VEINTISÉIS
Llegó la primavera.
Pero me siento estafado, como la madre que recibe la visita de su hijo y descubre, que lo único que le queda en realidad de la dichosa visita, es una bolsa de deporte llena de ropa sucia para lavar y planchar. El hijo apareció con un: ¡Hola!, y en breves segundos, y con un: ¡Adiós!, se desvaneció como un fantasma.
Llevamos tres horas de primavera, pero Munich sigue gris como la panza de una sardina bávara. Anoche, después de recoger los restos de la Fiesta, me fumé un porrito tranquilamente, sentado a oscuras en el balcón, mientras Lucy me contaba sus cosas desde la cama, y desde fuera, nos acompañaban los cánticos de los pájaros. Eran las cuatro de la madrugada, Lucy era victima de una felicidad afable y de la verborrea simpática del vino español que compramos para la Fiesta, mientras, los pájaros nos anunciaban la inminente llegada de la primavera. El árbol de mi jardín tiene veintiséis nidos. Anoche yo también estaba feliz. Llegaba la primavera y no me importó contarlos. La primavera, en realidad, se lleva por dentro.
Pero me siento estafado, como la madre que recibe la visita de su hijo y descubre, que lo único que le queda en realidad de la dichosa visita, es una bolsa de deporte llena de ropa sucia para lavar y planchar. El hijo apareció con un: ¡Hola!, y en breves segundos, y con un: ¡Adiós!, se desvaneció como un fantasma.
Llevamos tres horas de primavera, pero Munich sigue gris como la panza de una sardina bávara. Anoche, después de recoger los restos de la Fiesta, me fumé un porrito tranquilamente, sentado a oscuras en el balcón, mientras Lucy me contaba sus cosas desde la cama, y desde fuera, nos acompañaban los cánticos de los pájaros. Eran las cuatro de la madrugada, Lucy era victima de una felicidad afable y de la verborrea simpática del vino español que compramos para la Fiesta, mientras, los pájaros nos anunciaban la inminente llegada de la primavera. El árbol de mi jardín tiene veintiséis nidos. Anoche yo también estaba feliz. Llegaba la primavera y no me importó contarlos. La primavera, en realidad, se lleva por dentro.
2 comentarios
Anónimo -
Jacko -
Que abandone las nubes este invierno.
Y que dure.