EL SOTANO DE MI ABUELA (Rescatado)
Este fin de semana se casa mi amigo Israel en la iglesia de Puente Viesgo. Nos quedaremos unos días en la antigua casa de mi bisabuela que ahora es, por caprichos del destino, una casa rural. Esto me recuerda mucho a este post que publiqué en Abril. Para este tipo de situaciones y con la intención de recuperar los post más memorables y más clasicos de la web, he creado un nuevo tema: EL POST RESCATADO. Cada mes volverá un clásico. Cuidaros y un abrazo.
La casa de mi abuela tenía una cocina y mi familia entera comía en ella.
La cocina tenía grietas por la humedad y los años y estaba inclinada hacia un lado porque era vieja.
-Algún día el suelo se abrirá y caeremos todos al sótano.
Decía mi abuela, pero al final todos comíamos la fruta en la cocina inclinada y terminábamos la limonada.
Un día, el vaticinio de mi abuela se santiguó en la iglesia de la realidad, el suelo se abrió bajo nuestros pies y las grietas se hicieron por fin adultas. Creo recordar que conseguimos salir todos a tiempo, aunque siempre se habló de la posibilidad de que, en aquel fatídico día de verano, alguien cayera al sótano.
La gente corría y gritaba, mientras la mesa, las sillas y los platos se hundían para desaparecer junto con el suelo desquebrajado. Yo, mientras, sentado en el jardín, lo observaba todo atentamente.
-Esto no pasa todos los días, así que hoy debe ser un día muy especial.
Pensé, sintiéndome con suerte de poder presenciar algo semejante. Sin embargo, creo que mi abuela no pensaba ni sentía lo mismo, porque pude ver como ella, en silencio, lloraba sin cesar, a moco tendido. A mi abuela le llamamos siempre abuela pero es en realidad mi bisabuela, la llamamos así, porque sin querer, nació en el mil novecientos y ya está un poco vieja la pobre.
A pesar de las lagrimas de mi abuela, todos seguíamos observando aquel fabuloso espectáculo. Aquel enorme agujero estaba hambriento y se tragaba en su estruendo los muebles, los cuadros y hasta aquel calendario que cambiaba de Virgen cada mes.
Primero comenzaron a llegar las vecinas y luego los turistas del hotel, al final, prácticamente era media Cantabria quien aplaudía y vitoreaba disfrutando del espectáculo. Mientras, yo me comía un bocadillo de atún y mi abuela continuaba llorando lagrimas de cocodrilo. Nunca he sabido realmente cuando mi abuela lloraba de tristeza o de felicidad.
El ruido se detuvo con el sonar de las campanas de la iglesia y todo terminó. La gente marchó satisfecha a misa y yo también me fui, pero a comprar un helado donde Petri y a jugar con Ainoa y las mellizas. De esta forma fue como pude presenciar personalmente la manera en la que la casa de mi abuela se quedó irremediablemente sin cocina y también, muy probablemente, sin algún invitado despistado, que creyendo que terminaría cayendo en el sótano, acabó, ni más ni menos, que en el puto infierno. Pobre desdichado, no saber como todos nosotros que en la casa de mi abuela nunca existió ningún sótano.
Iván Sáinz-Pardo
"El sendero de la oveja negra"
N 33042/1997
R.P.I: VA-1329
La casa de mi abuela tenía una cocina y mi familia entera comía en ella.
La cocina tenía grietas por la humedad y los años y estaba inclinada hacia un lado porque era vieja.
-Algún día el suelo se abrirá y caeremos todos al sótano.
Decía mi abuela, pero al final todos comíamos la fruta en la cocina inclinada y terminábamos la limonada.
Un día, el vaticinio de mi abuela se santiguó en la iglesia de la realidad, el suelo se abrió bajo nuestros pies y las grietas se hicieron por fin adultas. Creo recordar que conseguimos salir todos a tiempo, aunque siempre se habló de la posibilidad de que, en aquel fatídico día de verano, alguien cayera al sótano.
La gente corría y gritaba, mientras la mesa, las sillas y los platos se hundían para desaparecer junto con el suelo desquebrajado. Yo, mientras, sentado en el jardín, lo observaba todo atentamente.
-Esto no pasa todos los días, así que hoy debe ser un día muy especial.
Pensé, sintiéndome con suerte de poder presenciar algo semejante. Sin embargo, creo que mi abuela no pensaba ni sentía lo mismo, porque pude ver como ella, en silencio, lloraba sin cesar, a moco tendido. A mi abuela le llamamos siempre abuela pero es en realidad mi bisabuela, la llamamos así, porque sin querer, nació en el mil novecientos y ya está un poco vieja la pobre.
A pesar de las lagrimas de mi abuela, todos seguíamos observando aquel fabuloso espectáculo. Aquel enorme agujero estaba hambriento y se tragaba en su estruendo los muebles, los cuadros y hasta aquel calendario que cambiaba de Virgen cada mes.
Primero comenzaron a llegar las vecinas y luego los turistas del hotel, al final, prácticamente era media Cantabria quien aplaudía y vitoreaba disfrutando del espectáculo. Mientras, yo me comía un bocadillo de atún y mi abuela continuaba llorando lagrimas de cocodrilo. Nunca he sabido realmente cuando mi abuela lloraba de tristeza o de felicidad.
El ruido se detuvo con el sonar de las campanas de la iglesia y todo terminó. La gente marchó satisfecha a misa y yo también me fui, pero a comprar un helado donde Petri y a jugar con Ainoa y las mellizas. De esta forma fue como pude presenciar personalmente la manera en la que la casa de mi abuela se quedó irremediablemente sin cocina y también, muy probablemente, sin algún invitado despistado, que creyendo que terminaría cayendo en el sótano, acabó, ni más ni menos, que en el puto infierno. Pobre desdichado, no saber como todos nosotros que en la casa de mi abuela nunca existió ningún sótano.
Iván Sáinz-Pardo
"El sendero de la oveja negra"
N 33042/1997
R.P.I: VA-1329
10 comentarios
IVAN -
Elwing, Natan, Frinee, bienvenidos. Frinee, desde esta pagina, en el menu de la derecha se pueden ver los cortometrajes, El Sueño del Caracol incluido. Es la forma menos complicada de compartir el corto con tus amigos. Sino, mandame un mail: Sevenrain7@hotmail.com
Natan, te he mandado un email.
Jacko, te he visto en posiciones menos forzadas pero mas divertidas...jejeje
Solistra y desordenada, un placer. Ya sois una especie de maravilloso clasico en esta web.
Alma, la raja de los mundos suena a remake de La guerra de los mundos. Tom Cruise, inspecciona la raja y baja a ver de donde salían esos tripodes destructores...
Pasiego, te veo muy puesto en la fauna y flora cantabra. Un placer.
Teresa gracias por tu visita y un abrazo.
Saludos a todos. Esta proxima semana más y mejor.
Frinee -
HAce poco ví "El sueño del caracol". Aún me tiene encantada. ¿Hay alguna forma de compralo en México? Me gustaría compartirlo con mis amigos. Gracias.
Natan Schiriak -
Cordialmente Natan Schiriak
Jacko -
ladesordenada -
Un beso, Iván.
solistra -
Besos
alma -
elwing -
Mil besazos nuevo amigo.
pasiego -
Teresa -