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EL ESCONDITE DE IVÁN

LA IRA DORMIDA

DESAYUNO KRIPTONITA

DESAYUNO KRIPTONITA


Escribo a impulsos, a trompicones, a garrotazos de furia y corazón y, supongo, que por eso soy capaz de saltar como un canguro en el formato corto y como un oso panda medio lisiado en el formato largo.
Me tomo mí tiempo, sabedor de que con cada día que pasa, se escapa algo importante, pero también siendo plenamente consciente de que la madurez nos vuelve menos impetuosos, pero también más hábiles y un poquito más sabios.
No soy un realizador consecuente, ni perseguidor de records, ni un pupilo aventajado de mis propios propósitos. Quizás tan solo soy un escritor poco disciplinado, quizás tan solo soy un villano, un director resultón y casual cuando la ilusión me acompaña, y un Clark Kent torpe y mediocre cuando no encuentro cabinas de teléfonos a mano o se me olvida que la salvación del mundo cinematográfico ha de pasar irremediablemente por tener que ponerme unas ridículas medias y una capa para pagar la hipoteca.
Me recreo en historias que interiorizo, en historias que personalizo y que me hacen vibrar, sin escuchar y sin mirar a los lados, sin motivaciones triviales ni concretas, persiguiendo a ciegas la luz del inconsciente. Me gusta rumiar las ideas, dejarlas fermentar, mandarlas al exilio para rescatarlas después. Pienso en imágenes, en situaciones sugerentes y fictícias para sentimientos reales. Recreo laberintos de salidas cambiantes y esporádicas en los que me pierdo para agonizar y sufrir o para disfrutar con el pataleo de placer que nos otorga cada pequeño espejismo. Defiendo a muerte y me siento orgulloso de cada minuto fílmico que he parido hasta la fecha y me encanta desayunar soñando con que, por mucha kriptonita que la vida me arroje a las espinillas, seguiré luchando honestamente para que esto no cambie nunca.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2008

ENERO DUELE

ENERO DUELE

Enero es una cuesta sin cambios en la bicicleta. Enero es una bajada sin frenos en la bicicleta. Enero es un accidente sin sentido en la bicicleta. Enero no tiene sentido. Enero duele como un descalabro. Enero es un pinchazo, un despiste, un despropósito. Enero no pidió permiso y cruzó sin mirar. Febrero perdió por ello tres días de su cuerpo pero se olvidó de llorar por ello. Enero circula atropelladamente por delante de nuestras pupilas dilatadas, con la vida de juguete por estrenar en casa y nuestros buenos propositos, cada año, posando junto al contenedor de basura.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2008

CANCIÓN DE NAVIDAD

CANCIÓN DE NAVIDAD

Hoy se asomó una parte de mí y se puso a bailar sin más con el ruido de la secadora. Ocupó mi cuerpo cansado y lo agitó con la energía de antes, mientras me susurraba que la vida es como una mañana de rocío escarchado, brillando en plenitud gracias a los primeros rayos del mismo sol que poco después lo destruirá haciéndolo desaparecer para siempre. Y que los recuerdos nunca regresan, que son imitaciones burdas y distorsionadas sin demasiado entusiasmo, imitaciones realizadas por seres enanos en lugares recónditos de nuestra mente.

Lo reconocí de inmediato y me sentí distinto y a la vez me sentí yo mismo. Sentí un escalofrió retorciendo mi letargo, exprimiendo mi interior, haciendo gotear el resto de una esencia olvidada que todavía estaba allí. Entonces me sentí extrañamente feliz, como aturdido y excitado por el recuerdo burdo y distorsionado del primer beso, y me puse a cantar:

“Es Navidad y nadie espera que aciertes en todo,
nadie cree realmente que eres tan feo como tú te ves,
nadie se asusta con tus mismos miedos,
nadie recorre los mismos lugares,
ni pisa las mismas huellas dentro de tu cabeza.
Tus amigos no se preocupan de nada que tenga sentido,
se alejan sin remedio,
escondidos entre borbotones y coágulos negros.
Tus enemigos no se arrepienten de nada que tenga sentido,
te apuntan desde el cielo sobre sus tejados alados,
escondidos entre borbotones y coágulos negros.
Es Navidad y yo protagonizo un grito absolutamente mío,
para echarte de menos, para descalabrar un instante cualquiera
y volverlo amable, cercano, verdadero. “

Espérame, no vuelvas a esconderte. No te vayas. Hagamos juntos más cosas, hagamos locuras, estoy cansado de la cordura y el tedio, cantemos juntos más canciones, recuperemos todo lo de antes. Te necesito.
Y antes de desaparecer me dice:

Tranquilo, agárrate a la realidad positiva del descubrimiento, anímate, ahora sabes que sigo aquí, que realmente nunca me había marchado.

Me quedo quieto, de pie. De fondo el rumor de los vecinos cantando un villancico en catalán mientras la secadora en la cocina pita, insistentemente, avisándome de que la ropa ya está seca.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

LA VIDA PERPETUA

LA VIDA PERPETUA

Continúo el balanceo, viviendo como el adorno de navidad de un árbol muerto, suspendido en la fragilidad de sentirme mazmorra y polvorín, psiquiátrico de carne para el encierro preventivo y perpetuo de todos mis yo.
Continúo rellenando día a día tu acuario de pirañas y angustia con mis lágrimas, dejando invernar mi ira, ensordeciendo mis palabras y mis gritos en un grotesco carnaval de silencio.

Un frio metálico me despertó por la mañana. Continúo esperando ya sin a penas sitio alguno sobre mi piel para los días que se tatúan al marchar.
Hoy volví a soñar que me seguías esperando.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

GHOST

GHOST

Se encienden y se apagan las luces del cuarto de tu hijo mientras que los peces en el acuario se revuelven, inquietos. Mascaras africanas en la pared, medallas de futbito, fotos de familia, el rumor del mar encerrado en una caracola. Sobrevivo como un fantasma deambulando sin reflejo en el espejo de la realidad, trasnochando en casas ajenas, haciendo juegos de sombras en la litera de los niños, dormitando entre las sabanas de vuestra cama de matrimonio. Tras tu ausencia es muy posible que yo ya me haya marchado, pero mientras tanto, tú casa no estará sola.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

UN FRANCOTIRADOR EN BERLÍN

UN FRANCOTIRADOR EN BERLÍN

Berlín, te estoy apuntando con mi mirilla y yo se que me miras pero no me ves.

Hace frío cemento, los invasores nacen, crecen, se reproducen y mueren, pero la mirada flagelada de los ángeles de oro y las avenidas imposibles permanecen.
Berlín es una bomba sin explotar, oxidada, pintarrajeada, rodeada de curiosos. Mi corazón es una casita de muñecas de alterne en la que vive atrincherado un francotirador.
Primero nací prematuro y ahora la muerte se toma su tiempo. Yo, mientras, termino con todos mis sueños en pequeñas raciones, pensando en que la vida es un tren con demasiadas paradas por visitar como para continuar encerrado en este jodido retrete, escondiéndome por si viniera el revisor.

Berlín, te estoy apuntando con mi mirilla y yo se que me miras pero no me ves.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

LA PACIENCIA

LA PACIENCIA

Las butacas estaban ocupadas por palabras invisibles.
Dejé morir agónicamente mi móvil, me escapé a la mitad de tu discurso e interpreté mi papel con una insospechada eficacia. Tú te patinas a menudo con las babas ajenas, con gestos dislocados y apariencias fundidas en metal toxico. Me miras de reojo, me robas de los bolsillos, respiras de mis noches tontorronas, sabiendo que son únicas, desconociendo que la cojera es fingida.

No he reaccionado, no supe como hacerlo, decidí esperar soportando el peso de la soga en mi cuello. Me armé de paciencia y de latas de mejillones en escabeche. Y ahora estoy en otro sitio que nada tiene que ver contigo.

Aquí tengo suficiente agua para este árbol. No me moveré más de esta casa. Pero tú entras por la puerta y me miras, allí junto al arbolito, incrédula, guardando silencio. Sacas una cerveza de tu nevera y te sientas en una silla frente a mí.

-¿Cuándo demonios has vuelto?

-No he vuelto, en realidad nunca me he ido.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007


EN ROJO ETERNO

EN ROJO ETERNO

La serpiente vomitó otra serpiente. Abrí los ojos. Recordé tarde el lugar de la trampa y la mañana se tiñó de lágrimas rojas. Se repetían las noches ingratas y yo me olvidé pronto de traerme las alas. Nada más lejos de un milímetro, dos segundos y una sola mirada para no cambiar absolutamente nada. Todo a mi alrededor comenzó a deshacerse en una digestión eterna. Cerré los ojos y la serpiente vomitó otra serpiente.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

MI ENEMIGA LUNA

MI ENEMIGA LUNA

Nuestras verdaderas intenciones, a veces, se tatúan sobre la mano, en contradicción universal, en necesidad vital e imprescindible. Brotan gemelas y enfrentadas en el jardín de nuestra palma. Y también a veces, tan solo a veces, sentimos claudicar y gritamos, con gesto débil, mudo, rogando a penas con las ramificaciones ancladas al corazón, con el alma cansada y ciega.
Mi enemiga Luna, tú fuiste antes de ser y volviste para inventar un secreto, simétrico, infinito y después susurrármelo:

“Nuestras verdaderas intenciones existen, junto a los sueños y las fantasías. Nuestro camino no es una huida, es un viaje con las palabras, más allá aún de donde nuestros pies nos puedan aventurar, para recordarnos quizás, que vivir no es tan solo respirar, ni morir únicamente un viaje de corales y sal.”

Volverás a hacerlo, aunque para conquistar tu sonrisa me tenga que inventar el cuento, la escalera y matar a la luna. Después marcho, mi amigo Sol esta esperando.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

EXAMEN DE AMOR

EXAMEN DE AMOR

Dicen que el amor es solo serotonina, dopamina y oxitocina, que tan solo es química. Dicen que el amor es solo un hábito, una tradición, que tan solo es historia. Dicen que el amor es casual, probabilidades y estadísticas, que tan solo son matemáticas. Dicen que el amor es poesía, verborrea romántica, que tan solo es literatura. Dicen que el amor es solo actividad hormonal, que tan solo es naturaleza. Dicen que el amor solo es circunstancial e interesado, que tan solo es geografía. Dicen que el amor es solo instinto animal, que tan solo es gimnasia.

Yo digo que el amor es guiñarte el ojo en clase de química. Mandarte notitas en la clase de historia. Enamorarnos en verano cuando me ayudas a estudiar para el examen de matemáticas de septiembre. Besarnos a escondidas en clase de literatura. Aguantar la risa y tocarnos por debajo de la mesa en las clases de naturaleza. Hacer planes juntos y soñar con el futuro en clases de geografía. Defenderte muy de cerca cuando jugamos al baloncesto en la clase de gimnasia.

Yo digo que el amor siempre es una asignatura pendiente, un examen aprobado, un examen suspendido, una clase para pirarse juntos y poder escondernos del mundo.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

UNA CANCION POR SI NO ESTAS

UNA CANCION POR SI  NO ESTAS

Y no estas, en tu lugar restan tan solo los andamios de nuestra vida juntos.
No estas y yo pierdo antes de apostar, antes de abrir los ojos, caigo en picado como la teja de un tejado en un terremoto inesperado, absurdo. Mi cuerpo se tambalea, sin puntería, desafinado, mientras el mundo entero continúa en su sitio.
La luna es un ombligo en la panza de las noches que duermo arropado por el sudor frío de añorarte. Destruyo mis recuerdos negando la nada de no escuchar más tu voz.
Te veo sonreír, como solías hacerlo, si olvido tu partida, si sueño que no te has ido, si visto de ceguera el tormento que supone la realidad de tu ausencia.
Hoy reviento en mil pedazos que se cuelan por el agujero de nuestra bañera. Y sin ti, desaparezco.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

HEROIN

HEROIN

Perder el control era el consomé en el menú de mi catástrofe. Los barrotes eran invisibles, las alarmas silenciosas, la cárcel de oro macizo.
De plata el pecho, forjado, para resistir en la urbe. Con las hienas rondando los días de la semana, con esos viernes de derrumbe, esos sábados a cámara lenta y esos domingos lights.
De bronce una risa, contagiosa, irresistible. Y temernos a nosotros mismos y a nuestra convivencia con nosotros mismos en esos ratos de los que casi siempre huimos. Y un café para despertar del sueño de no soñar con más que ser feliz soñando.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

SPACEMAN

SPACEMAN


Nada es lo que parece. Me deslizo por el sudor frío de mi cuerpo. No encuentro agarre. Me miro al espejo. Lavarme la cara no servirá de nada. El mundo entero es una taladradora encendida y hay que contraatacar. Subo al tope la música de los cascos. Quiero para mí el pasado de las cosas en estéreo y también quiero vivir este día con el mando a distancia, pasar las cosas a la velocidad que se me antoje. Miro al cielo por si llegasen los refuerzos, un hombre del espacio. La mañana es un desgarro gris, húmedo, frío.
Me voy solo al Zoo. Allí miro a los animales. Todos me ignoran menos un mono que se compadece de mí, se acerca y me grita penetrándome los tímpanos, llorando desde el otro lado de los barrotes. Echo a correr, por las avenidas, las calles, no pienso en detenerme. Comienza a llover. La gente tiene prisa. Pero yo corro a cámara rápida. Cierro los ojos. Pierdo el control, pero no me asusta. Deletreo el dolor que me produce el dolor de los que quiero. Es imposible acertar. Me detengo. Abro los ojos. Miro a mi alrededor. No se donde estoy y no puedo dominar la respiración muda que agita mi pecho. Comprendo que soy invisible a la gente que pasa a mi lado. Ahora se que no tengo botón de “reset”. Ahora entiendo que tampoco hay hombres del espacio en esta aventura. Los refuerzos están dentro de mí. Entonces vuelvo a cerrar los ojos y echo a correr de nuevo. Automáticamente llego a casa. Allí me quito los cascos y me meto en la cama. Voy a volver a empezar y esta vez, lo haré por donde yo quiera.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

MUERTE EN EL JARDÍN BOTÁNICO

MUERTE EN EL JARDÍN BOTÁNICO

Las gardenias a mi alrededor permanecen sin florecer y Laika ha devorado en un berrinche mis plantas de Maria. La quimioterapia volverá a abrasarme sin compasión.
Laika se mea en mi cama, siente celos de mi iguana. No sabe que yo odio al reptil, como odio absolutamente todo lo que ella me regaló. Su ausencia tendría que ser un regalo, pero las paredes encogen y la cerveza germina sueños rotos en mi cerebro.
Preferiría alquilarte como una puta película de video, pagarte por tus insulsas mamadas de O.N.G. Te odio cuando me miras compadeciéndome, como restándole importancia. Pero odio todavía más cuando no estas. Aún estando, de este modo, más cerca de ti que nunca.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

SOLDADITOS

SOLDADITOS

Mi madre adoraba y sentía verdadera debilidad por mi primo Rubén, quien pasaba temporadas enteras con nosotros, en nuestras numerosas visitas a Puente Viesgo, o en nuestra casa en Valladolid. Rubén es cuatro años más pequeño que yo, pero la diferencia de edad nunca importó y jugamos juntos durante muchos años. Mi primo Rubén es el primo con el que más tiempo he compartido, hemos crecido prácticamente de la mano.
Yo estuve aferrado a mi inocencia infantil hasta los trece años. En aquel entonces, un día, espontáneamente, decidí desprenderme de todos mis preciados soldaditos de plástico, aquellos con los que había pasado horas y horas en la soledad escogida de mi cuarto.
Recuerdo que traté de jugar una última partida, una batalla de despedida. Una partida sin fe, empañada por la cruel realidad de comprender que la magia se deshacía a la velocidad que lo hace un iceberg abandonado en el desierto. Cuando descubrí sobre el suelo de mi cuarto a los dos bandos, uno en frente del otro, apuntándose con los rifles, las pistolas, los morteros y las bazookas, entendí que aquella batalla nunca se llevaría a cabo. Despacio, en un extraño ritual, fui guardando todos y cada uno de los soldados en su bolsa y la guardé para siempre en un cajón.
Rubén heredó todos aquellos soldaditos de plástico con los que yo había compartido tantas horas solitarias. Aquellos con los que, también, habíamos jugado tantas veces juntos. Rubén los recibió con una sonrisa, era feliz. Yo, sin entender muy bien porqué, sentía que yo también lo era.

Mi primo Rubén continuó a solas con aquellas batallas de plástico mientras que yo comenzaba a descubrir las chicas y a preocuparme y a obsesionarme por el aspecto físico de aquel chaval al otro lado del espejo.

Hace unos años yo me negué a hacer el servicio militar. Mi primo Ruben es hoy en día un soldado profesional, paracaidista, francotirador, un aspirante a héroe bélico, a señor de la guerra, una convencida y talentosa maquina bien engrasada para matar.

Hace una semana le llamé por teléfono y me contó que ha rehusado el momento que tanto había estado esperando para conseguir así lograr un sueño aún mayor, ir por fin a la guerra. Él y unos cuantos, han optado por no ir con su destacamento al Líbano, para poder ir a cambio a Afganistán. Me reveló también que la OTAN, no satisfecha con controlar toda la zona y beneficiarse de las oportunidades financieras y económicas del denostado país, ahora han decidido saquear también los extensos campos de opio del sur, controlado actualmente por las mafias Talibanes. Saben que los Talibanes, que han renunciado ya a todo lo demás, no lo van a permitir y esperan una contraofensiva para dentro de pocos meses. España va a combatir activamente, aunque posiblemente no se vaya a hablar de ello en los medios, y mi primo lleva años preparándose para ello. Ahora que en el conflicto acaba de morir la primera mujer soldado del ejercito español, no he podido evitar pensar en nuestra conversación del otro día. Mi primo se sentía radiante, ilusionado y feliz, al fin podría pegar algún tiro en nombre de alguna misión militar.

Cuando la OTAN, engañada, aún creía en la cruzada norteamericana contra el terrorismo, se decidió legalizar esta ocupación. Ahora que todos sabemos que tal cruzada es una pantomima para enriquecer los intereses y las economías de unos pocos, deberíamos rectificar y no apoyar este absurdo conflicto.
Aunque no es fácil para nuestro gobierno negociar una retirada, cuando esta vez si que estamos sometidos a unas reglas y a unos tratados como socios de este club de la guerra, hay que exigir que, al menos, presionemos oficial y eficazmente a nuestros socios con una postura clara y concreta, coherente con nuestra postura en Irak, y que apoyemos activamente a los miembros que también compartan la opción de la retirada de las tropas.

Rubén, mí querido primo, como podría explicarte que las mayores victorias se han conseguido cuando las armas han descansado en los arsenales y las máquinas de guerra en los hangares. Tu sueño, tu victoria personal puede también ser como la mía entonces, cuando la ansiada batalla se transforma en la última de todas y nadie ha de morir por ella.

Como rezó durante años un graffiti en el túnel de las Delicias en Valladolid:

“¿Os imagináis que hay una guerra y no va nadie

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

ESCONDITES

ESCONDITES

Aprendí a hacer lazadas en una de las pesadillas olvidadas de mi padre. En la grieta encontré el secreto. En el lenguaje táctil de las polillas, como jeroglíficos ancestrales de miedos muy recientes. Aprendí haciendo lazadas con el cordón umbilical del pasado y del futuro. Amistades de cartón piedra. Mecanismos oxidados por las lágrimas que no viste caer. Ecos, tsunamis hambrientos, ondas expansivas de palabras y pensamientos que tan solo cambian de dueño.
Hagamos planes juntos, cumplirlos o no es realmente lo de menos, créeme. ¿Recuerdas aquel sueño?, ¿El de aquel río cristalino y la ciudad de los elefantes? Pues bien, al despertar no te lo dije entonces, pero te lo digo ahora:

-Ya no quedan escondites.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

SE ME ACABARON LOS SUSURROS

SE ME ACABARON LOS SUSURROS

La mejor defensa es un buen ataque, te lo diré en ocho susurros.
Los tópicos funcionan y por eso perduran. Los días son azules, o quizá lo parezcan, pero nada es gratis. La letra pequeña nos habla de la verdad, los titulares solo mienten a medias. Hay una línea invisible que solo vislumbran los cansados de vivir. Hazme un truco y no me quites la venda. Tu juego puede ser el mío, podemos ponerle nuevos nombres a las cosas. Nombres más amables para un nuevo mundo. Hazlo lento, pon tu mejor técnica, el corazón, que para eso ya se desliza demasiado veloz la vida. Y así soñar jugando, viviendo, en la esperanza de poder volver a creer en la magia de amar la vida que construimos para nosotros y entre todos. ¿Sabes?, se me acabaron los susurros.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

EL CAMBIO

EL CAMBIO

Anochece en azul. Y pienso en que las noches nos enseñan que no son infinitas y que las tardes, en realidad, no terminan nunca, tan solo cambian. Un ciclo construido bajo las miradas atentas y curiosas de millones de almas en cuerpos que caducan.

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2007

LAS HERMANAS DE SARA

LAS HERMANAS DE SARA

No estaba siendo el mejor de mis días. Con una mañana tan fría, a nadie, a parte de mí, se le ocurriría salir a tomarse el café a la Plaza. Pero disfruto de los escalofríos provocados por el contraste entre el frío de fuera de mi cuerpo y el calor que se forma dentro con los sorbitos de café. Soy un adicto al aroma de vainilla de los Starbucks.

No he dormido bien. Me desperté enrarecido tras un extraño sueño. En él, pude notar y ver como yo mismo salía de mi propio cuerpo. Me sentía ligero, volátil. Por un instante me vi a mi mismo, durmiendo, allí tumbado sobre mi cama, con los ojos cerrados. Me asusté tanto que volví a entrar a mi cuerpo inerte de un violento golpe y desperté de inmediato, lleno de pavor.

Siempre supe encajar las derrotas con estoicismo y deportividad, pero este caso había sido distinto desde el principio. El mismo día que conocí a Sara y a su atormentada familia, comprendí que ya nada volvería a ser como antes.
El Comité ha declarado, después de meses enteros de un interminable proceso, para finalmente determinar la naturaleza de la enfermedad de la pequeña y su futuro. Hoy es el día, tan solo hace unos minutos que el destino de Sara se ha tatuado de forma indeleble y sin que aún tan siquiera en su casa sepan nada al respecto. Yo mismo tendré que comunicarles personalmente la noticia.

He aparcado el coche cerca del barrio y me dirijo a pie entre las callejuelas atestadas de gente. Hay un mercadillo ambulante realmente animado a pesar de las bajas temperaturas. Las primeras luces navideñas y los primeros adornos se dejan ver ya en muchos sitios.
El trastorno bipolar, los posibles estadios de esquizofrenia aguda, en general, toda la versión defendida por los expertos, no ha cuajado, y la fuerte medicación a la que Sara ha estado sometida, finalmente le ha sido retirada de inmediato. Mis investigaciones, las que trataban de demostrar un cuadro de habilidades paranormales en Sara, se han desquebrajado también y todo ha terminado con un empate técnico. Este es el peor de los resultados para Sara y su familia. Todo vuelve a quedarse exactamente igual que como estaba hace tres años. Quizás hubiera sido mucho más práctico que la balanza se hubiera inclinado para alguna de las partes.
Aún no se como enfocar la situación desde un punto optimista para enfrentarme a la familia de Sara. No he encontrado una explicación satisfactoria a la grave situación personal y familiar que lamentablemente voy a dejar tras de mí. Aún no se ni que la voy a poder decir a ella. Sara es una niña extremadamente inteligente y sensible. Únicamente observará mis ojos, mi semblante y ya no necesitará explicación alguna.
Mientras subo las escaleras del domicilio, noto un escozor, un nudo áspero en el estómago.
Nunca terminé de creer mis argumentos. Nunca sentí que lo que Sara me contaba pudiera ser real. Nunca le creí. Sé que ella también lo sabe, a pesar de todo. Por eso también se que ella no va a reaccionar a la noticia de forma violenta. Entonces me detengo en la escalera y me descubro como un miserable. ¿Realmente he dado todo lo que puedo?
Puedo decir que me he implicado como nunca antes. Que le he dedicado todo el tiempo necesario y mucho más. Que he permanecido a su lado en todo momento. Pero quizás no hice lo más importante. No conseguí nunca llegar a creer de verdad en sus palabras.
Sara insiste en que tiene seis hermanas, exactamente iguales a ella. Dice que son siete en total. Sara las vé, se comunica con ellas y convive así desde hace tres años. Nadie más las ha visto nunca. Sara explica que son hermanas mellizas, que son idénticas a ella, pero de caracteres muy distintos.
En mis sesiones, he logrado captar energías que no deberían de estar ahí, he logrado percibir informaciones que invitarían a pensar que Sara pudiera tener razón. Pero ninguna prueba totalmente clarificadora y lo suficientemente sólida como para convencer a nadie y menos a un jurado.
Únicamente he conseguido paralizar su tratamiento médico y desestabilizar la veracidad de su diagnóstico. Quizás los médicos tengan razón y solo se trate de un desdoblamiento psícótico, una experiencia bipolar de angulaciones mixtas complejas. Quizás mi actuación este perjudicando la cura de Sara.
Las supuestas hermanas no hablan, se comunican con Sara por la mente. A veces la obligan a hacer cosas terribles. Otras, asegura Sara, han sido llevadas a cabo incluso directamente por alguna de ellas.
Sara estaba sola en la casa cuando la madre encontró a Pitt, el cocker de seis años, la mascota de la familia, desangrado dentro de la lavadora. Los ojos del perro aparecieron tres días después del suceso en la escuela de Sara, dentro de su mochila. Sara fue expulsada del Colegio y ella siempre insistió en que no tenía nada que ver con el asunto. Acusó a dos de sus hermanas invisibles. Después comenzaron sus continuos y extraños intentos de suicidio.
Ya estoy delante de la puerta de la casa de Sara. Pero no puedo llamar aún. Estoy muy nervioso. Me siento un momento en la escalera.
El padre de Sara murió hace unos años. Se arrojó una noche por la ventana del salón. Lo encontraron inerte, desarticulado, en un charco de sangre a primera hora de la mañana. Había sido un cartero trabajador y eficiente durante muchos años. Sara habla de dimensiones paralelas, de espejos que son ventanas y de la ceguera en la que vivimos. Tengo horas enteras grabadas en una pequeña grabadora. ¿Y si fuera cierto? ¿Y si realmente convive con sus hermanas invisibles?
El estómago me da un vuelco y me pilla desprevenido. Sucede concretamente al recordar las palabras de Sara, esta vez desde una perspectiva distinta, desde la perspectiva de la verdad. Mis recuerdos, sus teorías, todo impacta de forma contundente y distinta en mi cabeza.
Hoy termina mi cometido. El caso esta cerrado. Hoy visitaré a Sara y a su madre posiblemente por última vez. Hoy tengo que contarles lo que ha sucedido. Hoy tengo que hacerles partícipes de una mala noticia.
No puedo concentrarme en el discurso. Me levanto y llamo a la puerta. Continúo sin encontrar un argumento algo esperanzador, pero voy a improvisar, voy a actuar sin pensarlo más.
Oigo los pasos de la madre de Sara acercarse al otro lado de la puerta. Voy a mirarle a los ojos sin vacilar y desde una posición nueva. Por primera vez, y a pesar de la derrota en el juicio, voy a creer absolutamente en Sara. Se que es lo mínimo que puedo hacer ya. Aunque sea demasiado tarde.
Se abre la puerta. Entro y miro a mí alrededor. Descubro la casa con ojos distintos, me siento extraño, casi otra persona. La madre de Sara me mira expectante. Voy al grano y describo con palabras certeras y directas lo sucedido en el juicio. Escucho mis palabras a la vez que las pronuncio, como si fueran de otra persona, como si provinieran de un aparato de televisión desde la sala de al lado.
La madre se pone a llorar y yo detengo mi mirada en los porta fotos que muestran algunas fotos familiares. En ellas se puede ver a Sara, de pequeña, acompañada de su padre y de su madre.
La pequeña me espera en su cuarto, arriba.

Como un autómata, subo las escaleras. Es muy raro, pero según me acerco a la habitación, mi incertidumbre, mis nervios, desaparecen. Hoy creo plenamente en Sara y siento una especie de raro placer, una especie de alivio interior.
Abro la puerta y encuentro a la niña arrodillada en el suelo, delante de su cama. Entre sus manos sujeta una linterna. Sara, al escuchar el ruido de la puerta, levanta la cabeza y se dirige a mí:

-¿Juegas con nosotras?

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2006

LA AUSENCIA

LA AUSENCIA

La vida es como una traición pactada, como un suicidio proyectado en una mirada infinita. Nuestros silencios zigzaguean entre las butacas. Quebrados los instantes, se descubren ante nosotros, moribundos, convertidos en monótono transito, en débiles susurros tras la ventana. Pero la proyección no terminará nunca mientras permanezcamos bien agarrados de la mano.
Pasando del sollozo a la sonrisa, de la angustia a la excitación, me agarro al asiento, en un equilibrio frágil y casual. Tú, intencionadamente, me rozas el alma de reojo y anochece.
No voy a hacer nada de lo planeado, no voy a ordenar absolutamente nada, esta noche tan solo voy a bucear esta bendita y profunda ausencia, sorteando anzuelos y corales. Adiós, espérame, volveré pronto. Mientras, tomate un te con leche y abre de nuevo la ventana, descubrirás como los susurros de antes, se transformarán entonces en palabras y las palabras, a su vez, en una frase que será la que me devuelva a tu lado para siempre:

“Te voy a querer todo, porque el amor a medias no existe”

Iván Sáinz-Pardo
"La ira dormida" ©2006