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EL ESCONDITE DE IVÁN

POST RESCATADO

EN LA AVIONETA SOBRÓ UN SITIO (Rescatado)

EN LA AVIONETA SOBRÓ UN SITIO (Rescatado)

Yo, a solas, me buscaba a mí mismo a tu lado, bebía torbellinos, comía rayos y cenaba centellas, sin tener los planos, construía una avioneta para huir con ella los dos juntos.

Sembramos juntos en nuestra huerta, sin saber aún que los frutos que llegarían iban a ser condenas bajo el árbol de nuestra relación.

El buzón permanecía vacio de respuestas, la lluvia implacable mermando nuestros muros de barro. Al menos parecíamos estar bien juntos, compartiendo momentos, cerrando las fugas, tarareando la vida sin atender a las palabras.

Yo, solitario, te buscaba en los pasadizos, mientras, tú me esperabas junto a nuestro árbol con el hacha en la mano. Cavamos trincheras, alargamos pactos agónicos emplazando los compromisos de nuestro cariño.  

Tú, a solas, te buscabas a ti misma a mi lado, bebías torbellinos, comías rayos y cenabas centellas y me escondías tu miedo a volar, tu miedo a compartir mi rumbo renunciando a tantas cosas.

En la avioneta sobró un sitio.

Iván Sáinz-Pardo
"En la avioneta sobró un sitio" ©2011

CARTA PARA MI MUNDO INTERIOR (Rescatado)

CARTA PARA MI MUNDO INTERIOR (Rescatado)

¿De verdad que no podemos aspirar a un mundo mejor? ¿Realmente no podemos intentar cambiar a una sociedad más justa y humana?

Si estas en el lado bueno de la moneda, la de la gran minoría, tendrás el dinero suficiente como para no desear ningún cambio. Si por lo contrario, estas en el lado mayoritario, la cara desafortunada de la moneda capitalista, tendrás que canalizar todas tus energías para sobrevivir, para luchar por lo más básico; conseguir dinero para las tres comidas básicas, para garantizar un techo seguro para ti y para los tuyos. Si con suerte no estás en la cárcel por robar para conseguirlo, podrás estar viviendo en casa de tus padres, o en la cola del paro, o esclavizado tras un puesto de trabajo precario, insuficiente y posiblemente sin sentido para tu propia autorrealización como persona creativa y autentica. Porque sí, aunque traten de evitar que lo creamos, aunque nos sometan a la competitividad, a la jungla de la desinformación y a la hostilidad social, somos seres complejos y maravillosos, mal condicionados, maltratados, pero nacidos contrariamente con la capacidad individual y colectiva para brillar, para amar y cumplir la mayoría de nuestros sueños.

Unos pocos, en el control casi absoluto, nos dicen lo que queremos oír, fomentan nuestro hastío, nuestra pasividad social. Nos mienten en susurros electorales para hacernos creer que vivimos en un sistema justo, igualitario, democrático, humano y lleno de posibilidades para todos nosotros, pero es un mito, un espejismo, una gigantesca falacia para seguir sometiéndonos. De esta forma, derrocan cualquier posibilidad de alternativa social, de revuelta, de cambio global. Nos hacen creer que no existe nada mejor que pueda llegar a funcionar. Nos obligan a claudicar. Nos arrebatan cualquier tipo de esperanza.
Pero no vivimos en países constitucionales, porque nuestras constituciones son únicamente frases bonitas para una utopía que no les interesa cumplir. Nuestros deberes se controlan con policía, antidisturbios, multas, jueces, cárcel y en muchos lugares, incluso, con la pena de muerte. Nuestros derechos, sin embargo, no se cumplen y no sucede NADA.

Según el Artículo 47 de la Constitución:

"Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación."

Según el artículo 31 de la Constitución:

"Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo."

El derecho a la libre expresión se vulnera no solo en Cuba bajo el humo de Habanos dictatoriales, sino también bajo sonrisas operadas como la de Berlusconi en un país tan supuestamente democrático y cercano como Italia. Pero también existe la Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas que, igualmente, se infringen y se vulneran no solo en España, sino en todos y en cada uno de los países de este planeta. Si no se lo creen, búsquenla y lean los artículos. Son 30 bonitos artículos escritos como ornamento decorativo y con el único propósito de ayudar a calmar nuestro espíritu crítico y ético y someternos. Y ya, de los derechos de los animales o de la protección de nuestro medio ambiente, la naturaleza, los ecosistemas, o el control ante la exfoliación y el saqueo de los recursos naturales mejor ni hablamos.
Y es que nuestras sociedades supuestamente democráticas son otro mito, para empezar, porque no se cumplen ninguna de estas regulaciones institucionales, para continuar, porque el sistema político es un fraude en sí mismo. En este, se nos engaña haciéndonos creer que tenemos el poder y el derecho de elegir libremente a nuestros políticos y que estos tienen la capacidad real de poder cambiar las cosas y luchar por nuestros derechos y por nuestro bienestar. Pero este sistema del capitalismo y su sistema monetario de monopolio, oligopolio y libre mercado es una dictadura encubierta de los carteles bancarios y de las grandes multinacionales. Estos dominan los medios de comunicación, financian las campañas electorales y manipulan el bipartidismo político en un teatrillo absurdo. Las multinacionales solo responden a una cosa, a la ganancia económica, al superávit y no a la ética ni al bienestar social. El sistema monetario se basa únicamente en la escasez de recursos, en la especulación, en valores que riñen con la ética y con los principios humanos. Nos hacen creer que gozamos de nuestro individualismo, que vivimos en un mundo libre, repleto de oportunidades pero este es otro espejismo manufacturado y prefabricado intencionadamente.

¿Acaso no compramos nuestra ropa en las mismas franquicias? ¿No hacemos y compramos las mismas cosas, las mismas marcas, vemos los mismos programas, comentamos las mismas cosas?
Colegio, Instituto, Universidad, mundo laboral, televisión, centro comercial, ganar dinero, trabajar, consumir, ocio, acontecimientos deportivos, trabajar, consumir, ocio, trabajar, consumir…Nenuco, Ferrari, Caja Madrid, Banco Santander, Zara, Mango, C&A, Ajax, Axe, Binaca, Cacharel, Calvin Klein, Colgate, Dolce & Gabbana, Gillette, Mac Donalds, Burger King, Tele pizza, Buenafuente, Isabel Pantoja, Belen Esteban, Vodafone, Movistar, Real Madrid, Barsa, Adidas, Ikea…

Y mientras se privatiza y se comercializa con absolutamente todo lo que forma nuestro escenario de vida, se deja de lado todo lo que no es rentable para el lucro personal y egoísta de dichas élites. El Estado, ni nos protege ni nos educa, nos castiga con cárceles para todos los que no puedan costearse su libertad con fianzas millonarias, cárceles superpobladas para la no minoría en la élite, que, de ninguna forma y como nos venden, funcionan como lugares para la reinserción social.
El Estado nos deja a la deriva ante un sistema que tan solo nos ve como estadística electoral, audiencia para cuotas televisivas y como míseros productos para mantener el consumo.
Las multinacionales farmacéuticas solo invierte en enfermedades generales que puedan resultar negocio y deja de lado las enfermedades “raras” que hacen sufrir o matan a unos “pocos”. Se crean enfermedades y virus nuevos para vendernos nuevas vacunas milagrosas. Se congelan los verdaderos estudios para la curación si se puede seguir haciendo negocio con la enfermedad a precios abusivos. Nuestra salud y nuestra enfermedad ya es parte de su grotesco negocio, es otro spot televisivo cualquiera, otro espectáculo de magia y circo.
Los niños están siendo mediatizados, los padres educan a duras penas sin los recursos ni el tiempo necesario para ello en una injusta desventaja ante el poder millonario y mediático de las grandes corporaciones, los jóvenes son surtidos con pasatiempos, televisión, consolas, películas, drogas baratas y con más oportunidades de ocio y basura mental que nunca antes en toda nuestra historia. !Chavales, no protestéis, no hay trabajo, no hay futuro más allá de la fama espontanea, de la felicidad inmediata enlatada y sin esfuerzo, emborracharos, tomad más móviles de última generación, más juegos, más alcohol barato, tabaco, grasas saturadas, frivolidad, sexo y violencia que calme vuestra verdadera voluntad!
Los adultos son aterrorizados con el paro, con la inestabilidad laboral y de sus economías. Sobreviven sus vidas insatisfechas, sus relaciones ansiosas, sus sueños truncados, con la impotencia de no controlar nunca del todo sus propias vidas, de no tener tiempo de replantearse las cosas, de reflexionar, de mirar a los lados. Asustados por no poder garantizar su propia felicidad ni la de sus familias.
Aun así, seguimos sumisos, dando vueltas en la noria para hamsters, con el holograma de nuestra supuesta felicidad delante, frustrados, enfermos, atemorizados, aturdidos sin ánimos ni fuerzas para reclamar nada mejor.

Sin embargo, la felicidad se consigue superando el miedo que consumimos. No tengamos miedo por tanto. Busquemos la prosperidad en nuestra propia salud mental, en el respeto hacia nosotros mismos y nuestros principios y el respeto hacia los demás y nuestro entorno. Comencemos a ser quienes realmente queremos ser, desde ya, aunque haya que sentirse distinto, único, aunque creamos que podemos quedarnos solos. No te avergüences por sentirte como te sientes, hemos sido influenciados y condicionados a lo largo de nuestras vidas por valores contradictorios, por ferreos estamentos políticos, comerciales y religiosos. Pero en realidad, nadie puede decirte quien tienes que ser o que tienes que hacer con tu propia vida. Ser realmente libre comienza con una verdadera democracia interior. Desde ahí, con nuestra voluntad y nuestra esencia vital renovadas, comencemos a reclamar y a construir un mundo exterior mejor para nosotros y para los demás. No tenemos nada que perder. Una vez caído el espejismo, tan solo hay que entender que, aunque no encontremos de primeras otros sistemas sociales y económicos alternativos infalibles ni totalmente perfectos, si que hay otras muchas posibilidades esperándonos, existen y merecerá la pena luchar y vivir por alcanzarlos. Una vez derroquemos el mito de esta sociedad enferma e injusta que hipoteca ciegamente nuestra felicidad siempre hacia futuros irreales, que sabotea la esperanza del progreso y de nuestro bienestar, realmente será muy fácil encontrar algo distinto que arrebate el poder dictatorial de las élites criminales que gobiernan actualmente nuestras vidas y que, a poco, mejore así la situación de este planeta y de todos los seres que lo habitan.

Iván Sáinz-Pardo 30-3-2010

ENERO DUELE (Rescatado)

ENERO DUELE (Rescatado)

Enero es una cuesta sin cambios en la bicicleta. Enero es una bajada sin frenos en la bicicleta. Enero es un accidente sin sentido en la bicicleta. Enero no tiene sentido. Enero duele como un descalabro. Enero es un pinchazo, un despiste, un despropósito. Enero no pidió permiso y cruzó sin mirar. Febrero perdió por ello tres días de su cuerpo pero se olvidó de llorar por ello. Enero circula atropelladamente por delante de nuestras pupilas dilatadas, con la vida de juguete por estrenar en casa y nuestros buenos propositos, cada año, posando junto al contenedor de basura.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2008

POST PARA NADIE (Rescatado)

POST PARA NADIE (Rescatado)

Un soplo al oído, como un murmullo inventado.
Apareces para aliviar el desmayo, el vacío, el coma profundo. Tu alivio tiene forma de marea alta. Tu sonrisa salta el gran charco e ilumina mis días de oficina, la rutina acolchada, desparramada por mis grietas. Apago los pitidos de alarma y abro la ventana para provocar la corriente de tus promesas. Quito la música para embalar con trocitos de mi alma cada una de tus palabras y sonrío sin proponermelo, sin esfuerzo alguno.
Las historias bonitas, a veces, tienen finales tristes, otras no, pero siempre se vuelven a apagar las luces y nuestra esperanza nos abre los ojos a una nueva historia. Pero tú escribes a solas el guión y me atenazas con engaños y falsas esperanzas, escondes las reglas del juego, monopolizas la aventura para conspirar la gran mentira. Me aplazas, me aparcas, me retrasas, me recolocas a tu gusto y manera con tus promesas sin moverte un centímetro hacia mí.
Desapareces. Me abandonas, me dejas succionada, seca, vacía. Me cortas las alas y caigo sin remedio. La marea ha bajado, pero nunca desaparece del todo. Esta me deja aquí sola, anclada en la orilla de mis días sin ti como cómplice, junto a nuestros planes medio enterrados, desangrados, inertes, en la bahía muerta de una historia que no estas dispuesto a terminar.
Me dices que la vida es un viaje solo de ida y que sin juego, sin riesgo, sin promesas, sin sueños...el amor no tiene sentido. Y aunque ya no soy una adolescente, contigo me dejo vender la moto más bonita del mundo.
Vuelves y vas, me arrastras y me abandonas y yo que termino por no soportar tanto dolor, lloro de rabia para atraer de nuevo el desmayo, el vacío, el coma profundo. Mientras todo se apaga, enciendo de nuevo la radio:

“…tú juegas a tenerme, yo juego a que te creas que me tienes,
serena y confiada, invento las palabras que te hieren,
tú juegas a olvidarme, yo juego a que te creas que me importa...
trataré que no tenga ningún sentido,
como no ha tenido sentido, tanto sinsentido junto.”

Hay canciones que parecen buscarnos, esperarnos, perseguirnos. Sin claudicar espero un soplo al oído, un soplo inventado, con la esperanza ahora de que sea de otro, de aquel que si sepa verme y encontrarme a través del espejo

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2006

LA CALLE DEL UNICORNIO (Rescatado)

LA CALLE DEL UNICORNIO (Rescatado)

Bajo por la calle del unicornio, inundada con publicidad en vallas, marquesinas, y posters. En todas ellas se anima a salvar el planeta luchando contra el cambio climático a cambio de comprar coches, diamantes, aspiradoras, seguros, tostadoras o abrigos de piel.
Me acaricio la sien, los pinchazos no cesan y aún sigo sin recordar el lugar del homicidio múltiple de mis neuronas anoche. Imagino centenares de cadáveres en descomposición, apestando a través del vapor de mi aliento alcoholizado.
Desperté en el vagón de un metro, con dirección a ninguna parte, salí tambaleándome hasta alcanzar las escaleras que suben a la calle.
Me fijé en la gente, en sus rostros neutros, grises, opacos, circulando como autómatas, preprogramados por sus horarios, por sus propios roles bajo las reglas de una sociedad impuesta, como avatares esclavos al propio juego de la vida. Las cámaras de seguridad se muestran en pantallas y monitores, los protagonistas son los humanos vistiendo casi igual, utilizando los mismos gadgets, compartiendo hábitos y acciones, comprando las mismas cosas en las mismas tiendas, interactuando bajo los mismos códigos impuestos, cargando sus cuerpos por el hormiguero de una sociedad capitalista. Nos enseñan a renegar de nuestros principios, a engañar nuestra consciencia, a evitar el criterio propio, nos bombardean con información contradictoria, nos confunden con valores de cartón piedra, nos incitan a perseguir oasis virtuales y a soñar con estados de felicidad holográfica, controlándonos y transformándonos en perfectos y logotomizados consumidores compulsivos.
El brazo me pica incesantemente, es una especie de escozor que no consigo reconocer. Me detengo ante la puerta de una clínica de cirugía estética y en el antebrazo me descubro un tatuaje penetrado en tinta negra, los bordes inflamados en un litoral sangriento. El dibujo forma una frase con cuatro palabras que ayer no estaban ahí.

“DIOS ES UN BROKER”

En esos momentos, por la puerta sale una joven, no tendrá más de dieciséis años, pero va vestida y arreglada como la putita del dueño de un casino. Me sonríe y se dirige directamente a mi, asegura conocerme aunque yo estoy seguro de no haberla visto antes en toda mi vida. Me acordaría de ella si fuera de otra manera porque, debajo de todo el maquillaje, se adivina la niña más guapa y perfecta que mis ojos han visto. Me da un beso en los labios, me agarra del brazo y me devuelve al metro de nuevo sin dejar de hablar sobre la fiesta en la que estuvimos anoche. Me empuja al baño de mujeres, me empuja dentro de una de las cabinas y dentro me coloca mis dos manos sobre sus dos pechos erguidos y generosos. Se desnuda toda la parte de arriba y me los muestra muy orgullosa. El regalo de cumpleaños de su padrastro. De mi pantalón extrae una bolsita de plástico a la vez que me los baja hasta los tobillos. Extrae dos capsulas rojas, se traga una y me mete a mí la otra en la boca. Se arrodilla y se apodera de mi polla.
Desde ahí abajo se dirige a mí con sus preciosos ojos verdes. Descubro que esta llorando.

“Es cierto que el dinero no da la felicidad, pero ayuda a aparentarla ante los demás.”

Silencio. Yo miro al techo, en mi paladar explota un sabor amargo metálico, mis ojos se apagan en un manto negro hasta que pierdo el conocimiento.

Despierto en el vagón del metro, de nuevo me apeo tambaleante en la siguiente estación. La gente me empuja y yo busco el nombre de la estación mientras me rasco el picor del antebrazo.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2009

LAS HERMANAS DE SARA (Rescatado)

LAS HERMANAS DE SARA (Rescatado)

No estaba siendo el mejor de mis días. Con una mañana tan fría, a nadie, a parte de mí, se le ocurriría salir a tomarse el café a la Plaza. Pero disfruto de los escalofríos provocados por el contraste entre el frío de fuera de mi cuerpo y el calor que se forma dentro con los sorbitos de café. Soy un adicto al aroma de vainilla de los Starbucks.

No he dormido bien. Me desperté enrarecido tras un extraño sueño. En él, pude notar y ver como yo mismo salía de mi propio cuerpo. Me sentía ligero, volátil. Por un instante me vi a mi mismo, durmiendo, allí tumbado sobre mi cama, con los ojos cerrados. Me asusté tanto que volví a entrar a mi cuerpo inerte de un violento golpe y desperté de inmediato, lleno de pavor.

Siempre supe encajar las derrotas con estoicismo y deportividad, pero este caso había sido distinto desde el principio. El mismo día que conocí a Sara y a su atormentada familia, comprendí que ya nada volvería a ser como antes.
El Comité ha declarado, después de meses enteros de un interminable proceso, para finalmente determinar la naturaleza de la enfermedad de la pequeña y su futuro. Hoy es el día, tan solo hace unos minutos que el destino de Sara se ha tatuado de forma indeleble y sin que aún tan siquiera en su casa sepan nada al respecto. Yo mismo tendré que comunicarles personalmente la noticia.

He aparcado el coche cerca del barrio y me dirijo a pie entre las callejuelas atestadas de gente. Hay un mercadillo ambulante realmente animado a pesar de las bajas temperaturas. Las primeras luces navideñas y los primeros adornos se dejan ver ya en muchos sitios.
El trastorno bipolar, los posibles estadios de esquizofrenia aguda, en general, toda la versión defendida por los expertos, no ha cuajado, y la fuerte medicación a la que Sara ha estado sometida, finalmente le ha sido retirada de inmediato. Mis investigaciones, las que trataban de demostrar un cuadro de habilidades paranormales en Sara, se han desquebrajado también y todo ha terminado con un empate técnico. Este es el peor de los resultados para Sara y su familia. Todo vuelve a quedarse exactamente igual que como estaba hace tres años. Quizás hubiera sido mucho más práctico que la balanza se hubiera inclinado para alguna de las partes.
Aún no se como enfocar la situación desde un punto optimista para enfrentarme a la familia de Sara. No he encontrado una explicación satisfactoria a la grave situación personal y familiar que lamentablemente voy a dejar tras de mí. Aún no se ni que la voy a poder decir a ella. Sara es una niña extremadamente inteligente y sensible. Únicamente observará mis ojos, mi semblante y ya no necesitará explicación alguna.
Mientras subo las escaleras del domicilio, noto un escozor, un nudo áspero en el estómago.
Nunca terminé de creer mis argumentos. Nunca sentí que lo que Sara me contaba pudiera ser real. Nunca le creí. Sé que ella también lo sabe, a pesar de todo. Por eso también se que ella no va a reaccionar a la noticia de forma violenta. Entonces me detengo en la escalera y me descubro como un miserable. ¿Realmente he dado todo lo que puedo?
Puedo decir que me he implicado como nunca antes. Que le he dedicado todo el tiempo necesario y mucho más. Que he permanecido a su lado en todo momento. Pero quizás no hice lo más importante. No conseguí nunca llegar a creer de verdad en sus palabras.
Sara insiste en que tiene seis hermanas, exactamente iguales a ella. Dice que son siete en total. Sara las vé, se comunica con ellas y convive así desde hace tres años. Nadie más las ha visto nunca. Sara explica que son hermanas mellizas, que son idénticas a ella, pero de caracteres muy distintos.
En mis sesiones, he logrado captar energías que no deberían de estar ahí, he logrado percibir informaciones que invitarían a pensar que Sara pudiera tener razón. Pero ninguna prueba totalmente clarificadora y lo suficientemente sólida como para convencer a nadie y menos a un jurado.
Únicamente he conseguido paralizar su tratamiento médico y desestabilizar la veracidad de su diagnóstico. Quizás los médicos tengan razón y solo se trate de un desdoblamiento psícótico, una experiencia bipolar de angulaciones mixtas complejas. Quizás mi actuación este perjudicando la cura de Sara.
Las supuestas hermanas no hablan, se comunican con Sara por la mente. A veces la obligan a hacer cosas terribles. Otras, asegura Sara, han sido llevadas a cabo incluso directamente por alguna de ellas.
Sara estaba sola en la casa cuando la madre encontró a Pitt, el cocker de seis años, la mascota de la familia, desangrado dentro de la lavadora. Los ojos del perro aparecieron tres días después del suceso en la escuela de Sara, dentro de su mochila. Sara fue expulsada del Colegio y ella siempre insistió en que no tenía nada que ver con el asunto. Acusó a dos de sus hermanas invisibles. Después comenzaron sus continuos y extraños intentos de suicidio.
Ya estoy delante de la puerta de la casa de Sara. Pero no puedo llamar aún. Estoy muy nervioso. Me siento un momento en la escalera.
El padre de Sara murió hace unos años. Se arrojó una noche por la ventana del salón. Lo encontraron inerte, desarticulado, en un charco de sangre a primera hora de la mañana. Había sido un cartero trabajador y eficiente durante muchos años. Sara habla de dimensiones paralelas, de espejos que son ventanas y de la ceguera en la que vivimos. Tengo horas enteras grabadas en una pequeña grabadora. ¿Y si fuera cierto? ¿Y si realmente convive con sus hermanas invisibles?
El estómago me da un vuelco y me pilla desprevenido. Sucede concretamente al recordar las palabras de Sara, esta vez desde una perspectiva distinta, desde la perspectiva de la verdad. Mis recuerdos, sus teorías, todo impacta de forma contundente y distinta en mi cabeza.
Hoy termina mi cometido. El caso esta cerrado. Hoy visitaré a Sara y a su madre posiblemente por última vez. Hoy tengo que contarles lo que ha sucedido. Hoy tengo que hacerles partícipes de una mala noticia.
No puedo concentrarme en el discurso. Me levanto y llamo a la puerta. Continúo sin encontrar un argumento algo esperanzador, pero voy a improvisar, voy a actuar sin pensarlo más.
Oigo los pasos de la madre de Sara acercarse al otro lado de la puerta. Voy a mirarle a los ojos sin vacilar y desde una posición nueva. Por primera vez, y a pesar de la derrota en el juicio, voy a creer absolutamente en Sara. Se que es lo mínimo que puedo hacer ya. Aunque sea demasiado tarde.
Se abre la puerta. Entro y miro a mí alrededor. Descubro la casa con ojos distintos, me siento extraño, casi otra persona. La madre de Sara me mira expectante. Voy al grano y describo con palabras certeras y directas lo sucedido en el juicio. Escucho mis palabras a la vez que las pronuncio, como si fueran de otra persona, como si provinieran de un aparato de televisión desde la sala de al lado.
La madre se pone a llorar y yo detengo mi mirada en los porta fotos que muestran algunas fotos familiares. En ellas se puede ver a Sara, de pequeña, acompañada de su padre y de su madre.
La pequeña me espera en su cuarto, arriba.

Como un autómata, subo las escaleras. Es muy raro, pero según me acerco a la habitación, mi incertidumbre, mis nervios, desaparecen. Hoy creo plenamente en Sara y siento una especie de raro placer, una especie de alivio interior.
Abro la puerta y encuentro a la niña arrodillada en el suelo, delante de su cama. Entre sus manos sujeta una linterna. Sara, al escuchar el ruido de la puerta, levanta la cabeza y se dirige a mí:

-¿Juegas con nosotras?

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2006

DESAYUNO KRYPTONITA (Rescatado)

DESAYUNO KRYPTONITA (Rescatado)


Escribo a impulsos, a trompicones, a garrotazos de furia y corazón y, supongo, que por eso soy capaz de saltar como un canguro en el formato corto y como un oso panda medio lisiado en el formato largo.
Me tomo mí tiempo, sabedor de que con cada día que pasa, se escapa algo importante, pero también siendo plenamente consciente de que la madurez nos vuelve menos impetuosos, pero también más hábiles y un poquito más sabios.
No soy un realizador consecuente, ni perseguidor de records, ni un pupilo aventajado de mis propios propósitos. Quizás tan solo soy un escritor poco disciplinado, quizás tan solo soy un villano, un director resultón y casual cuando la ilusión me acompaña, y un Clark Kent torpe y mediocre cuando no encuentro cabinas de teléfonos a mano o se me olvida que la salvación del mundo cinematográfico ha de pasar irremediablemente por tener que ponerme unas ridículas medias y una capa para pagar la hipoteca.
Me recreo en historias que interiorizo, en historias que personalizo y que me hacen vibrar, sin escuchar y sin mirar a los lados, sin motivaciones triviales ni concretas, persiguiendo a ciegas la luz del inconsciente. Me gusta rumiar las ideas, dejarlas fermentar, mandarlas al exilio para rescatarlas después. Pienso en imágenes, en situaciones sugerentes y fictícias para sentimientos reales. Recreo laberintos de salidas cambiantes y esporádicas en los que me pierdo para agonizar y sufrir o para disfrutar con el pataleo de placer que nos otorga cada pequeño espejismo. Defiendo a muerte y me siento orgulloso de cada minuto fílmico que he parido hasta la fecha y me encanta desayunar soñando con que, por mucha kryptonita que la vida me arroje a las espinillas, seguiré luchando honestamente para que esto no cambie nunca.

Iván Sáinz-Pardo

FLORES EN EL CAFÉ (Rescatado)

FLORES EN EL CAFÉ (Rescatado)

El consumidor es un gato, yo soy un hijo de perra y hay demasiado dinero en juego como para dejar la partida a medias. Sobre el tablero del monopoli no se puede jugar al parchis, no se puede escribir una carta de disculpa, no se puede plantar y cuidar un árbol, no se puede educar a un hijo, no se puede hablar de amor ni de las cosas en común si no son de marca. Más allá de las casitas rojas y las cartas de arriendos e hipotecas no hay generosidad ni pactos, no hay actos de solidaridad o de bondad. En la creación del dios del Dollar, en el reino feudal del dinero, casi todo se publicita, todo se vende y absolutamente todo se compra. El dinero ya es muchísimo más que un instrumento de transacción, sin este, no hay entrada ni acceso para nuestro hogar convertido en un casino planetario, de luces de neón y regentado por mafiosos sentados en los despachos de la banca internacional. 

¿De dónde proviene nuestro dinero?, ¿Lo gastamos coherentemente a nuestros principios?, ¿En que invierten los bancos nuestro dinero? 

Los consumidores antes éramos dóciles y mansos, obedientes y manipulables como lo suelen ser los perros. Los consumidores éramos perros con siete vidas vírgenes. Ahora, con la saturación informativa, con las toneladas de desinformación, de mensajes basura, conceptos contradictorios, engañosos, con la sobreexposición publicitaria, abusiva, constante, con seis vidas malvendidas, despilfarradas, hipotecadas, malheridas desangrándose sobre nuestra alfombra del salón, nos hemos vuelto mucho más caprichosos, más difíciles de embaucar. Los gatos como sabemos, van mucho más a su aire, son más finos, más selectivos y delicados y no suelen comer cualquier cosa que se les ofrece.

El consumidor es un gato que se mea sobre el televisor. La tele, esa amiga fiel, esa amiga catódica, amiga plasma, LCD, LED, analógica, digital, esa vendedora compulsiva, esquizofrénica al que ya le abrimos la puerta de nuestras casas hace unos cuantos años y al que ofrecimos sin pensarlo el mejor,  más intimo y privilegiado de los rincones, lleva unos años perdiendo protagonismo en nuestras vidas. Internet, tecnología portátil, centros comerciales, las vías y los medios para alcanzar al consumidor están cambiando junto a sus propios hábitos y el campo de la publicidad está sufriendo un estado de caos e incertidumbre sin precedentes.

El consumidor es un gato y el vendedor un hijo de perra. Trabajar alegremente en el mundo de la publicidad es en gran parte tan grotesco como ser un vehemente coleccionista de armas, detrás del arte y de la estética en si misma se esconde el cadáver putrefacto de nuestra ética. Yo prefiero venerar el talento de cualquier “diosaputadecarretera” para mover su culo proletario en su desesperada intención de ganarse su libertad, que el de los contadores de historias, los creativos, los flautistas de Amelin, los realizadores que invertimos el nuestro a ciegas para ayudar a vender cualquier producto, motivando muchas veces al consumismo y otras tantas al engaño. El talento de comunicar, de saber manipular los sentimientos, las reacciones de los espectadores, puede llegar a ser tan desequilibrante y poderosa como una AK-47 en las manos de un desequilibrado mental con mucho odio y algo de dinero para gastarse. Y si los criminales de Monsanto van y nos ofrecen una piscina llena de oro a cambio de un anuncio que limpie la sangre y las lágrimas derramadas por sus pobres víctimas y clientes, saltaremos de alegría al comprobar los dígitos de nuestra cuenta bancaria, mientras las flores secas de los difuntos caerán sobre nuestro café matutino. Y es inútil, al dinero no se le pregunta, ni se le juzga. Al puto dinero se le sonríe pero nunca se le pide responsabilidades morales. El dinero reina siempre a sus anchas, escasea, especula, se despilfarra, ordena y manda, reescribe nuestros derechos y deberes, nuestra conducta y nuestros hábitos. El dinero nos esclaviza, dirige nuestras vidas, gobierna nuestros gobiernos, compra vidas enteras, las manipula, las extermina. El dinero compra titulaciones, estatus social, fama, poder… y compra médicos, jueces, ministros, reyes, estados, resultados deportivos, veredictos, resoluciones penales, estatales e internacionales. El dinero compra libertad, impunidad, tiempo, dolor, risa, sufrimiento, agonía, miseria, sexo, bienestar, castigos, torturas, regalos de cumpleaños, regalos de Navidad, los del día del padre y también los del día de la madre que nos parió… 

El consumidor no es un gato, es un perro furioso, abandonado, maltratado,  cansado, atravesando un mar de autopistas para buscar el rastro que le conduzca de regreso a casa.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2010

UNA CANCIÓN POR SI NO ESTÁS (Rescatado)

UNA CANCIÓN POR SI NO ESTÁS (Rescatado)

Y no estas, en tu lugar restan tan solo los andamios de nuestra vida juntos.
No estas y yo pierdo antes de apostar, antes de abrir los ojos, caigo en picado como la teja de un tejado en un terremoto inesperado, absurdo. Mi cuerpo se tambalea, sin puntería, desafinado, mientras el mundo entero continúa en su sitio.
La luna es un ombligo en la panza de las noches que duermo arropado por el sudor frío de añorarte. Destruyo mis recuerdos negando la nada de no escuchar más tu voz.
Te veo sonreír, como solías hacerlo, si olvido tu partida, si sueño que no te has ido, si visto de ceguera el tormento que supone la realidad de tu ausencia.
Hoy reviento en mil pedazos que se cuelan por el agujero de nuestra bañera. Y sin ti, desaparezco.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

ORDEN MUNDIAL (Rescatado)

ORDEN MUNDIAL (Rescatado)

Para paliar nuestra vergüenza, para esconder nuestro sentimiento de culpa y nuestras arcadas, existe a nuestra disposición una preciosa bolsa de papel perfumado delante de nuestra butaca.
Cuando estamos poco, se distancian nuestras palabras, se merma nuestra presencia. Cuando dejamos de estar, sucede por si solo, ocurre sin más, sin previo aviso.
Mirar detrás de las cortinas descubre el truco, arruina la función. Hay instrucciones precisas de cómo evitar el riesgo. Miro hacia otro lado, presto atención al parque temático de la vida que me ofrecen, porque no requiere ningún esfuerzo, porque así me entretengo con cualquier otra cosa y puedo sentirme más tranquilo conmigo mismo. Yo también me perfumo para no oler la peste, participo en un juego del que ni si quiera se como salir. Me ordenan, me castigan y me premian emborrachándome de espejismos. Mientras, el tercer mundo, la naturaleza y los animales son esclavizados brutalmente y en silencio, para mantener las reglas y abastecer el casting de nuestra programación. Nos venden que los campos de concentración son tan solo una ilusión, nos hablan de victimas del conflicto, daños colaterales, unidades, bajas, pero nadie se pregunta porque al final del acto únicamente salen a saludar al público los dueños de la función. ¿Qué vida llevan las vacas que dan la leche para mi café?, ¿Cómo mueren los terneros?, ¿Cómo es la vida de los pollos?, ¿Quién ha cosido mi bolso?, ¿de donde viene este atún?, ¿Qué significa la experimentación con animales?, ¿A dónde va toda nuestra basura?, ¿En que condiciones viven y mueren los hombres que se quedan tras la puerta?
El ruido de no estar y el silencio de ser se miran a los ojos esta calurosa tarde de verano. Nuestro planeta se ha convertido en una obra teatral de guerra, tortura y horror en la que los actores, para recaudar nuestro dinero y nuestros absurdos aplausos, sufren y mueren de verdad sobre el escenario. Nuestra conciencia resulta un estorbo y espera fuera, al fin y al cabo, nosotros mismos votamos a los políticos que crearon las leyes de derecho de admisión.

Iván Sáinz-Pardo (04/08/2008)

MUERTOS EN EL JARDÍN (Rescatado)

MUERTOS EN EL JARDÍN (Rescatado)

El jardín esta lleno de agujeros y yo conduzco sin carné subido a una estrella fugaz, huyendo de los rabillos de ojos ajenos.
De nuevo en tu puerta, me dispongo a recoger mis cartas sin abrir, mis preguntas sin contestar, mis besos huérfanos. Algunos de mis sueños ya son de cartón mojado, pero tú me propones lluvia y vientos huracanados para comer junto a las espinacas del congelador. Vivo eternamente invisible en la digestión ciega de tus colores favoritos, encerrado en las interferencias, en los apagones, en los anuncios, en los parpadeos.
La valentía no es exigible cuando el miedo continúa siendo el pegamento más eficaz del planeta, cuando en nuestro paladar aun podemos saborear el antídoto caducado de nuestras propias desgracias.
Vuelvo a casa, cambiaste todo el parque del suelo por tierras movedizas. Con una generosa sonrisa me preguntas que me parece, yo callo y miro hacia el jardín. Ya solo deseo poder comenzar a enterrar nuestros muertos con algo de dignidad.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2009

¿CUANDO TERMINA ESTA PELÍCULA? (Rescatado)

¿CUANDO TERMINA ESTA PELÍCULA? (Rescatado)

A veces pasa que uno va rumiando un post en la cabeza durante varios días y se acaban mezclando las ideas, las intenciones, los mensajes, las emociones. La energía se pierde por el camino y entonces, uno prefiere coger mejor el teléfono, o gritarlo por la ventana, recitarlo delante del espejo, dejarlo enmudecer en el finito eco interior del olvido, o escupirlo, así, según viene, para explicar simplemente que estoy enamorado de Berlín, porque es una ciudad realmente maravillosa, llena de vida y repleta de historias. Y además, me encanta haberla descubierto otro poco y en esta época del año.
Explicar que, como todos, no puedo evitar la tristeza y pensar continuamente en toda esas familias destrozadas por el accidente aéreo en Barajas.
Mañana vuelo con en Easyjet de vuelta a Barcelona y se que pensaré en ellos cuando despegue mi avión, y pensaré en la lotería nacional, en la primitiva, en el destino, en la probabilidad, en la suerte, en la muerte, y después pensaré también en que, en realidad, cada fin de semana mueren en España más de dos docenas de personas dentro de sus coches, o sobre una moto, o bajo un autobús, y que el dinero manda y ajusticia, y que, si creemos que este sistema funciona, es tan solo porque estamos a este lado del planeta, en el que no trabajamos 16 horas por un dollar al día para mantener el otro. Pero las multinacionales y los bancos se vuelven más poderosos que los gobiernos, y financian las campañas políticas y regulan las leyes a su favor, para hacer lo único para lo que están creadas, generar beneficios. Y se especula con el petróleo y con las materias primas, con la sanidad, con la educación y con la seguridad. Y se invaden países, y se dejan morir pueblos enteros, se asesina, se oprime, se explota, se exfolia y se destruye todo el planeta por conseguir dar buenas noticias a final de mes, en la siguiente reunión de la directiva. Y así, reducimos los costes, más y más, aunque sea olvidando la solidaridad, la bondad, el amor, el respeto, la ética, aunque sea a costa de exterminar a los animales, o a costa del dolor y de vidas humanas. Y así, Spanair deja de ofrecerte prensa, comida y bebidas gratis, aunque el trayecto sea largo y se haya demostrado que nuestros cuerpos sufren deshidratación, y te niegan una mísera mantita, aunque primero te jodan de frío con el aire acondicionado, porque ahora también las han reservado para la 1º clase. Y te tienes que sentar sobre los restos de una manzana o secar con tu pantalón los restos de un café con leche, porque se ahorran el equipo de limpieza y con prisas, vuelven a llenar el avión de pasajeros. Y si el trayecto es lo suficientemente largo, tienen entonces la desfachatez de darte un sándwich con jamón york del más barato y un insípido queso de garrafón. Un pan que nunca fue tierno y que ni siquiera va acompañado de lechuga, o tomate, o mayonesa, o al menos, de un poco de mantequilla. Todo lo que ofrecen es un seco, ridículo y horrible sándwich para atragantarse tranquilamente sentado sobre un asiento en el que, si mides más de metro setenta, ya no te caben las rodillas. Y lo digo, porque he volado a Alemania en el mismo trayecto con Lufthansa y te ofrecen prensa y café gratis mientras esperas al embarque y después, a bordo, te dan a elegir entre dos sándwich distintos que llevan un pan jugoso y un sabroso jamón ahumado, o un buen queso, untaditos en mantequilla o queso fresco a las finas hierbas y siempre acompañado de un tableta energética de cereales y yogurt. Por supuesto, todo ello se disfruta sentado sobre unos asientos espaciosos y cómodos.

La estrategia es la siguiente, para seguir ahorrando, en vez de aumentar los privilegios de la primera clase, que son los que pagan más por sus asientos, se los arrebatan a la clase turista. Es como si de niño, uno se queja porque la paga es insuficiente y demasiado parecida a la de su hermano pequeño y nuestros padres, para contentarnos sin dar más, se la bajan al más pequeño.

En Spanair te tratan peor que al ganado bovino, te joden con el overbooking o quizás, te salvan la vida con ello, porque al final, todos volamos en unas maquinas gobernadas por pilotos frustrados, con azafatas mal pagadas, con empresas diezmadas y maltratadas por los recortes continuados, en aviones donde la seguridad importa mucho menos que los beneficios, en aviones en los que los altos directivos de Spanair no se atreverían a volar nunca. Digamoslo claro, Spanair es una puta mierda, una jodida vergüenza internacional, pero no es una compañia tercermundista como algunos acusan, representa eficazmente y con fidelidad la verdadera cara de este primer mundo podrido por la maquinaria capitalista. Y sabemos que nos engañamos si queremos creer que Iberia, Easyjet, Clickair o las demás compañías son mucho mejor. Todas se encaminan al mismo destino.

Y escribo aquí sentado en el sofá de este bonito apartamento en Prenzlauer Berg, pensando aún en ese pobre niño, milagroso superviviente de la espantosa catástrofe en Madrid, que todavía bajo el schock, preguntaba por su papa a la vez que repetía, una y otra vez:

“¿Cuándo termina esta película”

Iván Sáinz-Pardo

EL EFECTO DOMINÓ (Rescatado)

EL EFECTO DOMINÓ (Rescatado)

Hoy, sin saber porqué, me detuve en la escalera de madera, sonaba de fondo una melodía clásica en la radio de algún vecino. Respiré hondo mientras observaba a través de la ventana caer lentamente la nieve.

Pensé en pantanos de lágrimas, en playas de ensueño con la arena robada de cientos de fosas comunes y, por un instante, me sentí desolado y arrinconado como una araña en la reforma de una casa.

La melodía finalizó, al instante, escuché abrirse una puerta y de uno de los pisos salió una señora mayor vestida con un grueso abrigo, un gorro, bufanda y guantes y se acercó a mi arrastrando con cierta solemnidad una visible cojera. Enseguida, curiosa por descubrir lo que llamaba mi atención, miró conmigo por la ventana. Allá afuera tan solo se veían los arboles pelados y un espeso y silencioso manto de nieve. Me miró entonces por unos segundos y me sonrió con plenitud y sin mediar palabra. Yo, sin entender muy bien, le devolví la sonrisa. En ese preciso instante, la anciana se dio la vuelta, sin más, dejandome plantado con la sonrisa en la cara y, tambaleante, se alejó hasta llegar a la puerta del portal. Una vez allí y antes de desaparecer en la calle, se dió la vuelta y me volvió a mirar. Esta vez si que pude escuchar su voz:

“Muchacho, no es tan difícil, has sonreído, ahora la primera pieza de tu dominó ya ha caído”

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2010

PRUDENTE ESPERANZA (Rescatado 23-3-2006 Un día antes del malogrado cese permanente de la actividad de E.T.A)

PRUDENTE ESPERANZA (Rescatado 23-3-2006 Un día antes del malogrado cese permanente de la actividad de E.T.A)

La paz no es un premio, es un reto, un logro difícil y milagroso. La paz es un sueño, un deseo, y los sueños y los deseos viven de la esperanza. La esperanza nunca debería ser prudente. Porque la esperanza no tiene forma concreta y cabalga por sí sola.
Alegría moderada, escepticismo, dudas y mucho camino por recorrer aún en este proceso de cordura, pero la noticia ya es buena para todos, a parte de intereses políticos, electoralistas o económicos.
Soñamos por una solución pacífica y justa que satisfaga a los peor parados, las familias de los asesinados, secuestrados, amenazados, extorsionados y chantajeados.
Deseamos respeto sumo y soluciones justas para todas las victimas, directas o indirectas, de este terrible conflicto, donde, para mí, no hay ganadores ni vencidos. Porque todos ganamos ahora tratando de encarrilar los problemas y las diferencias en democracia, y porque todos hemos sido derrotados y hemos perdido ya demasiado durante estos fatídicos treinta años de terrorismo.
ETA dejará de matar de forma permanente a partir de mañana, y mi esperanza y mi alegría son ahora enormes y sin condiciones. La prudencia, la dono amigablemente a aquellos que, a partir de hoy mismo, han de negociar y trabajar en hacer, de esta esperanza, una paz duradera.

Iván Sáinz-Pardo

NO ESTOY SOLO (Rescatado)

NO ESTOY SOLO (Rescatado)

Lo importante no soy yo.
No lo son mis hojas, ni mi sabia. No lo son mis cansadas ramas, ni mi corteza.
No escaparé. Pero tampoco dejaré de intentarlo. Reivindicando por siempre mi naturaleza extraña, mi existencia, mi propio espacio.

Lo importante no soy yo.
Están las tormentas, el rumor de la hierba, el cosquilleo de los animales.
Si escaparé. Dormiré uno a uno mis intentos. Reivindicando por siempre la emigración sin papeles de cada uno de mis sueños. Como sonámbulo en la desnudez de mis propios cuentos inventados.

Lo importante no soy yo.
Lo importante son los momentos que nos visten, la luz, el conjunto.
Viviré. No estoy solo. Están vuestras miradas.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2005

YO CONSUMO (Rescatado)

YO CONSUMO (Rescatado)

Invertimos nuestras vidas en trabajar para acceder a un dinero de plástico que nos permita sobrevivir, sostener y reforzar la maquinaria de una sociedad impuesta. Dejamos que otros decidan, que otros piensen y actúen por nosotros. Nos envenenan con miles de mensajes al día, con bonitas palabras: Libertad, diversión, facilidad, éxito, felicidad, comunicación, amistad. Pero no nos preguntamos de donde nace esta ansiedad por consumir, o si es o no extraño que, detrás de todas esas buenas palabras, se esconda siempre una verdadera intención mercantil. Ya no podemos imaginarnos una vida feliz sin gastar nuestro dinero, sin seguir la calculada inercia de comprar a ciegas, de perseguir las modas, de arrodillarnos ante las marcas y las tendencias que nos dicen lo que tenemos que hacer para poder llegar a conseguir alcanzar la realización personal y la felicidad, eso sí, siempre a cambio de nuestro dinero.
A cambio de dinero todo vale. Mientras consumas y gastes tu dinero todo es lícito y mientras, los valores morales dejan de ser poco a poco lo importante. Con dinero que gastar de por medio se permite socialmente la ignorancia, la codicia, la maldad, la envidia, el egoísmo.
Vivimos atados a trabajos creados virtualmente para mantener una sociedad de consumo y de derroche energético insostenible. Pero esta sociedad capitalista y de consumo es injusta, inmoral, cruel y absurda.
La televisión, al servicio de los poderosos medios y financiada con el dinero de las multinacionales, ensalza al simpático perdedor, al personaje intelectualmente pasivo y consumidor compulsivo. Busca y crea generaciones de catetos conformistas bombardeándonos con sus productos y su retórica grotesca. San Valentín, roscón de reyes, regalos de Navidad, el día del padre, el día de la madre, rebajas de enero, rebajas de verano, helados, video consolas, relojes, zapatos, agua embotellada, diamantes… Usted relájese, vengan a nuestros centros comerciales, coman de nuestra comida rápida, vístanse nuestra ropa fabricada por niños sin derechos en países del tercer mundo. Reparar, reciclar, reutilizar ya no tiene glamour, mejor todo a la basura y cómpreselo nuevo. Meta a la abuela en un centro de la tercera edad y vengase de vacaciones a nuestro hotel, enriquezcan nuestras franquicias, metan su dinero en nuestros bancos, pidan créditos, hipotecas, prestamos, háganos rico con su dependencia y todas esas innecesarias, absurdas y prescindibles llamadas de móvil. Sigan pagando por ir en masa a nuestros estadios a ver a nuestros chicos fabulosos y millonarios corriendo alrededor de un balón. Hagan más horas extras, cumplan con sus trabajos de mierda de lunes a viernes como borregos, que por la noche les espera su televisión de plasma, la misma que les reconfortará con su espejismo favorito, la misma televisión que esta realmente educando a sus hijos a solas, empobreciéndolos moralmente y transformándolos en vulgares y enfermas marionetas.

Iván Sáinz-Pardo

LA NIÑA MUTANTE (Rescatado)

LA NIÑA MUTANTE (Rescatado)

La niña duerme placidamente su rostro perfecto, descansa la cuenta atrás borrando las estelas a su paso. La niña quiere amor y baila sola en la gravedad cero de su imaginación, luciendo tanto como una calcamonia japonesa en el brazo de un suicida mutante.

La niña quiere jugar a misiones imposibles, a viajes en el tiempo en agujeros de gusano. La niña quiere amor y unos labios generosos que idolatren los suyos. La niña cuenta ovejitas muertas en mataderos espaciales, se purga con mejunjes tóxicos y comida vegetariana. La niña sueña despierta todas las vidas que quisiera protagonizar. Ríe, llora, susurra intimidad o gime cachonda como una ninfomana sideral, excitada como una pasajera en su primera misión intergaláctica. A veces, se mira durante minutos al espejo y se habla a si misma, se pellizca el brazo intentando retener un momento verdadero o aúlla triste y solitaria como la perra Laika, perdida en la rutina de una orbita extraña y desconocida.

La niña es adicta al peligroso sedante de sus recuerdos, al acostumbrado tintinear de las piezas rotas del corazón a su paso. La niña me mira a los ojos y me sonríe enamorada, para desaparecer sin mas, apretando el botón rojo con el que, cada una de las veces, irremediablemente, todo salta por los aires para volver a comenzar desde cero.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2009

EL CAJÓN (Rescatado)

EL CAJÓN (Rescatado)

La ventana estaba entreabierta. Ella fue como cada mañana a mirar dentro del cajón. Pero había perdido su contenido en un sueño. Allí dentro ya no había nada.

-¡Lo mejor esta por llegar! Exclaman a gritos desde la calle.

Un día soñó que al despertar ya no había ningún cajón. Por la mañana, de nuevo en la realidad, descubrió que su mundo había desaparecido. No había ventanas y las cuatro paredes de su nuevo hogar eran de madera.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2006

SE ME ACABARON LOS SUSURROS (Rescatado)

SE ME ACABARON LOS SUSURROS (Rescatado)

La mejor defensa es un buen ataque, te lo diré en ocho susurros.
Los tópicos funcionan y por eso perduran. Los días son azules, o quizá lo parezcan, pero nada es gratis. La letra pequeña nos habla de la verdad, los titulares solo mienten a medias. Hay una línea invisible que solo vislumbran los cansados de vivir. Hazme un truco y no me quites la venda. Tu juego puede ser el mío, podemos ponerle nuevos nombres a las cosas. Nombres más amables para un nuevo mundo. Hazlo lento, pon tu mejor técnica, el corazón, que para eso ya se desliza demasiado veloz la vida. Y así soñar jugando, viviendo, en la esperanza de poder volver a creer en la magia de amar la vida que construimos para nosotros y entre todos. ¿Sabes?, se me acabaron los susurros.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

SOLDADITOS (Rescatado)

SOLDADITOS (Rescatado)

Mi madre adoraba y sentía verdadera debilidad por mi primo Rubén, quien pasaba temporadas enteras con nosotros, en nuestras numerosas visitas a Puente Viesgo, o en nuestra casa en Valladolid. Rubén es cuatro años más pequeño que yo, pero la diferencia de edad nunca importó y jugamos juntos durante muchos años. Mi primo Rubén es el primo con el que más tiempo he compartido, hemos crecido prácticamente de la mano.
Yo estuve aferrado a mi inocencia infantil hasta los trece años. En aquel entonces, un día, espontáneamente, decidí desprenderme de todos mis preciados soldaditos de plástico, aquellos con los que había pasado horas y horas en la soledad escogida de mi cuarto.
Recuerdo que traté de jugar una última partida, una batalla de despedida. Una partida sin fe, empañada por la cruel realidad de comprender que la magia se deshacía a la velocidad que lo hace un iceberg abandonado en el desierto. Cuando descubrí sobre el suelo de mi cuarto a los dos bandos, uno en frente del otro, apuntándose con los rifles, las pistolas, los morteros y las bazookas, entendí que aquella batalla nunca se llevaría a cabo. Despacio, en un extraño ritual, fui guardando todos y cada uno de los soldados en su bolsa y la guardé para siempre en un cajón.
Rubén heredó todos aquellos soldaditos de plástico con los que yo había compartido tantas horas solitarias. Aquellos con los que, también, habíamos jugado tantas veces juntos. Rubén los recibió con una sonrisa, era feliz. Yo, sin entender muy como ni porqué, sentía que también lo era con él.

Mi primo Rubén continuó a solas con aquellas batallas de plástico mientras que yo comenzaba a descubrir las chicas y a preocuparme y a obsesionarme por el aspecto físico de aquel chaval al otro lado del espejo.

Hace unos años yo me negué a hacer el servicio militar. Mi primo Ruben es hoy en día un soldado profesional, paracaidista, francotirador, un aspirante a héroe bélico, a señor de la guerra, una convencida y talentosa maquina bien engrasada para matar.

Hace una semana le llamé por teléfono y me contó que ha rehusado el momento que tanto había estado esperando para conseguir así lograr un sueño aún mayor, ir por fin a la guerra. Él y unos cuantos, han optado por no ir con su destacamento al Líbano, para poder ir a cambio a Afganistán. Me reveló también que la OTAN, no satisfecha con controlar toda la zona y beneficiarse de las oportunidades financieras y económicas del denostado país, ahora han decidido saquear también los extensos campos de opio del sur, controlado actualmente por las mafias Talibanes. Saben que los Talibanes, que han renunciado ya a todo lo demás, no lo van a permitir y esperan una contraofensiva para dentro de pocos meses. España va a combatir activamente, aunque posiblemente no se vaya a hablar de ello en los medios, y mi primo lleva años preparándose para ello. Ahora que en el conflicto acaba de morir la primera mujer soldado del ejercito español, no he podido evitar pensar en nuestra conversación del otro día. Mi primo se sentía radiante, ilusionado y feliz, al fin podría pegar algún tiro en nombre de alguna misión militar.

Cuando la OTAN, engañada, aún creía en la cruzada norteamericana contra el terrorismo, se decidió legalizar esta ocupación. Ahora que todos sabemos que tal cruzada es una pantomima para enriquecer los intereses y las economías de unos pocos, deberíamos rectificar y no apoyar este absurdo conflicto.
Aunque no es fácil para nuestro gobierno negociar una retirada, cuando esta vez si que estamos sometidos a unas reglas y a unos tratados como socios de este club de la guerra, hay que exigir que, al menos, presionemos oficial y eficazmente a nuestros socios con una postura clara y concreta, coherente con nuestra postura en Irak, y que apoyemos activamente a los miembros que también compartan la opción de la retirada de las tropas.

Rubén, mí querido primo, como podría explicarte que las mayores victorias se han conseguido cuando las armas han descansado en los arsenales y las máquinas de guerra en los hangares. Tu sueño, tu victoria personal puede también ser como la mía entonces, cuando la ansiada batalla se transforma en la última de todas y nadie ha de morir por ella.

Como rezó durante años un graffiti en el túnel de las Delicias en Valladolid:

“¿Os imagináis que hay una guerra y no va nadie

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007