UN BESO EN LA FRONTERA
Se inventaron juntos una noche infinita. Con las manos estrechadas ya nada importaba, ser dos, ser uno, ser ninguno. Sus pies parecían levitar a varios centimetros del suelo. Si no es para saltar juntos... ¿Para que cogemos carrerilla? Y aquel hilo que los unía se transformó en una puerta imaginaria.
Iván Sáinz-Pardo
"En la avioneta sobró un sitio" ©2011
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