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EL ESCONDITE DE IVÁN

TIEMPO DE DESCUENTO

TIEMPO DE DESCUENTO

Mi habitación es una escafandra en el fondo del océano. Abrí la ventana para ventilar y me saludaron los tiburones. Mi cama es tierra de nadie, mis mañanas tierra hostil, ayer se rompió la tregua y no ha vuelto a salir el sol. Las noches se suceden como espejismos de negociación, pactos de desobediencia controlada. Sigo siendo preso y abogado defensor, multa y fianza, antidisturbios y manifestante, veneno y remedio para el letargo de mis contradicciones. Ahora sigo la estela absurda de estrellas muertas, gateo rastros fortuitos en el jardín del destino. No estoy solo, todos mis yos bailan su ceguera destrozando mi piso. Los dejo allí y me voy solo a comprar al supermercado. Por el camino, me busco con la mirada en el parque de la razón y me encuentro allí distraído, jugando con corazón de niño la condena de seguir perdido. Vuelvo de la compra y me pongo a recoger los restos de mi locura. Pego con un pegamento del chino todas las cosas que no termino. Construyo con ellas un espantapájaros con el que ahuyentar mis temores. Pero no todos se van. El calor no derrite la pereza, el frio no conserva todos mis recuerdos. Lamo mis heridas con la música casual de mis vecinos. Soy consciente de que lo mismo que me agarra desesperadamente a la vida es lo que, cada una de las veces, me deja caer alejándome de los sitios que conozco. A veces en mis telediarios no pasa nada. Enciendo la tele. No me sienta mal el traje de presentador. Noticia de última hora: Hoy por fin me atreví hacerle un gol a la vida, me lo metí en propia meta en el tiempo de descuento y ya tampoco me gusta el futbol.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2010

1 comentario

Marina Khalo -

Debería saber desfondar habitaciones, darles la vuelta como forro de bolsillos, subir hasta la azotea (solamente desde allí puedo ver tu ventana) y lanzarte un pez globo o un pez punte. No tengo ni idea para lo que pueden servir, pero hace tiempo que le perdí gusto al fútbol y las palabras, me instalan en un permanente fuera de juego.
Hago la colada de los relatos y te miro desde ésta otra parte, sobre el hondo aire azul, en la interminable lluvia del tiempo. También aquí hace frío y escampa.

(Cuando bajes al supermercado avísame; te debo un beso)