ágil y perfecto, mientras que a mí y a todos los demás, únicamente nos bautizó como hombres.
Veo una señal a lo lejos, quizás una sonrisa inesperada, quizás sea un anzuelo escondido, pero esta vez prefiero dormir. Estoy agotado. Mañana quizá no me importe subir, volver a la superficie, buscar una señal, pero esta noche permaneceré aquí abajo. Sé que aún no ha llegado mi momento. Se que allí arriba continua lloviendo. Llueve, puedo sentirlo, caen gotas negras.

Iván Sáinz-Pardo
"Al final del arco iris"
©-N333042/00

HOY ES VIERNES

HOY ES VIERNES

Hoy es viernes.
Los viernes tienen algo de especial. Los viernes brillan como unos zapatos nuevos en una cuadra. Si tuviera que morirme esperaría hasta el lunes.
Antes los viernes eran fantásticos. En el colegio o en el instituto los viernes siempre fueron el mejor día de la semana. Talleres, teatro, gimnasia, ética, industrias de la alimentación, horas libres, excursiones y los cumpleaños.
En el colegio los cumpleaños siempre se celebraban los viernes. Tarde en la ciudad, desmadre y fiesta en casa de algún amigo o en cualquier hamburguesería.
La excitación de los viernes casi ha desaparecido y, sin embargo, todos los lunes continúan siendo una mierda.
Hoy es viernes y estoy sentado en un banco. Ha salido el sol después de seis meses y creo que realmente la sangre me circula de otra manera.
En Munich, cuando sale el sol, aparecen niños hasta por las alcantarillas. Hay cochecitos de niños y madres tristes por todos los lados. Y los viejos, que a pesar del buen tiempo, embutidos en sus abrigos y bajo sus gorros, desconfiados, vuelven a hacerse los dueños de las calles y las plazas. Se sientan estoicos, con sus rostros arrugados y se estiran al sol con gran vehemencia. Aquí muchos viejos están locos. Aquí muchos locos se hacen viejos, impotentes, viendo pasar el tiempo. Y todos ellos se reúnen alrededor de los bancos los viernes y beben toda la cerveza barata que pueden comprar y alborotan.
Yo los observo a ellos y a las madres con sus niños, mientras hago tiempo hasta entrar a trabajar. Observo el mundo de los que no trabajan y me siento tan feliz y excitado como un niño que ha burlado el colegio.
Hoy es viernes. Me pregunto si todos los viernes calzan el mismo número. Porque no tengo nada que ver con los días que se despegan de vuestros calendarios de oficina. Seguiré comiendo lo que yo quiera y no aceptaré vuestros purés aunque no me devolváis nunca más mis dientes.
A los dieciséis, un viernes por la tarde, entre lágrimas y sollozos, le revelé un secreto a mi madre:

-Mamá, creo que no soy como los demás. No puedo dejar de sentirme distinto, de hacerme preguntas imposibles y de pensar en cosas extrañas. Creo que, a pesar de lo que tú creas, no soy de este planeta.

Han pasado más de quinientos viernes desde entonces y aún me sigo sintiendo como un extraterrestre.
Me gustan los viernes, o lo que queda de ellos.
Hoy es viernes, hace sol, y a pesar del peso de todas las cosas, me siento estupendamente.
Nadie debería estar solo los viernes, porque es el día en el que todos los trenes de la felicidad y de la tristeza descarrilan, y después uno, lo quiera o no, ha de seguir cualquiera de los caminos a pie.

Iván Sáinz-Pardo

"Al final del arco iris"
©-N333042/00