NIÑO GUERRA
Voy acumulando y apuntando en una libreta los intentos vanos de correr en la dirección contraria, sin el valor de arrepentirme por todo lo que dejé escapar sin ni siquiera reparar en ello.
Un tiro y explota mi sombra de niño en charcos negros que se derraman. Heridas de oscuridad que empañan mis pilares y los corroen.
No te detengas a llorar, no pierdas más el tiempo en pensar el tiempo que pierdes pensando lo que pierdes el tiempo. Aprieta las manos contra el pecho, olvida que hay millones de cosas que podemos perder, que nada en esta vida se puede retener eficazmente y para siempre.
Confiemos en unos pocos, quizás sea suficiente. Hagamos un trato, pactemos una tregua, aunemos las fuerzas, quizás no todo este perdido aún.
Somos como los cepos escondidos ahí afuera a la espera de los animales que llevamos dentro. Somos la suma y la resta de todo lo que experimentan nuestros sentidos, victimas de unos sentimientos esclavizados por nuestros propios miedos, animales moribundos atrapados en cepos invisibles.
Nuestra felicidad es frágil y permeable, nuestra felicidad es como un niño jugando entre las trincheras a ser invisible, al acecho de los francotiradores en un día despejado. Mutamos lentamente en espejismos ajenos, bajo la incertidumbre de no saber si algún día seremos mejor de lo que fuimos.
Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2008
2 comentarios
nike air force ones -
Coblenza -
Un beso.