HOUSTON, TENEMOS UN POEMA
No hay dos opiniones humanas exactamente iguales en todo el sistema solar.
Orbitamos sin remedio la distancia que nos separa del resto, aplastados bajo la gravedad implacable de todos nuestros miedos, sintiéndonos como extraterrestres en nuestro propio planeta.
No hay grises en un arcoíris de tan solo dos colores. Los colores no existen en una civilización de formulas caducadas, de historias clonadas para audiencias ya extinguidas.
Me he acostumbrado a aguantar la respiración, a adoptar las formas más sedientas y absurdas, pero también menos dolorosas. Me he acostumbrado a navegar la resaca antes de ingerir los hundimientos. Me he acostumbrado a agarrarme a los suspiros sin rasgarlos, a escalar muros invisibles para mirar al otro lado. Y es así, como entonces decido mirar pasar la basura espacial a través del ventanuco de mi cápsula. Voy contando los satélites fuera de servicio mientras susurro. Pero estos suenan al revés, como poemas anónimos, sin rima ni sentido alguno. La dictadura de mis sentimientos somete mis intenciones bajo su puño y mis palabras se disuelven con la lluvia torrencial que provoca el alboroto de cada despertar. Mis propios pensamientos mienten, conspiran y las elecciones en mi cabeza terminan con otro presidente muerto más para el recuerdo.
Floto a la deriva en mi capsula espacial y no puedo huir de quien soy. Me he acostumbrado a sentarme cómodamente en los extremos. De esta forma, unas veces mi vida se parece a una triste ecografía sin bebé y otras, sin embargo, se parece más a un entusiasta doble salto mortal digno de cuatro benditos dieces.
Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2010
6 comentarios
IVAN -
Tio Antonio, esto no es poesia, es anarquia del alma, bienvenido
Ani, bonita prolongación, lo mismo, sirvanse ustedes mismos, la nevera esta llena
Refo, hay birras frias
Vicente, un abrazo, gracias por tu fidelidad
R9 -
tio Antonio -
Saludos.
REFO -
Ani -
No sé si son humanos, aunque tengo la certeza de que sus opiniones, no son exactamente iguales. Quizá ellos también orbiten entre los muros de su propio desencuentro, pero en esos días en que la Tierra aparece plena ante sus ojos, sueñan el mismo sueño.
Y cuando la Tierra se va poniendo tímidamente, se separan de nuevo para continuar cada cual su camino, cada cual su propio desencuentro, llevando su sueño cual semilla de cráteres.
(Hoy es uno de esos días tan oscuros que busco con esperanza los cráteres de la luna)
Vicente -
Saludos.