UNA LUCIERNAGA EN LA NOCHE
Soy un jodido zombi. Un zombi anónimo y sin nombre. Mi nombre a estas alturas ya no le interesa a nadie. Nadie lo sabe, pero los zombis, además de comunicarnos por gruñidos sin sentido, somos comunistas. Los comunistas no creen en el individualismo. Somos individuos en masa, esclavos del rizoma apocalíptico. El apocalipsis es nuestro único gobierno y yo guardo mis intestinos en un cajón de la nevera porque no quiero que se me estropeen más de la cuenta. Lo que cuenta es el caos y la anarquía. La anarquía del cerebro. Los cerebros son siempre una bendición de Dios. Dios se ha librado de ser zombi porque el muy listo no existe. Existen, eso sí y a pesar del caos, algunas normas y los zombis veneramos nuestras jovencísimas tradiciones y costumbres. Acostumbramos a bendecir cada uno de nuestros hábitos purulentos y macabros. Macabro es sin duda obsesionarse con los cerebros ajenos. Lo ajeno es lo que no pertenece a uno mismo y somos muy conscientes de que los cerebros de otros no se deberían de comer. Comemos, sin embargo, por una especie de absurda y poderosa gula. La gula cerebral es un grave pecado, pero nosotros lo hemos declarado actividad artística, cultura de lo estético, nuestra autentica fiesta nacional. Las naciones ya no existen, solo existimos los zombis y tú. Tú no eres un zombi, aún. Aún crees que hay más como tú en algún lado de este planeta. El planeta ha cambiado, pero tú te aferras a tu insulsa vida sin sentido, solo como una luciérnaga en la noche, y ni tan siquiera parece que puedas entender mis gruñidos tras tu puerta. La puerta no aguantará mucho más. Más zombis llegan al escuchar tus gritos agónicos. La agonía más perturbadora es la de la sonrisa inerte de la extinción. Extinguirse es como morir eternamente. La eternidad es como una plaga sin cura. Las curas y los milagros son los primeros en diluirse con el fin del mundo. El mundo como lo conocías antes protagoniza en estos momentos su propia despedida. Las despedidas tampoco existen ya tal y como tu las conocías, ni los reencuentros emotivos. Motivo suficiente para tu anodino final ha sido el no economizar con las balas de esa pistola que hace dos días encontraste. Te encuentras por ello llorando, en estado de shock, claudicado por el agotamiento, el terror y la desesperación. La desesperación de ver caer la puerta y haber perdido ya la cuenta de cuantos disparos iban. Iván Sainz-Pardo "La ira dormida" ©2010
2 comentarios
yop -
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¡EL JUEGO DEL MOMENTO!
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Ayuda a españa en http://www.erepublik.com/en/referrer/jorge+republicano
Un juego de rol online, en que debes defender tu pais, aparte de forjar una buena economia, y dirigirlo bien politicamente.Es importane crear un babyboom para dominar otra vez a francia, y conquistar sudamerica.
LUCHA POR TU PAIS!!
Ross -