CROMOS
Días extraños, noches largas como toneladas de chicles sin sabor. Nadie quiere dormir solo. Nadie quiere dormir. Todos testigos de lo que sea. Exhibicionistas voluntarios. Muertos en vida.
Lo importante ya no es importante, mientras solo piensas en que gastar el dinero.
Nuestra suerte no se puede comprar, es una citas a ciegas con nosotros mismos. Pero tus citas a ciegas son como citas sordas, mudas y cojas. Citas que terminan antes de comenzar.
Compramos para devorar calorías prefabricadas. Compramos para quemar calorías prefabricadas. Compramos bajo el superávit de información, de anuncios, tonos, politonos, créditos bancarios, Spams y sexo de neón, explícito y cruel como un empacho eterno de nuestra comida favorita.
No podemos ordenarlo todo. No hay tiempo y ahora no recuerdo las recetas de la abuela, ni los números de teléfono de mis colegas, no recuerdo las palabras mágicas, los cumpleaños de mis hermanas, ni hay momentos para detenerse y reflexionar. No importa la película, ni el acompañante. La luz se apaga y en la ansiada oscuridad, nuestros pecados sonríen abiertamente en un onanismo mordaz y estúpido. Llenaremos todos los agujeros, taparemos todas las grietas, pintaremos el cielo, colgaremos bonitas postales de vacaciones demasiado fugaces y ajenas. Tomaremos el sol en la cuneta de la vida que nos ha tocado vivir. Veremos pasar el atasco. Hablaremos por hablar y cualquier argumento será bueno mientras nuestras tripas permanezcan gratamente ensordecidas.
Saca un Poker y levanta esta partida de mierda. Yo llevo ya un buen rato pensando en otra cosa. Pienso en que la vida a veces es como una colección de cromos, con las caras de cientos de futbolistas muertos. Sonreímos con nuestras insignificantes victorias sin mirarle a los ojos a nadie.
Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2005
Lo importante ya no es importante, mientras solo piensas en que gastar el dinero.
Nuestra suerte no se puede comprar, es una citas a ciegas con nosotros mismos. Pero tus citas a ciegas son como citas sordas, mudas y cojas. Citas que terminan antes de comenzar.
Compramos para devorar calorías prefabricadas. Compramos para quemar calorías prefabricadas. Compramos bajo el superávit de información, de anuncios, tonos, politonos, créditos bancarios, Spams y sexo de neón, explícito y cruel como un empacho eterno de nuestra comida favorita.
No podemos ordenarlo todo. No hay tiempo y ahora no recuerdo las recetas de la abuela, ni los números de teléfono de mis colegas, no recuerdo las palabras mágicas, los cumpleaños de mis hermanas, ni hay momentos para detenerse y reflexionar. No importa la película, ni el acompañante. La luz se apaga y en la ansiada oscuridad, nuestros pecados sonríen abiertamente en un onanismo mordaz y estúpido. Llenaremos todos los agujeros, taparemos todas las grietas, pintaremos el cielo, colgaremos bonitas postales de vacaciones demasiado fugaces y ajenas. Tomaremos el sol en la cuneta de la vida que nos ha tocado vivir. Veremos pasar el atasco. Hablaremos por hablar y cualquier argumento será bueno mientras nuestras tripas permanezcan gratamente ensordecidas.
Saca un Poker y levanta esta partida de mierda. Yo llevo ya un buen rato pensando en otra cosa. Pienso en que la vida a veces es como una colección de cromos, con las caras de cientos de futbolistas muertos. Sonreímos con nuestras insignificantes victorias sin mirarle a los ojos a nadie.
Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2005
6 comentarios
cpunto -
la soledad mueve los pies y apaga las luces,
C.
ladesordenda -
Un beso.
Mata -
Los rostros se muestran opacos y las miradas solo se dirigen a ser y tener más que otros. En el fondo tratan de buscar la felicidad pero siempre por el camino equivocado y lo grave es que a pesar de no hallarla fingirán haberla encontrado.
¿Un dominó?
Barbara -
santi -
me gusta la comparación de los cromos. Nuestras pequeñas victorias y habituales derrotas serán archivadas en el desván de nuestros hijos. Los nietos las tirarán a la basura. Somos una generación de indigestos. Imposible asimilar el exceso de información, el contínuo bombardeo que ha convertido las clases de hipnopedia de los alumnos de "Un mundo feliz" en algo menos monstruoso que la realidad. Esta indigestión,como las estomacales, nos impide pensar con claridad y optar por un solo camino. Estamos en un vaivén eterno, a merced de cualquier estímulo nuevo. La dispersión impide el compromiso.
Exagerada -