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EL ESCONDITE DE IVÁN

CRITICAS CINE

EL SEÑOR DE LA GUERRA ( Andrew Niccol, U.S.A, 2005)

EL SEÑOR DE LA GUERRA ( Andrew Niccol, U.S.A, 2005)

Con pase de prensa a estrenar, entré a ver, en horario matinal, esta cinta sin saber demasiado sobre ella. Las películas, o llegan al espectador o definitivamente se quedan por el camino. “El señor de la guerra”, en mi caso, ha conseguido hacer mella. Me ha sobrecogido, entretenido y he disfrutado generosamente desde el primer momento.
Comienza con una secuencia absolutamente genial, que resume, durante los créditos iniciales, la intención global de su metraje. Una asombrosa subjetiva de una bala, desde su fabricación hasta que consigue arrebatarle la vida a un ser humano.
Su director, Andrew Niccol es el responsable de la inspiradísima “Gattaca”, quien escribió además “El Show de Truman” y “La terminal”. En este caso se enfrenta aquí a un guión muy complicado por su temática arriesgada y controvertida. No fueron pocos los productores americanos que salieron corriendo ante semejante proyecto, y gran parte de la financiación, ha llegado desde productoras extranjeras.
Hay varios puntos que hacían, del pretendido éxito de este proyecto, una misión casi imposible:
Una trama que flirtea con el documental, a pesar de ser mera ficción y que, a la vez, consigue apabullar en el apartado visual. La mezcla de ambos formatos nunca es tarea fácil y el resultado, cuando funciona, es algo que, a mí, personalmente, me maravilla.
De temática parecida, pero como mero documental, nos llegó hace más de un año la estremecedora e imprescindible "La pesadilla de Darwin".
Otro punto muy difícil es lograr salir airoso de una trama orientada por una voz en off. Supongo que las criticas negativas podrán llegar precisamente en este punto. A mi parecer, en este caso funciona, al menos no desentona y no chirría, que ya es bastante.
Otro apartado es el de tratar de lograr la empatía necesaria con un protagonista que es un verdadero hijo de puta despreciable y sin escrúpulos que no duda un segundo en pisotear, comprar y vender hasta su propia familia para conseguir encumbrarse en un oficio, tan moralmente respetable, como es el del tráfico ilegal de armas y la financiación de guerras y masacres en medio mundo. Este personaje es Yuri Orlov (Nicolas Cage), un personaje inspirado en cinco personajes supuestamente reales que aquí son uno solo. Un ucraniano victima del sueño americano, que ya una vez en el New York de los ochenta, consigue transformarse en un multimillonario poderoso y respetado gracias a su talento en el mercadeo negro internacional de armas. Un personaje atroz y destructivo capaz de mover montañas con solo pestañear y al que reconocemos enseguida, porque representa a esos hombres blancos de los que ya nos advirtió antes Michael Moore en sus libros y en sus documentales. Y precisamente lo que nos aterra es realmente sentir esa extraña empatía hacia el personaje, y poder llegar a entender sus motivaciones y sus argumentos:

“Las tabacaleras también mercadean con la muerte y no son perseguidas” “Y si mi negocio no es en la actualidad lo suficientemente ilegal como para detenerme, es porque quien hacen las leyes en el mundo son mis mejores clientes o mis jefes” “¿Qué más da?, si yo desaparezco, vendrá inmediatamente otro en mi lugar”

Y así, Yuri, cuando, aterrorizada, su mujer, una modelo internacional que el mismo se preocupó de comprar como si de tan solo el diamante de una joyería de lujo se tratara, le pide que por favor abandone de una vez por todas el negocio, este le responde:

“No puedo, porque esto realmente se me da muy bien”.

Y también nos reconocemos inmediatamente en ella, en la mujer de Yuri, (Bridget Mohynahan) prostituida por los lujos, por el dinero, por lo material, y a la vez por la soledad y el desconsuelo, por la miseria de mirar hacia otro lado para no ver la verdad. Algo totalmente reconocible para una sociedad consumista, materialista y capitalista como la nuestra, donde se nos atolondra para no mirar hacia las partes del mundo que sufren a nuestra costa. Y luego esta el hermano de Yuri, (Jared Leto) encarnando el papel del otro lado de la moneda de esta sociedad moderna, de ese idílico “American Dream”, como muñeco roto, adicto a las drogas, testigo y partícipe del negocio sangriento de Yuri. Tan millonario, tan corrompido como él e igual de vació por dentro. Y ese elitista mundo de poder y de lujo exacerbado entra en contraposición con el retrato de un tercer mundo desamparado, putrefacto y hambriento, victima de las guerras, de las enfermedades y de la miseria. Victimas de sus propios dictadores, clientes de excepción de ese mercado negro y del expolio globalizador de las multinacionales occidentales.
Ethan Hawk interpreta, en esta ocasión, a un policía de la Interpol que, incansable, trata de perseguir y detener a Yuri. Una especie de pepito grillo que simboliza nuestra conciencia moral, una especie de bicho raro, impotente en su tenaz lucha por una causa perdida.

Habrá quienes quizás vean aquí una película lenta o aburrida. Para mí, se trata de una obra arriesgada, reflexiva, virtuosa, necesaria y realmente fabulosa. La música esta cuidada, el guión funciona, aún a pesar de no llegar a la talla de "Scarface" o de "Goodfellas", y la factura visual es mucho mejor que notable, repleta de simbologías y de humor negro. En definitiva, una de las mejores películas que he podido ver en los últimos años. Un agradable descubrimiento con un único pero, no haberla hecho yo.

CRASH (PAUL HIGGIS, U.S.A, 2004)

CRASH (PAUL HIGGIS, U.S.A, 2004)

Únicamente un accidente, un capricho del destino, un choque, quizás el de dos coches en una ciudad como la de los Ángeles, donde uno sin un motor con ruedas prácticamente no es nadie, es hoy en día capaz de hacer que los universos personales de cada ciudadano se encuentren. Únicamente la violencia es capaz de despabilar una ciudad de muertos en vida.
Crash es un film coral, donde varias historias se entrecruzan, siguiendo el patrón de “Grand Canyon”, “Magnolia”, “Vidas cruzadas” o “Amores perros”. En este caso, todas las historias están bien medidas y colisionan apuntando a un mismo lugar, en un retrato deliciosamente bien ambientado de sensaciones profundas, de sentimientos enfrentados, de realidades crudamente expuestas. Un retrato sincero y perturbador sobre una urbe caracterizada por la mezcla caótica de etnias, por el racismo, el miedo y la falta de principios. Un soberbio retrato sobre la angustiosa soledad de esas almas solitarias y prisioneras de una sociedad desestructurada, violenta, armada hasta los dientes, tristemente deshumanizada y en donde todos resultan ser victimas.
Pero Crash también nos habla de la intolerancia y de la pérdida de la inocencia. De cómo hay cabida, a pesar de todo, para la esperanza, para la magia, y de como pervive aún la posibilidad en nosotros, la libertad de poder dar siempre lo peor o de dar lo mejor como seres humanos. Nos recuerda además que el hombre es un ser muy complejo que naufraga en una sociedad impersonal y hostil. Donde, victimas de la confusión, los buenos también resultan convertirse o descubrirse como malos y los malos, a la vez, como buenos. Donde la línea moral y la ética de la actual sociedad norteamericana parecen estar borrándose peligrosa e irremediablemente como el trazo de una tiza bajo la lluvia. Y a la vez, este es un retrato también de las sociedades modernas de todo el mundo.
Paul Hagiis, quien se diera a conocer por escribir el guión de “The millon dollar baby”, realiza aquí una película de bajo presupuesto sin que técnicamente se note en ningún momento del metraje, llena de inteligencia y de emoción. Con un casting que funciona, unas actuaciones soberbias, un guión redondo y perfectamente estructurado, un look acertado, una atmósfera muy lograda y consecuente y un ritmo bien administrado, que mantiene la tensión requerida y nos regala momentos gloriosos.
Una bocanada de aire para los tan predecibles y aburridos Oscars y una agradable sorpresa que vuelve a demostrar que, desde Hollywood, entre tanto pedrusco y tanto lodo, aún continúan llegando algunas perlas del séptimo arte.

Iván Sáinz-Pardo

V DE VENDETTA (James Mc Teique, U.S.A, 2005)

V DE VENDETTA (James Mc Teique, U.S.A, 2005)

Con tanto fanático de los comics y tanto friki de los superhéroes en la red, me temo mucho que esta crítica me enviará al infierno de los no modernos y los anti-cools. Pero amigos, no puedo evitar escribir que “V de Vendetta” a mi me pareció “Verdaderamente una mierdetta”
Que sí, que no me he leído el comic de Allan Moore, que casi no he pasado de los “Mortadelos y filemones”, de “Spiderman”, “Superlopez” y del “Jabato”, pero no importa. Fui al cine y traté de entretenerme sin manual de instrucciones.
Lo que me encontré fue a un tío pedante, escapado de las tertulias de Garci, disfrazado del zorro y con una careta. Una película mal iluminada, sin ritmo, pretenciosa, con unos diálogos patéticos, fallida, llena de clichés, aburrida e incluso bochornosa en muchos momentos.
Como película de acción, defrauda. Demasiada poca chicha y nada novedosa. (A los amantes de películas sobre futuros autoritarios con una buena acción coreografiada estilo “Matrix”, les recomiendo “Equilibrium”.)
Como película de superhéroes, anda más cerca de “Catwoman”, “Daredevil” o “Scooby-Doo”, que de “Superman”, “Darkman”, “El cuervo”, “Batman” o compañía.
Los efectos especiales no destacan en absoluto. El trabajo de cámara y la puesta en escena resulta poco más que regularcita, inundada de planos medios y cortos, con maquinas de humo a los lados trabajando sin descanso y con un tufillo general a estudio. Como decía antes, no consigue encontrar un look original ni novedoso, a pesar de haber mandado pintar todo lo que aparece en pantalla de gris y de negro. “Sin City”, apostó mucho más valientemente, por poner un ejemplo justo al otro lado opuesto.
En cuanto a la música… buff… hasta prefiero antes los mamporros musicales techno de “Blade”.
Los actores, bueno, pues informar de que Natalie Portman también esta muy buena con el pelo tan rapado como el de Sidney Oconnor. Que John Hurt aparece siempre muy enfadado y dentro de una tele y que los demás, básicamente, pasaban por ahí. La historia de amor está metida al final del todo, como de refilón y no se la cree ni el guionista, ni el director, ni los hermanos Wachowski en la producción.
La historia es un pupurri de intenciones, un pastiche entre "La bella y la bestia", "El zorro", "El fantasma de la opera", "El club de la lucha", "El conde de Montecristo", cualquiera de las numerosas producciones ya existentes y menos originales sobre futuros autoritarios, y "Bamby". Vamos, un despropósito.
Todo es predecible, lánguido y almibarado. Todo es tan increíblemente absurdo, tan inverosímil y tan baratamente aburrido, que algunas escenas resultan hasta cómicas sin pretenderlo. Como la bochornosa escenita bollera y todos esos otros numerosos flashbacks que nos catapultan la vergüenza ajena, sin ninguna piedad, a cotas en las que nos descubrimos, de repente, en el cine apretando fuerte, muy fuerte los dientes. Y donde encima, nos lo dan todo ridículamente masticadito. O como todas esas escenas en donde lo visual prima siempre sobre el sentido común y la razón, y en donde además, si no se puede explicar ya nada más después, pues tampoco importa. Momentos tales como en el que hay que creerse así, sin más, que ese señor, disfrazado por obligación, y en busca y captura en un estado militarista, policial y dictatorial, consigue fabricar 300.000 caretas y capas y, además, mandarlas también a cada casa particular, cada oficina y garito de toda Inglaterra el solito, sin quitarse la careta y sin que lo pillen. O el tener que presenciar como nuestro paisano se entretiene formando una figurita con la que dibuja su logo con forma de V con la ayuda de 10.000 piececitas de dominó (que las conté), para, únicamente, derribarla después estando el solito, al mejor estilo “dominoday”, y para su único disfrute onanista. Y así todo, una tras otra, señores. Y sí, ya se que el individuo ese de negro es supuestamente un héroe, y que siempre hay cierta dosis de fantasmada en estas películas, pero es que aquí, muchas veces estos actos, tienen también un peso especifico en la trama central. Provoca ni más ni menos que una revolución, y yo, únicamente, desearía que me vendieran la movida de forma algo más inteligente y currada. (Como en el “Club de la Lucha”, ya que la mencionaba antes) Pero no, aquí solo hay atentados inexplicables, sin muertos, al estilo de preciosos fuegos artificiales iluminando los balcones y bajo la música de Tchaikovsky. Solo hay a nuestra disposición un cúmulo de acciones incoherentes y de imágenes y tramas fotocopiadas.
¿Y como se vende todo esto entonces? Bueno, pues le añadimos un atentado en Londres y, a poder ser, precisamente en el metro, después hablamos un poquito pseudo-filosóficamente sobre la simbología de derribar edificios representativos, cuatro frases más, supuestamente ocurrentes, y al estilo “Los ideales son a prueba de balas”, un poco de gripe aviaria de refilón y otro poquito de guerra bacteriológica y ya esta todo supuestamente muy de moda y además, conseguimos tener a favor a toda una masa de incrédulos que creerán y defenderán este proyecto como moderno, valiente e innovador.
En fin, una completa decepción de película. No me extraña nada que los dos hermanitos de Matrix hayan decidido, a última hora, encasquetársela mejor a su segundo ayudante. ¿Se puede hacer aún algo peor que las secuelas de Matrix? Sí, amigos, se puede. Claro que se puede.

Iván Sáinz-Pardo

AZUL OSCURO CASI NEGRO (Daniel Sánchez Arévalo, España, 2006)

AZUL OSCURO CASI NEGRO (Daniel Sánchez Arévalo, España, 2006)

Que tras poco más de dos semanas, una película como “Azul oscuro casi negro”, que viene de estrenarse por todo lo alto con tres Biznagas en el festival de Málaga, no se pueda ver en ninguno de los dos multicines de San Cugat del Valles, y ya únicamente se proyecte en cuatro cines en toda la ciudad de Barcelona, refleja a la perfección la situación de nuestro cine nacional.
Me pregunto, con desesperanza, la suerte que le deparará a esas otras obras españolas que no fueron premiadas o ni siquiera estrenadas en Málaga. El cine no llega al público y muere, irremediablemente, sin una industria engranada y eficaz, protegida legalmente, independiente y con un poder real de distribución. Este desastre, esta evidente y permanente crisis del cine español, no tiene nada que ver, por mucho que así nos lo quieran vender, con los problemas de la piratería por Internet. Es Internet, precisamente y en este caso, desde donde se está consiguiendo, en gran parte, crear un merecidísimo boca a boca sobre esta película que está impulsando a mucha gente a ir al cine.
Aunque, en realidad, nunca pretendo ser objetivo, me sería también imposible serlo al escribir sobre esta opera prima de Daniel Sánchez Arévalo. En mi caso, conozco los cortometrajes de Daniel y también lo conozco a él. La película, sin embargo, se disfruta por si sola y esta hecha, sin duda alguna, para el gran publico. Es por eso que la mayor preocupación de Daniel es que su primer largo pase desapercibido para la gran mayoría. Pudimos hablar no hace demasiado en Salamanca, Daniel se mostraba seguro, tranquilo, sabiendo que ha conseguido crear una pieza honesta y de calidad. Que ha cumplido con creces sus propias expectativas como autor inteligente, director eficaz e intuitivo y como espectador sensible. Pero es precisamente por ello, que Daniel no se muestra ajeno en absoluto ante el panorama azul oscuro casi negro de nuestro cine.

La trama de la película comienza donde termina uno de sus últimos cortometrajes, su estupendo y aclamado “Fisica II”. Rescata aquí los mismos personajes para trazar una historia sencilla, pero emotiva y retratada con asombrosa destreza. Destreza en lo visual, para marcar un estilo, pero sin empachar. Para narrar con el lenguaje visual y separar a los personajes cuando lo precisan, unirlos cuando deben de estar juntos, para sugerir y recrearse con pequeños simbolismos y guiños. Destreza en una puesta en escena acertada y unas actuaciones sobrias y reales, con diálogos entretenidos e inteligentes. Porque sabemos que conseguir hacer reír en las situaciones dramáticas no es nunca tarea fácil.

Otra pirueta mortal es la de lograr mezclar el realismo social con el género comercial. Saber tratar el tema social aligerando lo justo el drama y no abandonándose al ya tan trillado y denostado estilo de cámara en mano, manteniendo la decisión de dejar la cámara en el trípode o sobre la dolly. Y además, Daniel consigue marcar su estilo, porque es fiel a sus principios, a su pasado como cortometrajista, a su filosofía de director que cree en la gran importancia del guión y en la dirección actoral. De quien crea desde el respeto y la humildad y sabe y consigue transmitir al espectador su propia ilusión por la historia que recrea. Y eso, es ya más de medio paso al paraíso.
Y como también existe en el film algún pero, decir que el evidente academicismo de su autor, y la indudable fé en las estructuras dramáticas, en las formulas de genero y reglas de guión, le resta a la historia espacio para la sorpresa. La historia resulta siempre bastante predecible. Además, para conseguir mantener el pulso a tanta y tan lograda pirueta, algunos momentos acaban por mostrarse además algo inverosímiles y poco creíbles. Sin embargo, está todo tan mimado y contado con tanto respeto, sensibilidad e ilusión, que esto no entorpece para nada una brillante y talentosa opera prima que sabe a buen cine y a reto conseguido.
Terminar apuntando únicamente dos cosas, por un lado vaticinar lo evidente, un esperanzador futuro para Daniel Sánchez Arévalo, y por otro, haceros llegar un mensaje muy claro:
No se arrepentirán. ¡Vayan a verla!

Iván Sáinz-Pardo

VOLVER ( Pedro Almodovar, España, 2006)

VOLVER ( Pedro Almodovar, España, 2006)

Pocas veces un título tan conciso resume tantas cosas. Almodóvar es muy grande. Sabe rehacerse, reformarse, transformarse, mejorar y atreverse a volver al camino al que, él mismo, se ve predestinado a recorrer; el camino de un gran director de cine, el de un guionista redondo, intuitivo, preciso y consecuente. Los grandes hombres solo huyen de sus propios fantasmas dando un nuevo recital y volviendo a demostrar maestría y genialidad. “Volver”, significa, entre otras muchas cosas, recuperar a su público español, y no seguir enfocando sus historias, sobretodo, al gusto de la crítica americana y extranjera. “Volver” significa huir en parte de sus propios histrionismos y clichés y de la formula que le encumbró en lo más alto de Hollywood. Es arriesgar sabiendo que él es capaz de dar con la formula adecuada. Y es que,”Volver”, mezcla el drama con la comedia, algo muy complicado de llevar a cabo con garantías de éxito. Toca temas diversos, escenas complicadas, y se atreve a navegar en la actualidad e incluso a tratar la critica social en las dosis exactas. Almodóvar, en esta, su última película, no se olvida de nadie y consigue no saturar, no exagerar. Podemos degustar su estilo visual, su control de los giros dramáticos, su gran dirección. Consigue estar presente, insinuar, dejar su olor, desplazarse como un fantasma sin remarcar en demasía ni forzar sus intenciones personales y artísticas.
Almodóvar vuelve a trabajar desde la humildad y la honestidad. Hila una historia redonda, un guión potente y muy bien lubricado. Engrandece a un magnífico elenco de actrices y las dirige como el bien sabe. No entiendo a quienes se empeñan en criticar a Penélope Cruz, quien aquí carga con casi todo el protagonismo y vuelve, para demostrarle al mundo que ella es, no únicamente una actriz bellísima y de una presencia apabullante, sino una actriz capaz de bordar los papeles importantes. Carmen Maura vuelve también, sin complejos, para reencontrarse así misma. Carmen consigue emocionar, es real y magnífica, como siempre. Y el resto de las actrices, todas ellas, se suman al carro de las actuaciones brillantes. Lola Dueñas, Chus Lampreave, Blanca Portillo, Yohana Cobo y todos los demás.
Los hombres, son todos malos, malísimos, y de presencia insignificante, esto sí que también como siempre, en cada uno de los cuentos feministas de Almodóvar.
El director manchego, retrata además el pueblo de sus orígenes y ese ir y venir a la capital que le vio crecer. Hay mucho de autobiográfico, de homenaje y de melancolía. Y como el cine es romanticismo, en la Mancha hay molinos, viento, superstición, tradiciones y la locura que el Quijote supo promocionar al mundo. Almodóvar, sabe que el cine es contar cosas sencillas, retratar lugares austeros, gentes del mundo real, pero con historias y dramas universales, con poesía en todos los idiomas. Almodóvar narra al mundo y lo sumerge, una vez más, en su propio universo, un universo lleno de intenciones, detalles, subtextos y mensajes. Almodóvar vuelve, para demostrar que es uno de los mejores directores en la actualidad, un verdadero amante del cine y, muy posiblemente, uno de los autores más sobrios e inteligentes que nuestro país haya conocido.

Iván Sáinz-Pardo

CACHÉ "Escondido" (Michael Haneke, Fran/Aust/Ale/Ita, 2005)

CACHÉ "Escondido" (Michael Haneke, Fran/Aust/Ale/Ita, 2005)

Entiendo a quienes piensan que esta película es pedante, lenta, aburrida y densa como un puré de patata. Reconozco que los diálogos resultan irritantes por lo poco que cuentan, por lo supuestamente banales. La fotografía es además totalmente naturalista, rozando el look del video domestico, aunque sin el temblequeo típico de la cámara en mano. El ritmo es pesado, aletargado, sin concesiones, en un metraje largo, muy estirado y con escenas prescindibles. A demás, no se trata esta de una historia previamente masticada y no se advierte el menor esfuerzo por acompañar al espectador hacia un mensaje claro, hacia un final concreto. Comparto igualmente las opiniones que acusan a Haneke de tomar como punto de partida de su película el intrigante principio de “Carretera perdida” de David Linch. Es realmente así. En ambas, la pareja protagonista recibe extrañas cintas de video donde, ellos y su casa, son grabados por un desconocido. Pero también es cierto que Caché se distancia en seguida y toma un rumbo muy distinto.
Caché resulta un ejercicio voyeurista con infinidad de perspectivas y asombrosos detalles, que también cuenta en su haber con suficientes virtudes, tantas al menos, como para que haya otros muchos espectadores, entre los que me incluyo, que sí que han experimentado una sensación interesante y diferente, una sesión de cine muy gratificante e inteligente.
Caché no invita ni camela gratuitamente al espectador. No es una historia retratada desde los mejores ángulos de cámara, no es un anuncio de neón, ni un plato de comida caliente. Es una mirilla desde la que se puede espiar. Una mirilla en la fría calle, por la que se puede mirar a través desde una postura poco cómoda. Las acciones no van al grano. Observamos, por ejemplo, como el protagonista entra en escena, se le cae una moneda, se sirve un café de maquina, lo espera, lo sorbe, va hacia la ventana, sorbe de nuevo y reflexiona. Pero quien espía por la ventana, tampoco recibe un resumen de las mejores acciones de su vecina de enfrente. Quien espía, comparte silencios, acciones completas, instantes muertos, momentos de apatía, imágenes que habitualmente no observamos en el lenguaje cinematográfico habitual. Lo mismo sucede aquí con las conversaciones. Nunca encontramos diálogos concretos, informaciones necesarias ni concisas.
A demás, los momentos que uno no selecciona o que no se pueden escoger, nunca suelen responder a todas nuestras preguntas. No suelen explicarlo todo, ni tampoco aportan necesariamente una respuesta para cada una de nuestras cuestiones. Y en este caso, y solo al final de la cinta, podemos llegar a comprender sobre lo que realmente han tratado las dos horas de película. Pienso que Caché trata sobre la ingenua crueldad infantil y adolescente. Sobre las, muchas veces, terribles e inevitables consecuencias de nuestras acciones a lo largo de la vida. De cómo cargamos con nuestras faltas, errores y pecados y de, cómo todas estas, después, repercuten incluso a las generaciones posteriores. Caché habla sobre el sentimiento de culpa, la moral, el miedo y el egoísmo. Hace una crítica social totalmente neutral. Expone los temas sin posicionarse en absoluto.
Pude intuir, además, una especie de mensaje paralelo sobre la que, hasta ahora, no he encontrado reflexión alguna en ningún otro sitio. Quizás por esto se trate únicamente de una percepción personal:
(Abstenerse de leer a continuación quién no haya visto aún la película)
Mientras la pareja descubre la desaparición de su hijo, se observan de fondo imágenes en la televisión sobre el desastre actual en Irak. Quizás también sea casualidad que los coprotagonistas sean también de origen musulmán. Pero todo pudiera entenderse además como una metáfora, donde el rico e intelectual protagonista occidental, castiga, traiciona y trunca en el pasado la vida del pobre, y a la vez, el futuro de sus descendientes, para después, esforzarse por ignorar y menospreciar el posible dolor causado y alegar un sentimiento victimista. El protagonista se siente aterrorizado, desconcertado, agresivo, cuando las consecuencias de sus actos salpican de algún modo su estilo de vida acomodada y segura.
Michael Haneke nos pregunta: ¿Quién es aquí la verdadera victima? Quizás los terroristas formen parte de nuestra familia. Quizás seamos nosotros los terroristas. Quizás nuestro preciado estilo de vida no sea el más adecuado, justo ni perfecto. El protagonista se muestra insensible a la hora de reconocer su culpa y tampoco duda en engañar a su propia esposa, mentir sin dilación a su propia gente, para esconder la información que le pueda culpar. Nuestra sociedad, nuestros informativos, nuestra televisión, tampoco dudan en mentir, en no contar toda la verdad, para invitarnos a consumir, despreocupados, y a continuar todo el tiempo que nos sea posible con este nuestro “sueño americano” de egoísmo y evasión. Además, paralelamente, observamos imágenes de atentados suicidas en Irak, mientras para el coprotagonista, la única forma posible de llevar a cabo su justificada venganza, es implicando y haciendo testigo directo al protagonista de su suicidio.

Caché invita a reflexionar, a pensar, y a cambio no cede un ápice al espectador. Entiendo a quienes únicamente les parece un soberbio coñazo. Y sobretodo entiendo a quienes hablan aquí de una película magistral. Yo, únicamente puedo decir que entré al juego, aposté y disfruté muy gratamente.

Iván Sáinz-Pardo

BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE (George Clooney, U.S.A, 2005)

BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE  (George Clooney, U.S.A, 2005)


Algunas me odiarán sin dilación por arremeter contra una peli del guapo Clooney, algunos por no entender el mensaje liberal y crítico de la cinta, y otros por no saber apreciar el gusto de una película rodada en blanco y negro al estilo clásico, o por no claudicar ante su actual reconocimiento en Hollywood.
La tensión y el rigor dramático de la película brillan por su ausencia. La cámara, efectivamente cuenta la historia en blanco y negro, pero no es “La lista de Schindler” ni muchísimo menos y, en esta, el lenguaje cinematográfico y la puesta en escena no pasan de mediocre.
Los actores hacen buenamente lo que pueden con un guión plano, tedioso y predecible. David Strathairm posa muy serio todo el tiempo, con la sobriedad suficiente. Clooney aparece muy elegante, muy correctito y nada más. Y la historia entre Robert Downey Jr y Patricia Clarkson pasa tan desapercibida, que no llega a otra cosa que a resultar absurda.
Los actores fuman, eso sí, mucho, que ya se sabe que en el cine clásico de Bogart ya quedaba muy bien y además, para tratar de ir aún más a la contra, que mejor que exaltar el consumo del tabaco en una sociedad en la que actualmente se apunta a dejar el hábito.
La televisión puede ser un instrumento para educar o para evadir. La televisión es manipulable. Ya, si, ¿y qué? Pues eso, nada más. Ni un atreverse a retratar realmente la caza de brujas, ni la era Mc Carthy, ni arriesgarse a abordar una critica sincera, seria o interesante sobre nada de nada.
“Buenas noches y buena suerte” es un pestiño espectacular. El que se sentaba en el cine a mi lado, tras los veinte primeros minutos, se durmió como un bebé y después sobrevivió el ansiado final enchufándose a su mp3. Yo le envidié por ello, aunque decidí vérmela hasta el final, aunque fuese únicamente para poder escribir sobre ella hoy aquí.
Que enorme desilusión con una película de la que esperaba muchísimo más. Lo mejor, sin duda alguna, fue que, gracias a Dios, el suplicio no superó la hora y media.

Iván Sáinz-Pardo

MUNICH (Steven Spielberg, U.S.A, 2005)

MUNICH (Steven Spielberg, U.S.A, 2005)

Para escribir sobre una película como “Munich” es recomendable mandar a dormir a las neuronas al menos ocho horas primero, pero no puedo evitar contaroslo todo. Contaros que la película me ha dejado de un mal cuerpo demasiado evidente. Se que ocho horas no serán suficiente. Se que ocho semanas tampoco lo serán. Hay algunas secuencias, algunas imágenes, algunos trozos rotos clavándose en los corazones de quienes, a mi lado, compartían la sala del cine hoy.

Hay un mensaje concreto delante, y casi tres horas de un espíritu consecuente y ferozmente tenaz detrás. La violencia únicamente desencadena más violencia. La violencia no es espectacular. La violencia es simplemente algo aterrador. Una pesadilla que se esconde debajo del colchón de nuestra cama, dentro de la televisión o de nuestros teléfonos. Un sueño convertido en terrorífica realidad, disfrazado de religión, de patria, de valentía, de heroísmo. Un pedazo podrido enfermando el corazón humano. Propagándose incansablemente. Destruyéndolo todo. No hay vencedores, no hay inocentes, no hay esperanza en un conflicto en el que, los distintos intereses políticos y económicos, descarrían y catapultan las posibles respuestas, hacen saltar por el aire las soluciones, para aletargar y prolongar el sufrimiento humano eternamente. Un mensaje desalentador, frío, cruel, amargo y brutal surgido de la parte más oscura de un director magistral, que sigue en su incansable busca del maestro, del genio que lleva dentro.

Los asesinatos narrados tampoco son espectaculares, los tiroteos son burdos, caóticos, realistas. Los actos terroristas saturan el metraje. Saturan la mente del espectador. La estructura narrativa de los ajustes de cuentas se reitera. Estos resultan repetitivos, penetrantes, en una rutina monstruosa y desasogante. Todo ello en un metraje estirado y denso. Sin concesiones. Sin cabida ni espacio para el romanticismo, ni la épica, ni tan siquiera para el respiro del espectador.
En la cinta no hay buenos. No hay malos. Solo hay victimas. El hogar cuesta caro. La paz no tiene precio en un mundo en el que la vida si lo tiene.

Spielberg, de conocido origen judío, trata el conflicto palestino-israelí, pero no se detiene allí, por que sabe que la guerra de la que nos habla tiene frentes abiertos en otros muchos sitios. La herida es un mar de llagas clónicas, llagas abiertas, y mientras se cura una, otras nuevas y mucho peores surgen a su lado. El mensaje es por tanto un mensaje universal. Y de esta forma se centra en narrar los conflictos interiores de uno de los terroristas. Conflictos que todos entendemos, humanizando un drama del que nos hace a todos participes directos.

No todos los aspectos técnicos en la película son de mi gusto, como ese dichoso filtro difuminador que empañan las imágenes de casi todas sus ultimas producciones. Gusto estético que parece compartir con su fiel director de fotografía Janusz Kaminski. Ni tampoco encuentro necesario el ya comentado exceso de metraje. Pero estamos, sin duda alguna, delante de una de las obras más importantes y valientes de este director inaudito, condenado por meritos propios a ser recordado junto a los más grandes maestros del séptimo arte.

¿Pero de que cojones va la peli?

Amigos, ir a verla. Sufrir con el "bello" descubrimiento del terror de esa violencia tan, lamentablemente, a la orden del día al otro lado de nuestros telediarios. Acongojaros con la verdadera cara del terrorismo de estado. Descubrir con vuestros propios ojos la desgarradora sensación de sentiros, por algunos minutos, cercanamente afines a los que de verdad sufren la realidad de la violencia desde todas las distintas vertientes. Ir al cine para ser también testigos de una actualidad tragicamente eterna.

Iván Sáinz-Pardo

MATCH POINT (Woody Allen, Reino Unido, 2005)

MATCH POINT (Woody Allen, Reino Unido, 2005)

Genial Woody Allen.
Es sabido que retrata la burguesía como muy pocos y que su regularidad, asociada a su prolífica carrera como cineasta, ya lo encumbran en lo más alto. Yo tengo debilidad por Allen, no voy a esconderlo. Es un contador de historias que se engrandece en su oficio y en su estilo visual con cada una de sus películas. En esta ocasión es el turno de retratar la burguesía inglesa con una historia de amor en principio bastante convencional que además se desarrolla bastante lentamente.
El director cambia el Jazz por la Opera y rueda por primera vez en Inglaterra. La retrata tan solo como el lo sabe hacer, mostrando lugares típicos, carismáticos, pero siempre sin abusar y concentrado en apoyar con las localizaciones ese ambiente de la clase alta.
Johnatan Rhys Meyers encarna al joven protagonista y hace un buen trabajo, aunque a veces se le llega a notar un tanto limitado con esos ojitos todo el tiempo de quedarse dormido. Emily Mortimer, bella y acertada en su papel de esposa del protagonista. Scarlett Johansson sale, como por otro lado también era de esperar, arrebatadoramente sexy en su papel de mujer fatal, misteriosa y vulnerable a partes iguales, cerrando este triangulo de pasiones, engaños y sexo. Por otro lado, el resto de actores estan igualmente formidables, como Matthew Goode, en su salsa haciendo de niñito de papa.

Después de ver la película, quizás no resulte muy original apuntar que esta cinta es, evidentemente y en gran parte, deudora de la anterior “Delitos y faltas”, pero quizás si lo sea compararla con “El sexto sentido”. “Match Point” es narrada con pulso pero con una gran parsimonia. Un ritmo que nos hace desear que los acontecimientos se sucedan de una vez por todas. Al final, al igual que en la cinta de M.Night Shyamalan, será un brusco giro argumental el encargado de retomar el tempo y hacernos vibrar.
En "Match Point" ademas se cierra la historia con la metáfora deportiva con la que comienza y uno cae rendido ante la sabiduría, el control y la mano de Allen, un guionista inteligente, un director de orquesta inquieto, tremendamente intuitivo y verdaderamente amante de su oficio y de cada uno de sus propios trabajos.
Tampoco esconde sus influencias, ni falta que le hace: Dovstoievski, Bergman, Hitchcock y mucho del propio Woody Allen para una muy conseguida reflexión sobre la suerte, el destino, el sentido de la vida, la justicia, la moralidad, el sentimiento de culpa, el egoísmo, el amor, el sexo y la naturaleza del ascenso social y profesional.

No necesita demostrar nada a nadie tras sus casi tres docenas de películas, pero se agradece y se siente con cada visionado, su voluntad por seguir siendo genuino y fiel y por no querer ni permitir defraudar a todos sus seguidores manteniendo una calidad notable en cada una de sus citas. Cada Otoño un regalo siempre muy especial. Gracias Woody.

Iván Sáinz-Pardo

EL DIA DESPUES DE MAÑANA (Roland Emmerich, U.S.A, 2004)

EL DIA DESPUES DE MAÑANA (Roland Emmerich, U.S.A, 2004)

“Das Arche Noah Prinzip” fue el trabajo de fin de carrera de Emmerich en la Escuela de Cine y televisión de Munich (escuela que tengo el honor de conocer personalmente pues aún curso en ella estudios de Dirección) y a la vez su primer largometraje antes de emigrar a los Estados Unidos de América. (Sin contar su mediometraje anterior “Franzmann” del año 1979)
Este primer largometraje ya mostraba su casi enfermiza obsesión por imitar un canon americano rebosante de efectos especiales y clichés efectistas. Película esta, por otra parte, fallida, larga y aburrida y con un indudable sabor a quiero y no puedo.
Pero todos los que estudiamos en esta escuela y hemos podido conocer un poco más de cerca su paso por esta, sabemos que este hombre tenía una visión, y que aquel trabajo únicamente era un esbozo de sus pretensiones reales. Sus sueños exigían presupuestos monstruosos, y la industria americana era su única esperanza.
Emmerich ha cumplido su sueño y es, junto a Wolfgang Petersen, (“Troya”, “La tormenta perfecta”, “En la línea de Fuego”) un punto de referencia básico para muchos cineastas con hambre de Hollywood, y por esto también los culpables de que la industria cinematográfica alemana haya perdido en parte su rumbo natural.
Si ellos han triunfado, ¿hay que hacer cine a la americana?, ¿es Hollywood nuestra meta?
A nuestro país llegan algunas de las series de televisión que el país germano está exportando en la actualidad. Pastiches a la americana, policías, carreras de coches, explosiones, efectos especiales, persecuciones, detectives o remakes a la europea de series americanas. (El payaso, Rex, un policía diferente, Medicops, etc)
Hubo unos años en que en las carteleras alemanas se escondían los nombres alemanes para engañar al público con títulos en ingles imitando a las producciones americanas. Y cuando esto también dejó de colar, cambiaron la estrategia y buscaron la participación de actores internacionales en sus producciones nacionales.
Atrás quedan producciones hechas también por alemanes pero mucho más cercanas y más alemanas (valga la redundancia) como “Schlafes Bruder” de Joseph Vilsmaier (En nuestro país más conocido por otro de sus films “Stanlingrado”) Mientras la crisis continúa y también las dudas.
Admito que me gusta el genero que explota Roland Emmerich, me gusta lo que propone y en parte sus películas: “Joy” (¿recordáis aquella peli de un niño hablando con su difunto padre por un teléfono de jugete rojo?) “Independence day” (entretenida, sin tomármela muy en serio claro), de “Stargate” y “Soldado Universal” (únicamente salvaría la primera hora, después ambos filmes se derrumban estrepitosamente), “Godzilla” (Los créditos del principio son realmente impresionantes, aunque en este caso poco más se salva en esa poco inspirada mezcla de King Kong, Jurasic Park y Alien), “El Patriota” (esta no me gustó, a la sombra y herederas de otras mucho mejores como “Braveheart”)
“El día después de mañana”, su hasta la fecha último trabajo, repite en gran parte los mismos fallos que sus precursoras. Emmerich no tuvo nunca ningún tipo de complejo a la hora de plagiar y copiar de aquí y de allá. Verse si no la “influencia” (casi bochornosa) de “Poltergeist” en su film “Joy”, la escena de las crías de Godzilla recordando como apuntaba antes a “Alien” y la escena de los Velociraptores de “Jurasic Park” o el final y muerte de Godzilla, al más clásico estilo “King Kong” y así un largo etc.
Y en esta nueva, pues en fin, todo recuerda a más de lo mismo, de su propia cosecha y de la de los demás. A destacar eso sí unos efectos especiales asombrosos y de más larga duración que los vistos en la cinta anterior “Deep Impact”, (donde también había olas gigantes y en el medio otra trama de garrafón de las que hacen historia.) Y los tornados, pues como en “Twister”, más o menos, pero todos juntos y a la vez. Y unas imágenes espaciales de la tierra muy bellas y una primera media hora interesante y entretenida que nos recuerda al principio de su “Independence Day”.
Después, pues se acabo. Un vació tremendo. Un estancamiento en el ritmo insoportable de casi una hora donde no sucede nada, y lo poco que ocurre, nos deja totalmente impasibles.
La búsqueda del padre (Denis Quaid) no se entiende. (¿Por que no tiene ningún sentido quizas?). Recorrerse en mitad de un temporal glaciar media América para ir hasta donde está su hijo si es que aún vive. ¿Qué plan es ese? ¿Para entonces que? No parece importar. Y la madre se queda, no se sabe tampoco muy bien por que, en un hospital al cargo de un niño con leucemia. (Leucemia porque lo ponía en el guión). Lo cierto es que esta historia se queda totalmente sin desarrollar. Amputada, como casi todas las demás. Algo casi esperpéntico.
El hijo es el actor Jake Gyllenhaal, el niño rarito de la sorprendente y ya peli de culto “Donnie Darko”, donde en aquella, su cara de besuguito a las finas hierbas le pegaba mucho a un adolescente paranoico, pero aquí no demuestra más que una mímica digna de cualquier estatua de museo romano.
Y hay un mendigo y un negrito empollón y un perro y no se que más. Pero todo es tan artificial y tan frío que no consiguen transmitir absolutamente nada. Ni una emoción.

¿No han perdido a familiares y a amigos? ¿No es el fin del mundo?

Y como alguien se debió de dar cuenta que la laguna en el guión parecía en realidad el océano Pacifico, pues se decidieron por mostrarnos a unos lobos asesinos que se escapan de un zoológico, para después mandar a los protagonistas a una improvisada, al igual que absurda misión, a un barco ruso (que tampoco sabemos que pinta ahí) en donde deberán escapar de dichos animales. (También sin ninguna espectacularidad)
Por otro lado, está la historia de unos ingleses aislados esperando su final, todo narrado con la misma emoción. Vamos, que al parecer se mueren, pero no le importa absolutamente a nadie.
Lo cierto es que el guión y los actores, la trama en general, no están al nivel de los efectos especiales, y no es únicamente culpa de los actores y del guión, la fotografía nos abofetea, enfrentada entre planos infográficos majestuosos, bellos, emocionantes, y otros, los no digitales, mediocres, sin vida y con pinta de agujero negro en el presupuesto. (O en la imaginación de su autor) La tormenta de granizo en Japón (de tremendo potencial) está rodada con tan poca fortuna y gusto, que entran ganas de llorar. Ni un único plano general, apestando todo a rodaje de domingo en pequeño estudio.

En general hablamos aquí de una realización triste y desganada. Con un resultado poco original y que no consigue convencer ni a los amantes del genero, en los que me incluyo.
Los americanos huyendo sin papeles a México y el vicepresidente americano reventador de cumbres de Kyoto, malo malísimo, volviéndose al final defensor del medio ambiente y la fraternidad entre pueblos, son guiños simpáticos, presumiblemente irónicos y, por que no, de agradecer, pero no bastan, ni muchísimo menos, para hablar de una buena película. Una verdadera pena. Y creo que ya me he enrollado bastante. Me aburrí mucho. La olvidé rápido y a esperar a que vuelva a brillar el sol.


Iván Sáinz-Pardo

ENTRE COPAS ( Alexander Payne, U.S.A, 2004)

ENTRE COPAS ( Alexander Payne, U.S.A, 2004)

Con el escenario de fondo de la región vinícola del valle de Santa Ynez en California y la pasión de los protagonistas a la enología, transcurre con un ritmo un tanto irregular, esta producción independiente americana. Comedia sobre adultos perdedores y sus aventuras durante un viaje de una semana antes de la boda de uno de ellos.
Uno tira de un lado, interesado solo en olvidar su trauma en forma de divorcio no superado y su presumible fracaso como escritor, recorriendo, de cabo a rabo, la ruta vinícola californiana. Papel muy bien interpretado por el siempre genial Paul Giamatti. El otro tira del lado opuesto y se plantea el viaje unicamente como una despedida de soltero en la que poder “golfear”. Jugando a golf y tratándo además de llevarse a las “parras”, a cuantas más mujeres mejor. Este otro papel bien interpretado por Thomas Haden Church. (Que físicamente resulta una mezcla entre el actual “Gobernator” del estado californiano y Kahn, el portero del Bayer de Munich.)
Ambos encontrarán en su ruta a dos mujeres, casualmente libres y expertas del vino, con las que cada uno iniciará su propia aventura sentimental según sus necesidades.
En esta película disfrutamos de unas actuaciones en gracia y una buena dirección por parte de Alexander Payne. A destacar también la sobriedad y la espectacular presencia de la televisiva Virginia Madsen, que gracias a esta brillante aparición, presumo volveremos a verla muy pronto en otras producciones importantes.
Disfrutamos además de unos buenos e inteligentes diálogos que, aunque presumiblemente parecen hablar únicamente de vino, en realidad llegan bastante más allá, relatando mucho sobre la naturaleza de sus personajes.
Aunque la película trata situaciones de adultos, sus correrías resultan, en su gran mayoría, típicas de adolescente con hiperactividad y excesos hormonales. A pesar de venderse como supuesto homenaje Snob a las glamurosas tardes de golf, la cultura del vino y la enología, las catas de los protagonistas y algunas de las situaciones que ocurren en la película, se ríen en gran parte de todo ello.
Nos queda además un guión amable, con algunos gags destacables, que en general ridiculizan, a la moda, al género masculino, mostrando únicamente sus puntos flacos y su peor cara. Donde las mujeres, por el contrario, son cultas, maduras e interesantes y manejan con temple la batuta. Un guión hábil donde se muestra la desesperanza y el patetismo, las inseguridades y los sueños sin cumplir de sus protagonistas. Pero donde se deja un rinconcito muy inteligentemente situado para la esperanza y para el amor. Un guión a su vez un poco irregular, con momentos repetitivos y de estancamiento y que tampoco aborda algunos de los conflictos importantes por los cuernos. Bajo mi modesta opinión, esta bastante sobre valorado, (si recordamos además el Oscar obtenido en esta categoría.) pues justamente es este mismo, en cierta parte, el culpable de dejarnos al final de la película con esa sensación de que esta podía haber sido aún algo mejor.

Terminar diciendo que “Entre copas”, sin ser el no va más, me ha gustado bastante y que además aún se deja disfrutar mucho mejor con un poquito de queso manchego y buen vinito español en la mesita.


Iván Sáinz-Pardo

EL ÚLTIMO SAMURAI (Edward Zwick, U.S.A/Nueva Zelanda. 2003)

EL ÚLTIMO SAMURAI (Edward Zwick, U.S.A/Nueva Zelanda. 2003)

“El último Samurai” es una buena película, que aunque es verdad que no gana con un K.O, si que lo hace a los puntos. En clara evidencia queda un guión correcto pero tremendamente convencional. Nada en el es capaz de sorprender, porque la historia recuerda a muchas otras e incluso recuerda a la, bajo mi opinión, algo más aburrida “Bailando con lobos”. Una vez más se nos muestra una trama perfectamente trazada que circula, sin embargo, por senderos infinitamente recorridos. Lo que sucede es que, como todos sabemos, este es un mal de casi todas las producciones de estudio americanas reticentes al riesgo en taquilla, aunque bien es cierto que en este caso en concreto, Zwickt consigue sacarle partido al esquema convencional, bordando a la perfección cada una de las metas necesarias para completar un buen film. Hay épica conseguida, escenas de guerra sorprendentes y muy emocionantes (el primer ataque bajo la niebla y presentación de los samuráis, el ataque sorpresa de los Ninjas o la espectacular y genialmente rodada batalla final), una muy cuidada fotografía, una recatada historia de amor con japonesa guapísima (introducida eso si un poco con calzador), suficientes conflictos y elementos dramáticos, una buena banda sonora (del alemán Hans Zimmer), unos secundarios, todos ellos y sin excepción, estupendos y sorprendentes. Acertadas son también la templanza meditativa de la cámara y el tranquilo, pero nunca aburrido, ritmo narrativo, así como el magnifico y cuidado diseño de producción que acompaña a la película. Es de agradecer el clima de respeto desde el que se adivina que han trabajado a la hora de presentarnos todo ese mundo Oriental. Aunque puede llegar a producir escozor la idealización del supuesto mundo feudal japonés de la época, que me temo bastante poco tiene que ver con la realidad histórica.
Lo peor, además de lo convencional del guión, es quizás ver a un muy correcto y esforzado Cruise, eso si, siempre con una marcha más de la necesaria, en una descarada y desesperada busca del Oscar en una aparición constante en casi todos los planos del largometraje. Los registros se repiten una y otra vez en un personaje que parece irle pequeño para sus ambiciosas pretensiones, cayendo, a mi parecer, algo en la sobreactuación.
Lo mejor, el dominio de los conflictos, la manipulación y el control de los sentimientos a provocar en el espectador que demuestra este director, como hiciera en “Tiempos de gloria” (1989), “Leyendas de Pasión” (1994) o en “En honor de la verdad” (1996).
Siguiendo con la mención de algunas escenas deslumbrantes, recordar la lucha desesperada de Cruise bajo la lluvia antes de ser secuestrado por sus enemigos.
Que a los mismos yanquis no les guste esta película y que esta haya sido prácticamente un fracaso de taquilla en U,S.A, no es de extrañar, cuando tras su visionado, en las mentes de casi todos los espectadores, los valientes y prácticamente desarmados guerreros samuráis se transforman en afganos o Irakies, y los japoneses con sus ametralladoras de “doscientas balas por minuto”, a su vez, en los soldados del imperialista país de las barras y estrellas con sus super bombarderos, misiles teledirigidos y bombas inteligentes.
A pesar de algunos de sus defectos, como el forzado lucimiento a toda costa de Cruise en la historia, “El último samurai“ se disfruta y me pareció notable.

Iván Sáinz-Pardo

DANNY THE DOG (Louis Leterrier, Francia, U.S.A, Reino Unido, China, 2005)

DANNY THE DOG (Louis Leterrier, Francia, U.S.A, Reino Unido, China, 2005)

Las películas que se desequilibran en su genero, causan reacciones enfrentadas y diversas en el público y la crítica. Este es el caso aquí. No es la película típica de acción de Jet Li al estilo “El único”, “Romeo must die” o algo parecido. No es un drama clásico, ni una peli de acción al uso. La banda sonora a cargo de Massive Attack, tampoco acompaña el drama ni la acción como uno esperaría, más bien otorga un interesante y peculiar ambiente realzando a su propio estilo la trama.
Tampoco resulta ser la película de peso típica de Morgan Freman. (Aunque el si realice una interpretación al hilo de lo que nos tiene acostumbrado, el hombre sabio y bueno que aconseja como nadie) Freeman le da clase y calidad al personaje, un peso especifico a todo lo que toca. Estupendo, como era de esperar, en su papel de ciego entrañable y bondadoso.
Bob Hoskins hace de malo, y lo hace muy bien, se le nota muy cómodo y parece divertirse.
Jet Li demuestra que es el mejor en esto de la lucha y ridiculiza la memoria de Van Damme y también la de algunas otras propuestas más actuales. (Increíble la pelea en un estrechísimo baño, donde se nos regala una coreografía imposible y magistral.)
Li, borda, como era de esperar, su papel de maquina de matar, de animal de pelea salvaje y sin formación. Pero además, nos sorprende, resultando a la vez muy creíble en su actuación general, que requiere sin duda alguna de esa transformación dramática de su personaje, descubriendo su parte humana, mostrando su inocencia, su pasado, su trauma, su drama. Sin duda su mejor trabajo hasta la fecha.
Pero continúo con alguna de las rarezas que pueden llegar a irritar. La exposición de un posible romance que al final se deja de lado para recobrar la acción. No es la historia de un amor no realizado, es una historia simplemente abandonada por el guionista. El guión no es la monda, pero entretiene y resulta creíble, gracias en parte a las buenas interpretaciones y por la más que correcta factura del film. En este caso, el guión nos llega de las manos del director, productor y guionista Luc Besson. Y se nota, porque ya sabemos que el francés es muy dado a ofrecernos estas arriesgadas, y no siempre afortunadas, mezclas de géneros, y a repetirse en su monotema de mostrarnos personajes violentos y salvajes por naturaleza, que comienzan a descubrir su lado humano, ya visto en las estupendas “Nikita”, “El quinto elemento”, “León el profesional”, etc.
Habrá quienes, por todo esto, se sientan algo defraudados. Por no recibir la dosis habitual de peleas por metraje que suele ofrecer el actor oriental (a mi personalmente me parecen suficientes para no convertir toda la historia en una pantomima al estilo, por ejemplo, de la insufrible y ya mencionada “El único”), por lo manido quizás de un guión algo convencional y con algunas lagunas (pero correcto, atractivo y con un indudable potencial) o por lo arriesgado y experimental de la banda sonora. Pero en mi caso, yo he de admitir que, aunque bien es cierto que en un principio no esperaba demasiado, acabé gratamente sorprendido y disfruté con su visionado.

Iván Sáinz-Pardo

CINDERELLA MAN (Ron Howard, U.S.A, 2005)

CINDERELLA MAN (Ron Howard, U.S.A, 2005)

Cinderella Man es como comerse un Whopper con queso.
Uno sabe exactamente lo que se va a comer. A que sabrá el pan, la carne, y todos los ingredientes prefabricados. Uno sabe a lo que va a saber cada mordisco.
Nos encontramos con una película que respeta paso a paso y con academicismo el a,b,c del cine de Hollywood. No hay un solo momento que sorprenda realmente ni que se escape de los parámetros meramente Standard.
Un malo, muy malo, un bueno muy bueno que representará y portará el supuesto espíritu de lucha requerido para encarnar una vez más a un luchador inagotable por conseguir el sueño americano.
Los ingredientes no van incluidos ni mezclados con la intención de innovar ni agradar directamente al público más curtido o exigente, sino a cubrir las expectativas deseadas por aquellos que deciden en definitiva el reparto de los Oscars.
Se repite así la formula de “Seabiscuit” (Repitiendo y copiando así sus virtudes y defectos), pero esta vez sin carrera de caballos y con el escenario de la gran depresión económica americana. Boxeo como tema principal a lo “Rocky” y “One Millon Dollar Baby”, donde se vuelve a juntar al director y al protagonista de “Una mente maravillosa”.
No es que no me gusten los Whopper con queso, al reves, pero es que me los puedo comer con tanto gusto como con tanto aburrimiento y el placer dura única y vagamente hasta el cuarto mordisco.
Russel Crowe actúa muy bien, sin salirse tampoco de lo que nos tiene acostumbrados, que ya es bastante. Muy destacable la escena en la que, descendiendo a los infiernos, tiene que ir a mendigar a la Federación de la que, en mejores épocas, había formado parte siendo un boxeador reconocido. Aunque de Russel Crowe no me puedo quitar de la cabeza una película antigua suya que os recomiendo y en donde esta realmente increíble, "Romper Stomper" (1992).
Renée Zellweger, pues, en fin, con su carita de siempre y ese labio tan retorcidito. Ella hace también más o menos lo que nos tiene acostumbrados, aunque no es Santo de mi devoción y creo, además, que la pareja no llega a funcionar del todo.
Me gustó mucho Paul Giamatti, que borda su histriónico papel secundario.
La ambientación, por otro lado, esta muy lograda, como es de esperar de una producción millonaria de la Universal. Aunque uno no termina de creerse del todo algunos excesos dramáticos y nos encontramos con situaciones y diálogos dulzones y envueltos en clichés de esos que tan solo los americanos se permiten hacer una y otra vez.
Ron Howard, quien suele empacharnos en sus películas con dulce de leche con extra de azúcar añadida y nata, realiza aquí una buena dirección y consigue una película más que correcta sobre valentía y superación, con algunos momentos de gran cine. Las escenas de boxeo son realmente emocionantes, aun ya sabiendo siempre cual será el resultado. Ya sabeís, un poco como divertirse jugando uno solo al Monopoli.
En fin, una cinta maniquea y mil veces vista, pero que está muy bien facturada y trata inteligentemente de sacarle partido a una formula que seguirá utilizándose hasta el agotamiento mientras siga dando sus frutos en los Oscars.

Iván Sáinz-Pardo

MAY ¿QUIERES SER MI AMIGO? (Lucky Mckee, U.S.A, 2002)

MAY ¿QUIERES SER MI AMIGO? (Lucky Mckee, U.S.A, 2002)

“May, ¿Quieres ser mi amigo?” es una de esas películas que nos recuerdan que el terror no siempre lleva garras de acero en una mano o una mascara en la cara. El terror y la locura se encuentran mucho más cerca de nosotros, de la realidad, de nuestra pacífica y hasta a veces aburrida monotonía. May funciona bajo el método: la bestia duerme dentro de nosotros. En cada uno de nosotros hay un posible psicópata y nuestra vecina la del segundo puede ocultar un oscuro pasado o una doble vida. Para ello, Lucky McKee, nos narra efectivamente una historia presuntamente cotidiana (que sin embargo, engancha desde el principio) sobre una joven muy parecida a esas otras tantas que pululan a nuestro alrededor. La rarita de la clase, la niña tímida de la tienda de comestibles, esa extraña hermana de nuestro amigo, nuestra prima la del pueblo. Es por esto que nos montamos en un tren de cercanías y no en un tren de alta velocidad con escenas más vistas que las reposiciones de “El Principe de Bell Air” y adolescentes lelos e insoportables con superávit de hormonas y déficit de neuronas. En este tren nos encontramos con personajes bien trazados y de carne y hueso. Personajes trabajados, atractivos e incluso muy atrevidos. (La compañera de May en el veterinario en donde trabaja no tiene desperdicio) Todos ellos giran en torno al personaje de May, interpretado con muchísimo mimo y talento por Angela Bettis que logra crear un personaje que se nos muestra irresistible y original. La trama es como digo muy interesante y nos sorprende por llevar un ritmo que rompe nuestras expectativas pero que nunca nos defrauda. La transformación que sufre May y la irremediable desencadenación hacia un destino sobrecogedor, sucede por culpa de toda una serie de características y acontecimientos muy bien explicados y calculadamente reconocibles que forjan y maduran la verdadera cara del terror.

Esta es una película que coge carrerilla para empezar antes de donde empiezan casi todas las demás de su género, para después acabar además bastante más allá de donde se atrevería ninguna otra. En su día Todd Solondz, conocido por lograr llegar también muy lejos con sus saltos y por rehuir de los géneros habituales para inventarse los suyos propios, nos regaló “Bienvenidos a la casa de muñecas” (1996), (película anterior a su ácida y genial “Happyness” (1998)) que tiene mucho que ver con esta. En ella, el señor Solondz, abordaba de forma cruda y valiente, el drama de una niña fea y traumatizada, enfrentada a la más cruda realidad. La mayor diferencia entre ellas es, por supuesto, que aquella no era una película de terror.

Bueno, y al grano, que no esperéis escenas convencionales, ni gatos que se empeñan en perderse, ni sustitos efectistas, ni tampoco efectos especiales porque no hacen falta. Esta es una producción de bajo presupuesto pero además no se nota. Y no se nota, porque tiene una mucho más que correcta fotografía, una atmósfera angustiosa y embriagadora, un montaje inteligente y un final muy verdadero, y por esto mismo, aterradoramente real.

Esta es una peli que merece la pena, (de notable alto para quien ahora os escribe) y es que, amigos, si “Amelie” hubiese sido una película de terror en vez de un mágico cuento, aquella dulce francesita se hubiera llamado sin duda “May”. ¿Y la magia?, La magia negra, por supuesto, muy negra.

Iván Sáinz-Pardo

SIN CITY (Robert Rodriguez y Frank Miller, U.S.A, 2005)

SIN CITY (Robert Rodriguez y Frank Miller, U.S.A, 2005)

Sin City en alemán y que poco me voy a extender esta vez.
Una auténtica experiencia esta nueva pelicula de Robert Rodriguez, que en esta ocasión, se ha reunido en la dirección con el autor del comic en el que se basa fielmente la película, Frank Miller.
Que nadie busque durante el visionado concesiones de ningun tipo o convencionalismos cinematográficos. Las leyes en las que se rige esta obra son exactamente las del mismo comic. Una estética hermanada a la del papel, hombres duros de matar, muy violentos, de frases cortas y directas y mujeres misteriosas y muy sexys. Tres historias entretenidas y contadas con un virtuismo técnico irreprochable. Un casting bien elegido, sobrio y a la altura. Emociones, sentimientos enfrentados, violencia gratuita y todo lo que se puede esperar de un comic al estilo Miller.
Lo peor quizas sea una voz en off demasiado explicativa y presente y lo forzado del resultado en la labor de unir las tres historias para tratar de respetar el ritmo fílmico. Lo mejor, la efectividad de Benicio del Toro y Clive Owen, el redescubrir al, para mí, siempre fantástico Mickey Rourke (que ya volviera con un papel genial en la también reciente y más desconocida “Spun”) Comprobar que Willis sigue en forma, excitarse y divertirse como debe de ser con las atractivas mujeres, regocijarse con la brutalidad de la acción, disfrutar con la trama y las historias, y esa sensación al final de satisfacción y de querer volver a devorar comics como antes.
Al salir llovía como en el comic. Y quise notar que la ciudad de Nürnberg se mostraba algo distinta aún sabiendo que no era cierto. Algunos ya sabreís la sensación de la que hablo.
En definitiva, un peliculón con sabor a clásico. Muy recomendable.
Y si lo dejo aquí, es únicamente con la intención de mandaros, cuanto antes y directamente, al fabuloso y completo articulo sobre Sin City que ha escrito el amigo Refo en su blog “El mundo desde el abismo”. AQUÍ.

Iván Sáinz-Pardo

TROYA (Wolfgang Petersen, U.S.A, 2004)

TROYA (Wolfgang Petersen, U.S.A, 2004)

Que emocionante es reencontrarse de nuevo con el buen cine. Héroes de los de verdad, palpables, dueños de una épica convincente, apoyada por diálogos a la medida, bellos, inteligentes. Acción trepidante, huyendo de modas visuales como el ya cansino efecto de estroboscopio que a Ridley Scott tanto le fascina (revísense las batallas en Gladiador o Black Hawk derribado, efecto heredado este, por otro lado, del genial y ya inmortal desembarco inicial de Spielberg en "Salvad al soldado Ryan")
Con efectos a favor de la trama, exaltándola, de esos que se intuyen por la majestuosidad, pero que no se ven. (Y no esa otra infografia como para reírse, véanse por ejemplo las dos primeras entregas de la nueva tanda de “Star Wars”)

Me sorprendió muy gratamente Eric Bana, después de ver su pobre actuación en la bazofia de “Hulk”, donde el ser digital manejaba mejor la mímica que este. Aquí nos enseña otra faceta bien distinta, convence y se garantiza un buen futuro caracterizando estupendamente a un Hector que rivaliza en todos los sentidos con el Aquiles de Pitt.

Sigo sin entender a quien le gusta Orlando Bloom, que de nuevo sale mal parado con una mediocre actuación, bastante teatrera, apoyada por la mala fortuna de tener que encarnar a un personaje cobardica y aniñado. Recobra fuerza y protagonismo únicamente con un arco en la mano. Como agarrándose al Legolas que le abriera las puertas en este negocio.

Peter O´toole, magnifico, con esos ojos y esa mirada que la hacen a uno agarrarse a la butaca. Me encantó la escena donde visita la tienda de Aquiles en campo enemigo.

Saffron Burrows, la pelirroja de “Starship Troopers”, aquí como Andrómana, muy guapa, muy bien, aunque de preocupante delgadez. Acompañada por una bellísima y muy correcta Helena, encarnada por la alemana Diane Kruger.

Rose Byrne es Briseida y también está muy bien, compartiendo cama con Aquiles y levantando odios entre las admiradoras más fanáticas de Brad Pitt. Y si, Brad Pitt está más cachas, más rubio y más bronceado que nunca, y el director de fotografía parece una fan más, perdidamente enamorado de él, y se regocija en demasía, sin duda, pero también nos recuerda que el canon clásico y original de la belleza viene de la antigua Grecia.
Pitt soporta como puede el abuso del contra picado y la dedicación exclusiva de casi todos los planos. Está más sobrado que nunca y se le nota bastante cómodo con un personaje, por otro lado, peligrosamente “endiosado”, y que siendo sinceros, en un principio, no parecía ser el papel más indicado para él. (Algunos se imaginaban a un guerrero más basto y más maduro) Sin embargo, Pitt se nos muestra como una de esas majestuosas estatuas griegas de los museos, pero de carne y hueso. Bello como un Dios clásico y violento como el más osado de los guerreros. Sin ser esta, ni mucho menos, la mejor interpretación de Brad Pitt, no seré yo quien arremeta contra el actor. Viniendo del mundo de la moda y los anuncios, sigo pensando que es uno de los descubrimientos más destacados en el panorama actoral hoolywoodiense de los noventa. Aunque supongo que esto será exactamente uno de los focos fundamentales de las críticas desfavorables, que las princesas y las mujeres no disfruten de más profundidad dramática, pero que todas sean bellísimas. Que Aquiles y el resto de los hombres luzcan cuerpos “Danone” y que el guión no respete del todo la famosa leyenda mitológica. Pero amigos, Petersen avisa ya debidamente en los créditos de que su película únicamente está inspirada en esta. Y las leyendas tampoco reflejan nunca fielmente la historia. Vamos, que por ahí no merece demasiado la pena entrar aunque me consta que hay bastantes coladuras. (Más grave es ver “Pearlharbour”, donde nos muestran a los japoneses masacrando sin piedad un supuesto puerto militar que más bien parece un bello mercado parisino de domingo, y los americanos, en respuesta, únicamente dicen atacar objetivos militares, en un bombardeo donde ni se mencionan los dos ataques nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki donde estos si que acabaron con la vida de cientos de miles de civiles inocentes) Por otro lado, a mi no me molesta ver a hombres hiper musculados en una época en la que muy posiblemente fuera precisamente su poderío físico la única garantía de vivir un día más.
La duración y el ritmo son adecuados, aunque bien es cierto, que la narración del final, con toda la famosa escena del caballo, es precipitado y produce cierta sensación de atropello.

Esta película va de las guerras antiguas y de sus héroes. Los dioses están presentes, pero no nos arrojan fuera de la trama, no hay pastel de nata ni las historias de amor chirrían. La historia no nos la cuentan los dioses, nos la muestran los hombres de una época que exaltaban algunos valores que hoy día parecen más bien espejismos. “Adorad a vuestros Dioses, amad a vuestras mujeres y defended hasta la muerte vuestra tierra.” Troya habla más de la fe, y no tanto de la religión, habla más de la fidelidad y del amor y no tanto del sexo, habla más del honor y la patria y no tanto del dinero ni la política.

Después de la infumable “Air Force One” y la fallida “La tormenta perfecta”, Petersen vuelve a los senderos de su mejor cine. Esta “Troya”, junto con “Das Boot”, es lo mejor sin duda alguna, y de momento, en la carrera de este director alemán. La disfruté. Para mí un notable.

Iván Sáinz-Pardo

UNA HISTORIA (Rescatado)

UNA HISTORIA (Rescatado) Ja, hallo?

Y tardan algo en responder.

-¿Eres Víctor?

Y respondo que sí, aunque no es cierto. La voz femenina del otro lado del teléfono, como dudando, calla primero durante unos instantes. Y continua:

-Te tengo que contar una historia.
Mi abuelo ha muerto hoy que cumplía setenta años. Mi abuelo era un señor bastante extraño, supongo que un poco como la mayoría de todos los abuelos de este planeta. Aunque mi abuelo llevaba treinta y cinco años sin decir una sola palabra.
Sin embargo, un día, mi abuela me contó que mi abuelo de bebé ya era un verdadero charlatán, y que hablaba hasta por los codos, y como después, de niño, la cosa empeoró notablemente.
–Tu abuelo necesitaba beber litros de agua para no desertizar su boca. Decía.
Así, de joven, mi abuelo se metió en política para poder hablar aún mucho más, y para que muchos más fueran también los que le pudieran escuchar. Mi abuela suele contar como conoció a mi abuelo hace muchos años en el sindicato. Ella también era activista, pero menos apasionada y menos habladora que mi abuelo. Mi abuela me solía decir que ser menos hablador que mi abuelo por aquel entonces, era más fácil que engañar a un chino anormal. Mi abuela también me contó que mi abuelo, al cumplir los treinta y cinco años decidió dejar de hablar en público y dejar de hablar con los amigos, y con los hijos, y también con su mujer. Mi abuelo, el mismo día en el que cumplió los treinta y cinco, decidió no hablar absolutamente nada más y dedicar la otra mitad de su vida únicamente a escuchar.
Hoy, mi abuelo, se cansó de hablar media vida y de escuchar la otra media y decidió morirse. Mi abuela ahora llora y yo no sé qué pensar.
¿Sigues ahí?

-Sí. Contesto.

-¿No tienes nada qué decir al respecto? Me pregunta ella.

-No me llamo Víctor. Respondo.

-Lo sé, no importa, mi abuelo tampoco ha muerto. Añade ella y cuelga.

Sigo escribiendo y trato de volver a mi historia, concentrarme, recuperar la inspiración. No lo consigo, sólo pienso en aquel abuelo que hablaba media vida y callaba la otra media para después morir puntualmente.
El teléfono de la chica se ha grabado en la memoria de mi móvil y marco su número.

-Ja, hallo?
¿Eres Ana?

Pregunto.
Ella responde que sí. Después calla y yo hablo:

-Te tengo que contar una historia.
Desde que aparecieron los teléfonos móviles, hace ya unos años, los he odiado. Y es que están llenando y vaciando a la vez de lógica y originalidad las historias y guiones que narran las desventuras de una sociedad irremediablemente localizable allí donde esté. Es como darle de comer a un bebé con un cucharón. Nos presionan para empacharnos de presunta comunicación. Me dan arcadas de pensar en la cantidad de pajarracos oscuros y alimañas que estamos haciendo millonarios gracias al aniquilamiento de nuestros valiosos silencios. Y estar ahí para cualquiera, al otro lado del teléfono y para cualquier memez. Vernos interrumpidos cuando amamos, cuando esperamos en la intimidad, cuando comemos o charlamos, cuando pensamos o lloramos, cuando nos evadimos, cuando nos concentramos, cuando escribimos. Es igual qué estés haciendo, es igual dónde te encuentres en este mundo, ya que siempre podrán arrancarte con exactitud de donde estés con una llamada para decirte que tu madre ha muerto.
Tú, Ana, sin embargo, eres la excepción a mi historia. Hoy, por primera vez, me alegro de tener este móvil tan pequeño como una cucaracha y capaz de casi todo. Hoy por primera vez me alegro de tener este teléfono, porque tú eres la excepción más especial y más maravillosa de toda esta historia.
¿Sigues ahí?

-Sí. Contesta ella.

-¿No dices nada al respecto? Le pregunto.

-No me llamo Ana. Responde ella.

-Lo sé, no importa, mi madre tampoco ha muerto. Añado y cuelgo.

Una vez más vuelvo a mi escritura. Trato de concentrarme, trato de recuperar la inspiración, pero mi teléfono suena de nuevo.

-Ja, hallo?

Y tardan algo en responder.

-¿Eres Iván?

Y respondo que sí, sólo que esta vez es cierto. La voz femenina del otro lado del teléfono, como dudando, calla durante unos instantes para continuar entonces:

-Iván, soy tu tía Paloma.
Lo siento muchísimo. Tu madre ha muerto.
¿Sigues ahí?

-Sí. Contesto.

-¿Qué vas a hacer? ¿Te dará tiempo a coger un avión y estar aquí mañana para el entierro? Pregunta ella.

-No me llamo Iván. Respondo y cuelgo.

Iván Sáinz-Pardo
"Al final del arco iris"
©-N333042/00

LA PESADILLA DE DARWIN (Hubert Sauper, Francia / Austria / Belgica, 2004)

LA PESADILLA DE DARWIN (Hubert Sauper, Francia / Austria / Belgica, 2004)

El pez grande se come al pequeño.
Nuestra demagogia a la hora de hablar de refilón sobre los efectos devastadores de la globalización, el capitalismo y el sufrimiento de las zonas marginadas del mundo, es nuestra forma de aliviar nuestra mala conciencia, de evadir nuestra parte de responsabilidad. La pesadilla de Darwin es un título muy acertado. La cara menos bonita, la cara desfigurada de la evolución actual del hombre moderno, de nuestras culturas, de nuestras sociedades, que mejoran su calidad de vida a costa del sufrimiento de muchos otros hombres. La pesadilla de observar, sin un solo respiro, y sin un ápice de esperanza, durante 107 minutos, la situación actual de uno de esos sitios transformados por el hombre rico en un infierno de condiciones inhumanas para los hombres pobres.
Este documental se centra en las gentes que viven, sobreviven y mueren alrededor del negocio industrial impuesto de la pesca y la exportación masiva de la perca del Lago Victoria en Tanzania. En la década de los años 60, una nueva especie animal fue introducida en Africa en el Lago Victoria como un pequeño experimento científico. La perca del Nilo resultó ser un voraz depredador que arrasó con todas las especies autóctonas de este gigantesco lago. El nuevo pez se multiplicó rápidamente y desde hace unos años, enormes aviones de carga rusos llegan diariamente para recoger los cargamentos de pesca que abastecen al mundo occidental.
La realidad es a veces muy difícil de aceptar y muy difícil de ver. Este documental del austriaco Hubert Sauper tarda en arrancar, es un reportaje difícil de digerir y que se hace algo lento, denso y dificultoso, para después, en su segunda parte, descubrirse revelador, sin concesiones, violento, explicito y aterrador.
A pesar del gran negocio que se supone para Tanzania, su pueblo continúa contando las muertes diariamente por miles, mermados por el subdesarrollo, el hambre, el Sida y la prostitución.
¿Donde está el dinero de las transacciones?
La respuesta está en la verdadera carga de esos aviones rusos que oficialmente llegan vacíos al país africano.
Documental duro, reflexivo e imprescindible.

Iván Sáinz-Pardo

BATMAN BEGINS (Christopher Nolan, U.S.A, 2005)

BATMAN BEGINS (Christopher Nolan, U.S.A, 2005)

En el cine me vi a finales de los ochenta aquella primera BATMAN de Tim Burton. Aún recuerdo aquel verano con las ciudades inundadas con el símbolo de Batman anunciando la película en una campaña publicitaria, por aquel entonces, asombrosa. La película me gustó bastante, pero ya con dieciséis años me pareció también bastante infantil. Y es que Burton siente predilección por esos escenarios oscuros y barrocos pero siempre con esa ambientación de cuento de miedo para niños. El personaje de Batman era importante, pero más lo fueron el villano, genialmente encarnado por Jack Nicholson, o las sombras y el misterio de la misma ciudad de Gotham, que tomaba un gran protagonismo y servía de gótico escenario para las aventuras del hombre murciélago.
Llegaron varias secuelas más, BATMAN RETURNS, también de Burton en 1992, BATMAN FOREVER, en 1995 y BATMAN & ROBIN dos años más tarde, las dos ultimas de la mano del insufrible Joel Shumacher.
Y han tenido que pasar ocho años para lograr rescatar la saga de este personaje de comic y para conseguir que yo regresara a las salas a ver otro capitulo de Batman.
Siempre he pensado que Batman se merece un ambiente oscuro, aterrador y violento y ninguna de las películas aportaban demasiado al respecto. No he sido capaz de terminar de verme las otras tres entregas ni tan siquiera en la tele, pero volví a recuperar el interés y la curiosidad con esta nueva entrega gracias a la elección de Christopher Nolan (MEMENTO) para la dirección, a Christian Bale (AMERICAN PSICO, EL MAQUINISTA) como Batman y a ese look oscuro y realista de aquellos trailers y posters promocionales tan prometedores.

La película, a rasgos generales, me aburrió bastante.
Uno disfruta de una interesante a la vez que estiradísima primera parte y desea realmente ver por fin a Batman en acción. Esta es la parte que más me gusta. Un protagonista atormentado y un planteamiento que, aún no siendo el no va más, mantiene al menos el suspense y resulta acertado.
A favor hablaré también de unos actores secundarios de lujo, un look atractivo y una producción mas o menos a la altura de lo esperado. Pero antes o después hay que descubrir la puesta en escena de Batman, hay que ver al heroe en acción, y es entonces cuando la trama ya no resulta ni emocionante ni original, y se queda tan solo en monótona y complicada (tirando a confusa) y en donde, las también tan esperadas escenas de acción, son solo dignas quizás de un episodio piloto de una mala serie de acción para televisión. El coreógrafo contratado para planear las peleas se fue durante el rodaje del film de vacaciones y a cambio, pusieron a dos monos adictos a la cafeína detrás de las cámaras. Resultado: No se ve un pimiento. No hay más que un ir y venir de planos y un ver mover las alas arriba y abajo con los malos mientras volando por los aires, mientras Batman vuela de nuevo para abajo, saca la pistolita, vuela otra vez para arriba y nuestros ojos nos escuecen, sentimos mareo y nuestros bostezos delatan cierto sopor mal encubierto.
Se puede hacer muchísimo mejor. Christian Bale tiene en su haber una película de culto, desconocida para casi todo el mundo, EQUILIBRIUM. En esa película se demuestra como sí se puede lograr hacer con Bale, e incluso con un presupuesto mucho más ajustado, unas escenas de lucha excepcionales, coreografiadas, estéticas, adrenalíticas y muy emocionantes.

Añadir también que yo no soy de los que odian el nuevo diseño del Batmovil, porque creo que huir de aquellos otros modelos tan admirados y codiciados por las empresas fúnebres más atrevidas, y alejarse de aquella propulsión solo dirigible gracias a una fantasmada tal como, atar el coche en marcha a las farolas para dar las curvas... buff. Mucho mejor así. Sin embargo, la tan obligada persecución con el Batmovil resulta repetitiva, de garrafón y tampoco consigue sorprender.
La ciudad de Gotham es oscura, corrupta y apestosa como era también de esperar, pero no resulta bien retratada ni con profundidad y nunca parece real de verdad. Parece imposible del todo creer que alguien quiera vivir allí. Antes y después de Batman.

Por otro lado las frasecitas pseudo-existenciales por parte de Lian Neeson, al estilo Jedi, chirrían bastante. Algunas de las frases lapidarias de Batman tan solo entran con calzador y me irrita incluso el no saber por que con el traje puesto le cambia tan drásticamente el tono de la voz. Pero lo peor de la película es la nula química entre Batman y su chica, la petarda de Katie Holmes, con sus caritas y su sonrisita torcida que no pintan absolutamente nada de nada en esta película. (Viéndola actuar me temo que tampoco en ninguna otra.)

Aún así y todo, pienso que la dirección tomada es bastante acertada, y ahora únicamente cabe esperar que se mantenga al siempre atormentado y misterioso Bale como Batman, que le viene como anillo al dedo. Que mantengan este nuevo look más serio y oscuro y contraten a un director algo más hábil con las escenas de acción para las próximas entregas de esta prolífica y millonaria saga. Aunque, en lo que a mi respecta, me temo que estas ya serán, en el mejor de los casos, futura carne del videoclub de abajo.

Iván Sáinz-Pardo