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EL ESCONDITE DE IVÁN

TU CARTA

TU CARTA

La teta de mamá sabía a café con leche, sus besos a pipas saladas de girasol. El sol viajaba en su sonrisa y sus palabras de colores transformaban nuestros sueños en trampolines de chocolate negro.


Detrás de aquella mirada golpeada, las sombras le jugaban caprichosas al escondite, se paseaba con ellas humeando un Ducados, agarrada siempre a aquella botella de agua mineral y a un bolso repleto de mecheros prestados.

Detrás del balbuceo errático nunca dejó de reclamar una única cosa, un único regalo, solo había algo verdaderamente reconfortante en la huida. Mamá solo quería una carta, una carta escrita a mano y con mucho amor dentro. Pero hay cartas que nunca llegan porque se siguen escribiendo con la tinta eterna de los besos verdaderos.

La teta de mamá sabía a hogar y a cobijo, a silencio en el bullicio y sus besos eran monedas al aire sobre pozos infinitos.

Iván Sáinz-Pardo (En la avioneta sobró un sitio)
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