SOPA DE LETRAS
Nada salía según lo planeado.
Y pensó que no podía. Y se concentró en que no podía. Y gritó que no podía. Y, mientras, se detuvo cuando tuvo que continuar y se movió, sin dudarlo, cuando lo mejor era permanecer impasible. Su paraguas acompañó cada sequía inminente y la lluvia caló su frente cada una de las veces. Y tuvo miedo del silencio, con lo que decidió cerrar sus ojos y cantar en susurros, por si el pasillo trataba de sorprenderla con la aparición de un gran temor de ojos brillantes y rasgados. Y miedosa como un ciego en casa ajena, se arrastró en mitad de un escrito sin sentido y con demasiadas "ies griegas"; para borrar con su cuerpo lo más importante de ella misma, y subrayar con su alma lo más prescindible de ella misma, y dejar de una santa vez de llorarle a la luna.
Y así fue como, en el preciso momento en el que ella volvió a abrir sus ojos, descubrió que realmente si que podía. Y pensó que si que podía. Y se concentró en que si que podía. Y gritó que si que podía y sorbió de una sopa de letras calentita y con demasiadas ies griegas, mientras en el interior de su mente, se dibujaban todos los planes imposibles del resto de su vida.
Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2005
3 comentarios
gb -
es la primera vez que te escribo.
Tus escritos me recuerdan las historias que yo nunca escribí. Gracias por este blog, me sirve de apoyo y me ha animado a escribir.
Por otro lado,
¿como dejo de llorarle a la luna? ¿de donde sacaste la fuerza?
yo sigo buscándola (y mis planes).
cpunto -
c.punto -
seguir jugando,
C.