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EL ESCONDITE DE IVÁN

AMANECERES INFINITOS

AMANECERES INFINITOS

El orden absoluto destruye el camino de regreso hacia uno mismo. Respiramos exhaustos por la grieta creciente de nuestras almas corruptas. No hubo punto de partida, el comienzo fue un salto al vacío sin carrerilla. El principio tan solo fue el esbozo entusiasta de un sueño en una servilleta arrastrada por el viento. Abigarrada marea de sentimientos contrapuestos para una guerra civil interior. Y nuestros ejércitos diezmados por la ceguera de nuestras conciencias enturbiadas.
Vivimos aletargados, malgastando nuestras vidas luminosas, muchas de las veces sin llegar a dislumbrarlas, perdidos en tierra de nadie, como en mundos yuxtapuestos. Sobrevivimos confinados como los habitáculos de miles de pollos aterrorizados por el cruel y aterrador Dios de los amaneceres infinitos.
El alimento de nuestras propias mentiras va adoquinando placenteramente el camino bajo nuestros pies, cicatrizando nuestras almas con cada paso. Las cicatrices se convierten en un mapa sin tesoro escondido. Un mapa en el que vienen marcados todos nuestros supuestos pilares fundamentales. Caminamos entre las ruinas, por parajes desconocidos, atenazados por la sobrecarga de tener que acarrear con todos nuestros miedos. Sin embargo, cuando ya nos vemos destinados a claudicar, nos sorprende un instante, una revelación. Y alzamos la vista de nuevo para comprender que, únicamente seremos capaces de sentirnos realmente libres, cuando le perdamos el temor al bosque, cuando perdamos el temor a abandonar el camino, cuando, valientemente, fundemos nuestros propios senderos y todos los himnos del mundo allá afuera dejen de representarnos.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2009

3 comentarios

Nep -

Buena fotografía.

itzziar -

¿cómo estás hermanito? ya me contó anuca...cuando tengas un ratín mandame un email y cuentame porfa.
Por aquí todo ok, sin novedades.
Cuidate mucho. Mil besos!!!

itziar
Cuidate mucho

Jorge Luís Borges -

SÓLO CON EL TIEMPO

(...)

Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes
y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.

(...)