LA POLILLA Y EL ALMIRANTE
Un primer visionado a solas con la música recién compuesta por mi amigo Philipp y de nuevo revivo esa maravillosa y extraña sensación que me incita a saltar, cada una de las veces, del tren en marcha. Cuando los miedos escapan casi sin despedirse y el corazón palpita como dando la bienvenida.
La muerte nos iguala a todos, balbucea nuestro Colon en su lecho de muerte. Casi veinte minutos sobrios y emocionantes. Y ahora, tras ellos, me siento feliz y orgulloso. De nuevo un sentimiento honesto y verdadero como una luz en la oscuridad. Donde de nuevo una polilla tintinea al ritmo de la historia. Anuncia su final, redondea el destino de ilusiones almacenadas, presagia la muerte, la paz, el sentido de terminar cada una de las veces para darle sentido al principio de todas las cosas. Colon sufre de una agonía atormentada. Pero únicamente somos nosotros mismo quienes creamos nuestro cielo y nuestro infierno. Nosotros hacemos que existan todas las cosas. La religión esta en las personas y la oración en cada uno de nuestros sueños, en el templo que nuestros días van dando forma, como cuna y panteón de nuestra existencia. Reflexionando, recuerdo un comentario que me hizo Sorin recientemente en un mensaje al móvil:
-Nunca antes apareció una de tus polillas de forma tan elegante y orgánica como lo hace en "El Último viaje del Almirante".
Se en realidad a lo que se refiere. Sonrío y apago mi portátil. En silencio, trato de alargar esos segundos en los que, por un momento, vuelvo a sentir, como cada una de esas maravillosas veces, que este nuevo pedacito de verdad, es lo mejor que hemos realizado nunca.
5 comentarios
Ybris -
Un abrazo.
jota -
Una vez mas enhorabuena por que si tu dices que este es el mejor trabajo que has hecho tiene que ser realmente estupendo.
Yo me quito el sombrero ante ti.
Pita -
cpunto -
besos
JairoIglesias -
te pago lo que quieras¡¡ quiero verlo¡¡¡ y así poder seguir aprendiento.
un abrazo